Joaquín Sáenz. Casa de la Provincia. Sevilla

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Cuando la pintura sevillana de la segunda mitad del siglo XX consiguió superar los eternos pasados de un decimonónico longevo, una serie de nombres comprometidos con la modernidad ocuparon, con fuerza, gran parte del espectro artísticos de la ciudad. Joaquín Sáenz era tenido en la máxima consideración porque su obra estaba muy por encima de cualquier planteamiento; su tremenda capacidad creativa, su bellísima realidad portadora de las más sutiles esencias y su figuración, ajena, por completo, a los trasnochados postulados de mera epidermis virtuosista, marcaron las rutas de esa pintura sin reveses que permanece eterna porque su compromiso artístico ha dado un paso adelante y está muy por encima de los efímeros dictámenes de la moda. La obra del pintor sevillano se caracteriza por su intimismo, por una manifiesta exquisitez formal que se traduce en la representación de unos ambientes cálidos y sencillos. Es la plasmación de un diáfano horizonte donde, en este caso, los interiores de una imprenta familiar, muestran, con una magistral economía de medios, una profunda plasticidad inundada de especialísimas connotaciones líricas. Joaquín Sáenz nos sitúa en una entrañable pintura configurada desde una sutil matización cromática de delicados acentos luminosos y tenues impactos expresionistas donde la realidad circundante adopta un significativo encanto especial.
 
Bernardo Palomo
 
 
Joaquín Sáenz
Casa de la Provincia. Sevilla. Plaza del Triunfo, 1. Hasta el 10 de enero
 
www.elcultural.es
19/12/1999 

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