El IVA infla el arte

Durante los preparativos de la feria de arte contemporáneo ARCO suelen cerrarse la mayor parte de las ventas. Los galeristas señalan el agravio comparativo que puede haber en una feria como Arco al competir con las galerías europeas, con un impuesto mucho más bajo, por vender piezas a los coleccionistas.

Las galerías de arte españolas no recordarán estos dos últimos años como los mejores para la salud de sus negocios. Primero, la crisis de Arco y el enfrentamiento con la cúpula de Ifema. Ahora, las consecuencias de la crisis económica en el sector. "Esto sí que es serio", apunta un galerista al compararlo con las aguas que se revolvieron tras la dimisión de la anterior directora de la feria de arte contemporáneo. Se refiere a una vieja reivindicación de los galeristas, que vuelve con cada aprieto económico: "Tenemos el IVA que tienen las pieles, no responde al patrimonio artístico y cultural que genera la actividad artística", según Norberto Doctor, director de Fúcares.

Los galeristas se quejan de estar fuera de los gravámenes propios de la industria cultural, porque a ojos de Hacienda el teatro, el cine, la música o los libros no son lo mismo que el arte. Esta actividad queda fijada en un IVA del 16%, mientras que el resto de las industrias culturales tienen que rendir un 7% (el libro, un 4%). Con la subida del próximo jueves del Impuesto sobre el Valor Añadido, quedarán ambas en un 18% y un 9%, respectivamente. Desde el Consorcio de Galerías Españolas piden al Ministerio Cultura que haga de mediadora ante el Ministerio de Hacienda para rectificar y que sean consideradas como parte de la industria cultural.

"Es un agravio comparativo con otras industrias culturales porque no nos podemos beneficiar del IVA cultural. Somos el país con el IVA más alto de Europa, lo que hace que estemos perdiendo clientes y competitividad porque los coleccionistas españoles prefieren comprar fuera y los extranjeros ni se lo plantean. La situación es indecente", cuenta José Martínez Calvo, de la galería Espacio Mínimo y presidente del Consorcio de Galerías Españolas. Desde la Ley de 1992 se les ha mantenido al margen de la reducción cultural y desde entonces pelean por la reducción.

Si no se les considera industria cultural amenazan con reinventarse el negocio. Alquilarán espacios más pequeños, suficientes para vender, pero acabarán con las exposiciones. "La situación económica es tan mala que lo más probable es que tengamos que cerrar nuestros espacios. No habrá acceso libre y nos dedicaremos nada más que a vender", cuenta apocalíptico Martínez Calvo. "Este aumento es una estocada de muerte para nosotros. Tenemos un IVA mucho mayor que Inglaterra, Francia y Alemania, nuestros principales competidores, esto es un cachondeo. A nuestros clientes les compensa irse fuera a comprar", cuenta Alberto de Juan, de Max Estrella.

Emilio Pi es coleccionista junto con Helena Fernandino e invierten cerca de 100.000 euros anualmente en su colección. Con ese presupuesto tienen para unas siete piezas al año. En estos momentos, su colección especializada en vídeo, con unas 90 piezas, es una de las más importantes en España, con artistas como Marina Abramovic, Carlos Amorales, Vanessa Beecroft, Tracy Emin, Douglas Gordon, Fiona Tan, Toni Abad, Antoni Muntadas, Sergio Prego o Fernando Sánchez Castillo. La aplicación del IVA no cultural le indigna, porque "no tiene sentido aplicar un IVA al artista y otro a los galeristas y coleccionistas". Entre las situaciones más grotescas sucede que si el artista decide vender su obra por su cuenta declarará el 7%.

"No tiene sentido que no se considere a las artes plásticas una actividad cultural. Los coleccionistas nos planteamos ir a comprar al extranjero. Los artistas ahora se comparten y al que busco lo puedo encontrar aquí y en una galería de Londres, con un IVA mucho menor. Eso es un paso atrás como saltarnos a la galería y hablar con el artista para ahorrarnos el IVA no cultural. No se mueven cantidades tan altas como para desequilibrar las arcas del Estado", dice Pi.

Lo cierto es que a día de hoy el Ministerio de Cultura desconoce las cifras del volumen de negocio anual que mueve el sector de las galerías de arte. Nunca han facilitado cifras y se deconoce lo que aportan al PIB como industria, nadie sabe si es un sector importante o a la baja. Todavía arrastran las oscuridades de los años en los que se hacía la vista gorda con la factura, a pesar de que hoy nada se haga sin declarar a Hacienda, como ellos mismos dicen.

