Un segundo congela el arte andaluz contemporáneo

Pepa, Pepe y mi madre en la feria

El Centro Cultural CajaGranada reúne en la exposición ‘Presente Perfecto’ a 29 artistas de enorme proyección internacional como Ydáñez, Zurita, Aires o Zabell.

No hace falta esperar al futuro para tener conciencia de que el arte contemporáneo andaluz atraviesa por uno de sus momentos más fructíferos. Si hubiera que resumirlo, podría decirse que estamos en el tiempo verbal correcto: el presente perfecto de un "arte hecho por artistas cada vez más integrados en la escena internacional".

Un total de 29 artistas de toda Andalucía, 23 de ellos granadinos, unen su obra en Presente Perfecto. El Centro Cultural CajaGranada Memoria de Andalucía reúne así la exposición colectiva más completa jamás mostrada con una seña de identidad que vive en nombres propios como Santiago Ydáñez, Carlos Aires, Jesús Zurita o Simón Zabell. El superlativo viene a cuento porque nunca "ninguna institución ha acogido" una iniciativa de tanta envergadura y en la que participen tantos autores, subrayó ayer durante la presentación Inmaculada López Calahorro, directora de Museos y Promoción del Arte.

A juicio del comisario, Fernando Carnicero, "ésta es una gran oportunidad para ver arte contemporáneo", un tipo de arte con el que sólo algunas galerías andaluzas se atreven "con grandes dificultades", desarrollando, eso sí, "un trabajo significativo en nuestra comunidad".

Entrar en la amplia sala de exposiciones es encontrar todos los mundos posibles. El recorrido promete desde el principio con una fascinación por la naturaleza y los espacios públicos o íntimos. Se entra de la mano de autores como José Guerrero o Chico López. Si el primero ofrece en su obra Sin título (2007) una redención de un paraje que en otra mirada perdería su trascendencia, Chico López limita un momento, Pepa, Pepe y mi madre en la Feria, a base de líneas que se cruzan a modo de ramas.

Los paisajes urbanos son los protagonistas de la obra de Joaquín Peña-Toro, en Luz de gálibo, y Santiago Cirugeda, que con los vídeos Nivelado y Alquiler de azoteas ofrece otras alternativas de habitabilidad que poco tienen que ver con las ciudades actuales. Jesús Torres, sin embargo, sí encuentra en ellas la referencia para su trabajo, una videoinstalación de 35′ de duración que con el título Ciudad, arquitectura y química ofrece diapositivas tomadas en Oporto, Lisboa, París, Nueva York, Londres, Berlín, Madrid y Barcelona.

La inquietud es una de las emociones que subyacen en la obra de María José Gallardo, con su Corona Funeraria con Vid y Olivos o Marina R. Vargas, quien en Beretta 9×4 logra que una pistola se llene de un contenido rojo pero extraño.

Aparece una referencia orgánica en el acrílico Serie con-secuencias de María Acuyo, una suerte de conchas al borde de la extinción. María Ángeles Barbado, por su parte, consigue transmutar dos mundos diferentes en su fotografía Sin título, donde una araña es la protagonista. La obra de Marisa Mancilla se confunde entre lo orgánico y lo volátil en Emplumado 1e. Paco Montañés y sus Tres Monos y Víctor Pulido, con Vida social, recurren a los animales para hablar de las relaciones.

La vehemencia que se observa en uno de los últimos rostros pintados por Santiago Ydáñez comparten el escenario anatómico en la exposición con la propuesta de Ángeles Agrela, quien en 44ª lección de anatomía vuelve a estudiar su cuerpo, su vestido y roll social. Es poderosa también la mirada que le dirige al cuerpo Carlos Aires en el retrato de la vedette de cabaret de su serie Y fueron felices o la que Juan Francisco Casas congela en Autorretratoconholandesa.

La relación del ser humano con el espacio que le rodea es visible en la curiosa obra de Águeda Fernández, quien se sirve de la intervención mural para expresar sus preferencias de la vida cotidiana. Otra clase de relación, esta vez la que tiene que ver con la autoría de una obra de arte, es la reflexión de la que parte Carlos Miranda en su The Estate of Anonymus: tinta de Furacao, una suerte de viñeta de una obra mayor. El maravilloso mundo de la geometría vuelve a salir airoso, como siempre, en la propuesta de la serie Juegos de artificio de Alejandro Gorafe. Una de las más conceptuales es Mimo, de Antonio Montalvo, quien hace una reflexión sobre el espacio interior.

De significados simbólicos irreconocibles se muestran las obras de autores como Jesús Zurita, Tannhaüser; Ruth Morán, Bajo el cielo un tupido velo; o Domingo Zorrilla, Mediodía.

 

M de la Corte

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