La galería Siboney convoca desde hoy a veinte artistas en torno al ‘paisaje como autorretrato’

Ramón David Morales. Tractor destructor. Acrílico sobre lienzo. 60 x 73. 2010

Una veintena de artistas conforman las miradas de ‘Paisajes interiores’ , un itinerario colectivo con un territorio común vertebrado por ‘el paisaje como autorretrato’ que propone la galería santanderina Siboney. La exposición, que se inaugura hoy a las ocho de la tarde, está conformada por creadores ligados en su mayoría desde hace años a la trayectoria de la galería de Castelar, que cumple su 25 aniversario. Entre la nómina de artistas, Siboney ha incluido a creadores cántabros como Emilio González Sainz y José Luis Mazarío que han marcado en los últimos años dos de las interpretaciones pictóricas más personales y celebradas del paisaje. Miguel Galano, Enric Balanzá, Damián Flores, Sara Quintero, Pedro Esteban, Leo Wellmar, Marcelo Fuentes, Joan Boy, Ramón David Morales, María Gómez, Chema Peralta, Elena Goñi, Carlos García Alix, Fernando Babío, Dis Berlin y Juan Carlos Savater completan la exposición. El crítico, escritor y ex director del Reina Sofía, Juan Manuel Bonet,ha elaborado una reflexión global sobre la identidad de esta muestra bajo el epígrafe de ‘Soledades juntas’.

 

En realidad, la colectiva viene a complementar otra celebrada en 2008 en la misma galería. En ambas, el artífice, animador y descubridor de nuevos artistas, ha sido Dis Berlin, personalidad siempre clave en la galería de Castelar, «además de polifacético y espléndido pintor, como impulsor generacional desde los tiempos ya lejanos de las colectivas ‘El retorno del hijo pródigo’» de esta sala. La anterior cita fue ‘Paisajes imaginarios’, la cual la integraron obras de Andrea Bloise, Ángel Mateo Charris, Juan Cuellar, Belén Franco, Josep Güell, Angie Kaak, Juan Antonio Mañas, Guillermo Pérez Villalta, Arturo Prins, Brigitte Scenzi, José Luis Serzo, Santiago Talavera, y Paco de la Torre, más Ignacio Gómez de Liaño vinculado a varios de los convocados y prologuista. En la nueva entrega se entrecruzan o funden amistades, críticas, lecturas diversas, fascinaciones compartidas…. La galería que dirige Juan Riancho comenzó este invierno con Xesús Vázquez su serie conmemorativa de los 25 años, que continuará con otros artistas durante el resto del año.

 

09.04.10 – 00:15  
G. B. | SANTANDER.

 

www.eldiariomontanes.es

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PAISAJES INTERIORES. El paisaje como autoretrato

Galeria Siboney C/Castelar nº 7 39004 SANTANDER 942 31 10 03 

Del 9 de abril al 16 de mayo de 2010

 

Soledades juntas

Dis Berlin, personaje siempre clave, además de como polifacético y espléndido pintor, como impulsor generacional desde los tiempos ya lejanos de las colectivas El retorno del hijo pródigo, es el artífice de esta nueva colectiva santanderina, en Siboney, Paisajes interiores: El paisaje como autorretrato, que viene a complementar otra celebrada en 2008 en la misma galería y con el mismo comisario, Paisajes imaginarios, en la cual además de consigo mismo contó con Andrea Bloise, Ángel Mateo Charris, Juan Cuellar, Belén Franco, Josep Güell, Angie Kaak, Juan Antonio Mañas, Guillermo Pérez Villalta, Arturo Prins, Brigitte Scenzi, José Luis Serzo, Santiago Talavera, y Paco de la Torre, más Ignacio Gómez de Liaño –tan vinculado a varios de los convocados- como prologuista…

En esta nueva entrega, de Madrid o su región, además del propio comisario –con una portentosa escena de paracaidistas-, comparecen Damián Flores, uno de los grandes cronistas que tiene hoy la capital de España, y que aquí se autorretrata a través de su propio taller abigarrado; Carlos García-Alix, pintor modianesco, y habitante de un arrabal universal, poblado de espectros inquietantes; María Gómez, que últimamente se prodiga menos de lo que nos gustaría a sus fans, y cuyo nocturno azul nos permite comprobar que a pesar de ese relativo silencio, sigue muy en forma; Chema Peralta, cuya Castilla esencial –sus cerros, sus cielos con escasas nubes- tiene siempre algo de canejiano; y la sombría y siempre desasosegante Sara Quintero, a la que en su momento retraté –y su obra sucesiva me ha reafirmado en ello- como una rara heredera de Alfonso Ponce de León. Pintores los cinco muy importantes, y que permiten ser optimistas respecto de la continuidad de la figuración, en la capital de España, donde además están, entre otros, Juan Antonio Aguirre, Jaime Aledo, Juan Manuel Fernández Pera, Belén Franco, Carlos Franco, Concha Gómez-Acebo, Angie Kaak, Mariana Laín, Juan Carlos Lázaro, Elena Martí Zaro, Sigfrido Martín Begué, Fernando Martín Godoy, Alberto Pina, Antonio Rojas, Sergio Sanz…

Aquí comparecen también tres del Muelle de Levante: el siempre narrativo Enric Balanzá en su eterna ronda infantil como para acompañarla de versos de José María Eguren; Pedro Esteban, que ha dicho como nadie las afueras de esa ciudad; y Marcelo Fuentes, obsesionado por la representación de la urbe, ya sea su Valencia natal, ya sea Nueva York, y siempre con un estilo contenido, que remite a la vez a Morandi, y a Hopper. En la capital valenciana –más la vecina Cartagena, la ciudad más metafísica de España- ha tenido la nueva figuración española, estos últimos años, uno de sus principales focos. Ahí estudió y trabaja Paco de la Torre, cuya tésis doctoral en marcha va a permitir entender muchos aspectos hasta ahora mal estudiados de la historia de esa figuración nueva, otra, y sobre todo de la tradición sobre la cual se fundamenta, de sus raíces, evidenciadas, en la anterior colectiva de Siboney, por la presencia de Pérez Villalta.

