Eduardo D’Acosta «Vallas» en la galería Birimbao.

Eduardo D'acosta

El proyecto (Vallas, 2008-2012) reúne una serie amplia de fotografías, realizadas en los últimos cuatro años por distintas regiones de España y Portugal, que muestran vallas publicitarias abandonadas. No subyace en este conjunto de tipologías ninguna intención documental. Más bien al contrario: lo que intenta es rescatar la valla como OBJETO descontextualizado y construir a partir de ahí un nuevo significado alejado de su función enunciativa inicial. Una vez que se inhabilita su uso publicitario y el contenido queda anulado como representación, la estructura que perdura permanece como una huella artificial (generada por la mano del hombre) que acaba incorporándose al paisaje de forma extraña y al mismo tiempo ajena. Su contemplación nos habla no sólo de expectativas malogradas o de ilusiones rotas, sino de una sociedad acelerada que ha tenido de repente que frenar su frenesí.

Las fotografías que conforman la serie VALLAS se centran en el continente y se despreocupan del mensaje original de los carteles. Revocado su valor connotativo como icono consumista y anulada su intención matriz como reclamo persuasivo, sólo nos queda un soporte ajado y descuidado, una no-imagen que reproduce algo que ya no existe. Si acaso, un recuerdo vago de lo que fue. Igual que si fuese un palimpsesto de hace siglos que conservara rastros de una escritura anterior borrada, estas representaciones acumulan una memoria especial. Los anuncios se sucedían sobre la misma superficie ocasión tras ocasión. Con cada cambio, un nuevo valor; con cada superposición, un nuevo sentido. Exactamente igual que en la Edad Media cuando se utilizaban una y otra vez los mismos pergaminos para distintas transcripciones.

Una valla sin anuncio pierde cualquier sentido. Se transforma en otra cosa. Es como una efigie colocada en un lugar privilegiado que no fue pensada para ser observada vacía. Así, lo que en un primer momento era invisible, pasa ahora a tomar protagonismo. Su forma, sus detalles, su blancura, las muescas del paso del tiempo…se convierten en elementos sustanciales que expresan algo diferente. Como si a un lienzo le mantuviéramos sólo el bastidor o tuviésemos la pausa de detenernos en los pormenores del pedestal de las estatuas. El soporte pasa a tener sentido por sí mismo y se convierte en el tema principal de la obra, un nuevo estatus donde las imágenes traslucen abandono, tristeza y melancolía. Casi como una escultura abandonada en mitad de no se sabe dónde, un armazón evocador que puede servir de paradigma para retratar de algún modo la época de recesión que estamos viviendo.

Desde que comenzó a hacer fotos Eduardo D’Acosta le ha preocupado el concepto de mentira, la idea de falsedad que conlleva una fotografía. Cree que la fotografía es una ficción constante (y no puede ser de otro modo), que a su vez esconde los mecanismos apropiados para hacer visibles estas falacias. Es la propia imagen la que nos tiene que hacer conscientes de su poder de convicción y manipulación. Autores como Vik Muniz, Thomas Demand, Thomas Ruff o Thomas Struth hacen que el espectador esté puesto constantemente en alerta sobre la fotografías, que no son más que una representación plana de la realidad.

En su primer proyecto HORIZONTES COTIDIANOS (2003-2005) se centró en la fragmentación para evitar la profundidad. Evadir la parte figurativa como elemento referencial. Con MENTIRAS (2006-2008) dio un paso más allá utilizando las posibilidades de manipulación digital para abrir el encuadre al paisaje y presentarlo todo en un mismo plano.  De este modo al unir varias imágenes planteaba la superposición evidente, con partes de la imagen duplicadas y uniones mal hechas, como solución a la perspectiva. Después con  APARIENCIAS (2009)   llevó este discurso al extremo puliendo los detalles técnicos para que la realidad planteada aún siendo ficticia y construida por manipulación digital no mintiera. Es decir colocar todo en un plano bidimensional que es lo único que puede reproducir la fotografía.

Ahora con VALLAS (2008-2012) retoma el concepto de mentira huyendo de la parte física de una fotografía. Exprimidas las posibilidades con respecto al engaño que supone la perspectiva quiere ir más allá transformando el contenido de la imagen en objeto para aislarlo de su contexto y hacer evidente que el poder de la imagen no es omnímodo sino más bien lo contrario. La imagen de un anuncio (llena de exotismo, espectacularidad, sensualidad y erotismo) necesita un soporte para ser mostrada. Ese continente sin la imagen (el contenido) todavía es quizá más representativo y atractivo por su carácter abiertamente sugerente.”

Además las fotografías que muestra son esencialmente reproducciones de otras fotografías. Le interesa antes que nada como estudioso de la imagen y como docente experimentar con la fotografía, ya que es el único medio de expresión plástica que puede ser reproducido de forma literal.

Eduardo D’Acosta "Vallas"
Del 12 de abril al 22 de mayo de 2012.

www.birimbao.es

 

Deja una respuesta