La postura del Ministerio de Cultura ante esta vieja reclamación, por primera vez en 18 años, ha cambiado. Ángeles Albert, directora general de Bellas Artes y Bienes Culturales, confirmaba ayer a este periódico que el martes próximo se sentará con el Consorcio de Galerías Españolas para transmitirles todo su apoyo y su compromiso para definir los impuestos de las galerías del arte como otro sector más de la industria cultural. De momento, estudian caso por caso el IVA que se aplica en Europa al arte para defender con un informe detallado la reducción que exigen las galerías frente a los responsables del Ministerio de Hacienda, que tienen la última palabra, más en estos días de crisis.

El eterno debate

Juan Bonet es otro coleccionista apasionado que cede sus obras a museos para exposiciones. Reconoce que la subida de dos puntos del IVA no significará nada, pero aclara que no es de justicia que al arte no se grave como al resto de industrias culturales. "En España el coleccionismo no se entiende como una pasión, como una enfermedad. Aquí se cree que esto es una inversión para especular. Si te planteas el coleccionismo no como un medio para ganar dinero, el IVA tampoco es algo esencial. El coleccionista tiene una necesidad: investigar, buscar y encontrar la pieza que encaje en su colección. Un inversor sólo buscará la pieza que duplique su valor en pocos años", reconoce este mallorquín que prefiere no calcular lo que gasta al año.

El debate que plantea Hacienda es considerar a la venta y compra de arte como un ejercicio suntuario. Especulación, lujo innecesario "Para nada. La vocación última de cualquier coleccionista es devolver el arte, tu colección, a la sociedad. Cedemos obras a museos constantemente para que se expongan en exposiciones. Nuestra intención es el disfrute colectivo", aclara Emilio Pi. Bonet señala que es una cuestión de prejuicios económicos: "No se puede negar que tener un Picasso en tu casa te da un plus social. Esta polémica demuestra que el IVA es una cuestión de educación, porque el arte no es considerado una práctica cultural popular".

"El arte no es un artículo de lujo, es como comprarte un libro, música o ir al cine", dice Norberto Doctor. Este galerista apunta otro dato clave: Arco. "La feria tendrá que bajar los precios. Se dará el caso que en un stand francés puede venderse un artista con el 5% y en otro stand el mismo artista, en uno español, con el 18%", dice. Carlos Urroz, director de Arco, prefirió no hacer declaraciones al respecto a este periódico.

Narcís Pujol también es coleccionista, él invierte entre 60.000 y 100.000 euros al año, acaba de llegar de Art Basel, en Basilea (Suiza), y se queja de la falta de profesionalidad de algunas galerías españolas. "Estoy en contacto con galerías en Chicago y no sólo tienen mejor precio, sino también están mejor gestionadas. El IVA afecta, pero no es el único motivo por el que vas a comprar una pieza. Los problemas graves de algunas galerías españolas son estructurales", sentencia duro Pujol.

Creadores de Patrimonio

El galerista Guillermo de Osma se pregunta por qué nadie les ha escuchado todavía: "Quizás todavía no se nos tenga en cuenta. A pesar de que tengamos espacios abiertos al público, cosa que no pasa en el teatro o en el cine, siguen sin considerarnos industria cultural. Es absolutamente injusto". De Osma aclara que los galeristas crean patrimonio cultural, porque acogen a los artistas cuando son jóvenes y todavía no tienen las ayudas institucionales ni el reconocimiento. "A las galerías también les tenía que tocar la crisis, pero esto no es la manera de ser más competitivos. Sólo pedimos el 7%", explica.

No es el mejor año, ni el mejor momento. La mítica Tomás March de Valencia cierra, en Madrid la galería Salvador Díaz decide convertirse en fundación… "Hemos decidido dejar de luchar. Es una auténtica vergüenza que los galeristas seamos tratados de esta manera", asegura la directora Carolina Díaz. Explica que su público ha cambiado, que le cuesta menos llegar a la gente que como galería, y que las instituciones también les miran con otros ojos: "No creen que vayamos a venderles nada". La última palabra la tiene Hacienda, aunque a este periódico no haya podido aclarar la posición del gabinete.

PEIO H. RIAÑO MADRID 29/06/2010 

www.publico.es

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