De la vecina Asturias no podía faltar Miguel Galano, singularísima figura, hondo pintor cuyo trabajo como paisajista –su Tapia de Casariego natal y otros pueblos del Oeste, las casas solitarias, las carreteras secundarias de una Galicia cunqueiriana, el alfoz de Oviedo, la pureza extrema de las cumbres nevadas, los parques y los cementerios, Praga y Cracovia y otras ciudades de Mitteleuropa- nos impresiona cada vez más.

Siempre al Septentrión, dos de los pintores cántabros de la escudería de Juan Riancho en Siboney, los siempre maravillosos Emilio González Sáinz y José Luis Mazarío, los dos únicos que repiten, con Dis Berlin, respecto de Paisajes imaginarios. El primero es una especie de Patinir moderno, que pinta lo que vive, lo que tiene más cerca, un mundo rural, su propia casa como alto refugio, bandadas de pájaros medievales, el Cantábrico y las barcas, pero que también gusta de fabular, un poco a lo Julio Verne, aventuras de alpinistas o de exploradores polares. El segundo alía inteligentemente metafísica, y un sentimiento más sensual de la pintura, que enlaza con Bonnard o Matisse, tan a la orden del día en los setenta madrileños, vía Juan Antonio Aguirre, Carlos Alcolea, Juan Navarro Baldeweg o Manolo Quejido, que aquí de nuevo hemos de hablar de raíces.

Novedades, nuevos fichajes disberlineses, que este artista incansable ha prestado al nuevo arte español servicios impagables, al ir incorporando, en sus sucesivas propuestas expositivas, nuevos individuos a nuestra escena. Otro del Noroeste, el gallego y silencioso y corotiano Fernando Babío, que descubrimos en la Mostra Fenosa, y que obtuvo una mención en la edición de 2005 del Premio Ángel, y que estuvo en La pintura en los tiempos del arte, la última colectiva de tendencia de Enrique Andrés Ruiz, celebrada en la Pamplona de 2008. La navarra e inelocuente Elena Goñi, discípula del gran Aquerreta: pintora asimismo enseñada ahí, y sobre la cual poco después el poeta publicaría una monografía, editada por el Gobierno de esa Comunidad donde hay tantos buenos pintores de esta cuerda. El catalán y crepuscular Joan Boy, cuyo descubrimiento le debemos a Víctor Saavedra, y asimismo presente en esa colectiva pamplonesa que cito por tercera y última vez, pero que también debería haber mencionado a propósito de Galano y de Carlos García-Alix. El veterano Juan Carlos Savater, siempre un outsider, saltándose a la torera las fronteras abstracción-figuración. El sevillano, esquinado e irónico Ramón David Morales, abriendo la muestra hacia una ciudad donde últimamente en materia de pintura, y más específicamente de pintura figurativa, están pasando cosas realmente interesantes. Y por último, la sueca –hoy residente en Barcelona- Leo Wellmar, moradora de un mundo silente y como congelado…

Hay algo grupal en la tarea de estos pintores, hay contactos y a veces amistad entre ellos, hay un pensamiento articulador que es una vez más el de un Dis Berlin más irritado que nunca por la atmósfera dominante en el mundillo artístico, hay lecturas y fascinaciones (especialmente por artistas a trasmano) compartidas, hay la labor por lo general heróica de galerías como Estampa, My Name’s Lolita, Guillermo de Osma, Víctor Saavedra, Siboney, Utopia Parkway o Alonso Vidal, o las desaparecidas El Caballo de Troya, Muelle 27 y Sen, hay coleccionistas militantes –Álvaro Villacieros y Manolo Gulliver, por sólo citar a dos de los más activos, que además han actuado a menudo en comandita-, hay la acción de ciertos críticos y entre ellos Enrique Andrés Ruiz, Raúl Eguizábal, Fernando Huici o el llorado Dámaso Santos Amestoy. Pero hay, sobre todo, soledades juntas, por decirlo con un gran título poético, que siempre me gustó –y del cual ya me he apropiado en alguna ocasión anterior-, de Manuel Altolaguirre. Soledades juntas, actuantes: Carlos García-Alix y Pedro Esteban cavilando en sus respectivas banlieues, Emilio González Sáinz allá arriba en su Arcadia cántabra, Galano y Chema Peralta y Mazarío y Leo Wellmar en admiración ante el esplendor de la naturaleza –aunque Galano también es único diciendo el alfoz ovetense o la débil luz del reloj de Dom Pod Globusem entre las ramas negras de los árboles de los Planty-, Damián Flores como un Canaletto del Madrid funcionalista de los años de la Dictadura y la República –un Canaletto casi tan memorioso y modianesco como Carlos García-Alix-, Marcelo Fuentes como el hombre de las metrópolis ocres, Fernando Babío y Elena Goñi entregados al trabajo del silencio, Joan Boy de contemplanubes, María Gómez encendiendo sus luces en la noche, y así sucesivamente…

JUAN MANUEL BONET

 

 

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