EL TERROR DE LOS SIGNOS INCIERTOS. Mp & Mp Rosado

Sin Título, 2006. Impresión digital y acrílico sobre papel

En el famoso ensayo escrito por Sigmund Freud en 1919 como prólogo al relato fantástico El hombre de arena de E.T.A. Hoffman, define las experiencias siniestras como aquellas que se producen cuando “algo que siempre fue familiar a la vida síquica se torna extraño mediante el proceso de su represión…”. Como consecuencia de esto lo siniestro se encuentra instalado en los oscuros recovecos de nuestros miedos y ansiedades invocando de modo inevitable un cierto sentido de fatalidad.

No he podido evitar citar al insigne psicólogo austriaco porque en su texto identifica tres síntomas principales de lo siniestro que, con diversos matices, aparecen en la mayoría de las obras de MP & MP Rosado; dos hermanos gemelos nacidos en Cádiz que han hecho de sus propias paradojas identitarias el principal leiv motiv de su trabajo.
Las tres experiencias que determinan lo siniestro según Freud son:
1) El descubrimiento de la extrañeza dentro de un mundo cotidiano que aparentemente no guarda ningún misterio.
2)Cuando nos encontramos frente a un ser ante el cual no estamos seguros de si está vivo o muerto, animado o inanimado, despierto o dormido, mecánico o viviente…
El temor a enfrentarnos con nuestro propio doble.
Las obras de MP & MP Rosado, con su ambiente enrarecido y un tanto alucinógeno continúan en este sentido una rica tradición de la literatura y las artes visuales del siglo XX que, de modo directo o indirecto, han asumido y contextualizado tales síntomas.
La aterradora aparición de Doppelgangers (Dobles) es un tema recurrente en los primeros tiempos del cine: en El estudiante de Praga de Henrik Galeen (1926) el protagonista vende su imagen especular a un brujo y en castigo, es víctima de la maldición de un gemelo maléfico que comete varios crímenes en su nombre, viéndose finalmente obligado al suicidio como único modo de matar a su “doble criminal”…

El último salvaje, 2006. Madera, plástico, pintura acrílica

En el cine alemán del período de entreguerras abundan los personajes de identidad ambigua ante cuya presencia el espectador nunca está seguro de si se encuentra ante humanos, autómatas o seres inanimados que cobran vida de modo repentino; como el sonámbulo Cesare de El Gabinete del Doctor Caligari(Robert Wiene, 1920) que descansa dentro de una caja-ataúd o el muñeco de madera que cobra vida en El Golem (Paul Wegener, 1917).
En este mismo orden de cosas MP & MP Rosado sitúan a los protagonistas de sus instalaciones en los escalones de una jerarquía complicada; los personajes son dobles de sí mismos, pero al mismo tiempo son autorretratos de sus creadores, algo que no siempre sabe el espectador que se enfrenta con ellos, sin embargo, en sus últimas instalaciones tienden a escamotear los rasgos fisonómicos de los personajes, lo cual crea un mayor desasosiego en el observador.

Sín Título, 2006. Impresión digital y acrílico sobre papel

Es entonces cuando detectamos o intuimos que el componente sicológico de esas “no personas” conlleva referencias a la represión de la identidad, el castigo autoinflingido, la esquizofrenia, y en suma, a todo aquello que supone enfrentarse con uno mismo dentro de los confines ocultos de una conciencia culpable… pero también desde una fina ironía y un inteligente sentido del humor.
MP & MP saben sacar provecho plástico de la condición ambigua e inesperadamente siniestra de sus instalaciones, invitando al espectador a situarse literalmente “dentro” de las mismas y obligándolo a compartir la experiencia sicológica y sensorial de ese “encuentro inexplicable” que se produce dentro de unos escenarios más o menos cotidianos, aderezados con precarios muros de ladrillos, inestables tarimas de madera, alfombras o árboles. Pero lo que resulta verdaderamente inquietante es que, aunque no tenemos ninguna certidumbre de “lo que pasa”, casi todas las acciones que presenciamos por extrañas o grotescas que parezcan, llegan, inconscientemente, a resultar vagamente familiares: Todos hemos jugado de pequeños a escondernos dentro de una caja de cartón o debajo de una alfombra, o a “hacernos los muertos” en medio de un pasillo, o a hablar con nuestro amigo imaginario frente al espejo…
Ya antes de Freud, Schelling, el filósofo alemán del romanticismo definió la noción de “extrañeza inquietante” (unheimlich) como aquello que debía haber quedado oculto y aflora al exterior, revelándonos la cara inquietante de lo familiar.
Lo siniestro, nace pues, de una paradoja: la fuente del pavor no es lo extraño en su oposición inmediata a lo familiar, sino, más bien, aquello que antes era familiar y de repente emerge bajo un aspecto amenazador y peligroso.
Lo grotesco, es otro elemento presente en muchas instalaciones de los Rosado, y no debe extrañarnos pues lo grotesco completa el espectro estético de lo siniestro aportando elementos deformantes, monstruosos y hasta chocantemente humorísticos. Lo grotesco, busca un efecto de extrañeza que se genera por el enfrentamiento de elementos discordantes en el plano narrativo y conceptual, provocando, una vez más, la afloración de anormalidades dentro de unos espacios y unas situaciones que nos resultan familiares.
Por otra parte, hay en todas estas instalaciones tan teatrales, otro elemento que provoca un sentimiento de desasosiego y frustración en el espectador, nos referimos a la “tensión narrativa irresuelta”, es decir, a la catarata de preguntas sin respuesta que genera cada situación.En las escenas creadas por MP & MP Rosado el relato convencional se derrumba y ese mundo basado en la “relación causa-efecto” es sustituido por un “espacio de incertidumbre”, un “juego entre conspiradores” en el que –al igual que sucede en el cine de David Lynch- “siempre está a punto de pasar algo”.
MP & MP Rosado dosifican cuidadosamente la información que nos da sobre cada personaje y cada escena, obligándonos a decidir de un modo subjetivo el destino de los mismos. El resultado es de un efectismo perfectamente controlado que ejerce un atractivo hipnótico sobre el espectador pero cuya lectura no siempre es fácil pues esta “indefinición polisémica de los significados” puede llegar a ser vista como una “disfunción” que genera un sentimiento de amenaza al que Roland Barthes en sus textos sobre retórica de la imagen ha denominado: “el terror de los signos inciertos”.
MP & MP Rosado nos sitúan, en suma, en un territorio intersticial entra la realidad y el deseo, y al mismo tiempo, entre el flujo narrativo del teatro y la suspensión espacio-temporal del sueño, que podríamos calificar sin temor a equivocarnos como abiertamente neobarroco, por su teatralidad y su gusto por el simulacro. Sus escenarios atraen y dan miedo al mismo tiempo y una vez que han conseguido atraparnos nos abandonan para que, perdidos en su dimensión y en su juego de citas ocultas, busquemos inquietos una salida.

Javier Panera


Texto extraido de http://www.seacex.com

Fecha del texto orientativa. Por definir.

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