David López Panea: «En el paisaje se ejemplifica de manera clara el binomio hombre-naturaleza»

David López Panea. 2004

Le ha llegado la hora de hacerse pintor y ese tránsito vital se ha producido con el sosiego de ir asumiendo lo que estaba por llegar. El destino de este periplo por las potencialidades de la propia expresión se encontraba en el paisaje, tantas veces tanteado, y que ahora estaba en condiciones de asumir. «Mística» es una colección de obras en las que se manifiesta la claridivencia de saberse próximo a la propia verdad, de tener las palabras adecuadas para comunicar lo que se pretende decir. Una serie que David López Panea ha realizado con la premeditación suficiente para salir a la naturaleza y fundirla con su pintura, que se exhibe hasta el próximo 22 de mayo en el Taller del Pasaje (C/ Pasaje Mallol, 10).

La muestra se compone de una serie de pinturas realizadas en varios formatos, tres de ellas, de mayor formato (2 x 1,5 m), que a su vez, aparecen fragmentados en varios lienzos de 33 x 24 cm que funcionan a modo de aproximación a los detalles. Completan la colección otras piezas enmarcadas más pequeñas (12 x 15 cm) y cuatro acuarelas. «Mística» culmina un proceso de búsqueda interior en el entorno y de reafirmación. «Ahora puedo decir que estoy en el paisaje. Desde el primer momento en que decidí trabajar en el arte, fue la pintura el medio que escogí y siempre he trabajado con pasión y conocimiento», afirma David López Panea, que añade su interés por los temas tradicionales radica en que «son en los que se da de manera explícita un contacto íntimo y cercano, elemental entre el artista y el objeto que representa. En el paisaje se ejemplifica de manera clara el binomio hombre-naturaleza; el artista y el paisaje».

Esta aspiración a imbuirse en el entorno viene precedida de diferentes aproximaciones, entre las que el creador destaca especialmente el hito que marca la realización hace tres años del curso "Paisaje y modernidad" en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, en el cuál se produce el decisivo encuentro con Juan F. Lacomba. «Lacomba profesa un amor manifiesto por la naturaleza que se hace pintura en sus cuadros. A mí me hizo por primera vez mirar a la naturaleza. Allí estaba todo, el origen y el fin, la perpetuidad, el continuo cambio, la respuesta definitiva, la totalidad. Durante el curso pinté, por primera vez, con conciencia e intención paisaje».

Paulatinamente, en la obra de López Panea se ha ido gestando una naturaleza orgánica que no había llegado a alimentarse de su primigenia fuente hasta la realización de «Mística» en las pasadas Navidades de 2003. La lectura de textos de Jean Claire y Lacomba favorecen el afianzamiento de determinados conceptos como «lo local, el paisaje que te rodea, el campo que te ha visto crecer que eres tú mismo, la pintura contemplada como un medio terriblemente moderno y el óleo como herramienta necesaria, la tradición vista como un valor en sí». Así, el artista, que afirma que «requiere una premeditación y un proyecto sólido esto de irte a pintar paisajes de verdad», se trasladó al campo, a la provincia de Almería donde ya había escogido previamente el lugar donde iba trabajar: «en Cabo de Gata, cerca de San José. Previamente preparé un enorme lienzo de siete metros que envié por correo. En un principio no sabía si iba a pintar los siete metros continuos o fragmentar la pieza. Al final planeé fraccionarla. Me levantaba temprano, me ponía mi ropa de pintor, me colgaba una enorme mochila repleta de materiales, cogía mi gran lienzo y a andar por campo. A mi atalaya, a mi otero. Pintaba en el suelo, rodeando el lienzo. Cuando acabé el trabajo, recogí y para Sevilla, al estudio a terminar las piezas, a tocarlas un poco más», concluye.

LAURA FAJARDO/ ABC SEVILLA

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