«Sevilla tiene una gran deuda con Paco Molina»

Paco Molina, ante una de sus obras en su última exposición en 1991. ABC

Diez años sin Paco Molina y la ciudad sigue andando, como diría aquel. Paco Pérez Valencia, uno de sus amigos, un «fedayin» del Molina, como él mismo se define, recuerda hasta las anécdotas. «Le llamaba siempre antes del verano, cuando estaba en Sanlúcar. Paco murió en mayo de 1993 y yo llamé a su casa en agosto y aún estaba allí su música clásica y su voz».

Durante el mes de junio la galería Birimbao ha hecho a modo de homenaje, dos exposiciones de Paco Molina, una de ellas comisariada por Paco Pérez Valencia. «Las diez piezas de la muestra homenaje han sido seleccionadas de la época de los sesenta, creo que una de las mejores de Molina como artista».

Paco Molina era un ser humano difícil de querer, pero a quien si se llegaba hasta él se podía uno «enganchar», «con Paco Sevilla perdió el sentido crítico hecho con valentía y honestidad. Ahora lo que está ocurriendo no me gusta nada. Ahora, a los artistas plásticos se les contenta con una colectiva y un catálogo.Han perdido la transgresión». Para Paco Pérez Valencia, «Molina era un transgresor constante, era, mejor dicho, un «ducado» transgresor con patas».

Su paso por la vida artística no fue fácil. Molina se movió en un submundo de incomprensión inmovilista en los años sesenta, «en los que desarrolló lo mejor de su producción», y posteriormente en los ochenta le llegó el desencanto. Yo creo que Molina dejó de creer incluso en la pintura, hacia esa época».

De la mano de Cortijo

Llegó a Sevilla de la mano de Paco Cortijo para ver una exposición sobre Zurbarán. «Se fueron a Chipiona, y luego Cortijo lo trajo a Sevilla. Pocos después s eorganizó una exposición sobre Cortijo en Villasís, en el Monte, y el pintor exigió que Molina fuera su comisario. Así comenzó la relación de Paco con la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Sevilla».

La amistad de Molina con Cortijo fue tal, que el segundo realizó su tesis doctoral en Bellas Artes con el siguiente título: «El arte contemporáneo según Paco Molina».

Para Pérez Valencia no existen en Sevilla herederos de Molina, «hay, como él mismo decía, francotiradores dispersos, pero herederos, no en absoluto, es casi imposible».

Sin embargo, y a pesar de los años transcurridos, la pintura de Paco Molina, según Pérez Valencia, no se ha puesto en valor. «Se tenía que poner en su justo sitio. Quizás durante mucho tiempo se ha tenido más en cuenta a Paco por lo que hizo por los demás, por su oficio como gestor o comisario de exposiciones, que como artista. Quienes han tenido que decir algo de su pintura están callados o aburridos, pero yo creo que a medio o a corto plazo, la pintura de Molina se pondrá en valor. No me cabe ninguna duda».

Muy poco que perder

Para el desaparecido pintor la vida fue una constante lucha. «El decía que no tenía nada que perder y que por eso su chaleco antibalas era grande. Pero tenía un espíritu crítico y espectador de la vida cultural sevillana que yo en estos momentos echo mucho de menos. Quizás ahora, con la anunciada Bienal de Arte Contemporáneo se recupere otra vez el debate y la dialéctica».

La obra de Paco Molina se encuentra algo dispersa, pese a que el Monte se hizo con una colección bastante amplia que abarca desde los años 60 hasta su muerte en el 93. «En los últimos tiempos se han adquirido algunas obras en subasta, sobre todo de la época de los sesenta, para mí una de las más interesantes con aquellas cabezas que rayaban lo kicht. Sevilla tiene una deuda importante con pintores como Rolando Campos, Paco Cortijo y Paco Molina. Ha sido muy injusta con ellos, y creo que les debemos algo más que un simple homenaje o incluso una exposición. El día que se haga, aparecerán muchas lagunas en las nuevas generaciones que están tan dispersas».

SEVILLA. MARTA CARRASCO

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