Esta primera selección del tándem Valdés / Reina que se ha pasado los dos primeros fines de semanas del mes, tiene la gran virtud de haber rescatado tres piezas excepcionales de Juan Sebastián Bollaín producidas a principio de los años ochenta, un grupo de cortos no vistos con anterioridad en ningún sitio público aunque sí en proyecciones privadas. La trilogía recurre a un divertido surrealismo para criticar con ironía el estatismo y los prejuicios de una ciudad como Sevilla, aferrada en los albores de la democracia a la veneración por sus tradiciones y el apego por sus costumbres. Otro de los aciertos es incluir el último vídeo realizado por Nuria Carrasco, una de las artistas andaluzas más importantes de los años noventa que vuelve a la palestra con una pieza tan afilada como afinada. Su trabajo trasmina sarcasmo y humor, cuestionando dos mundos antagónicos (la vida de los ricos, la vida de los pobres) a través de un falso documental donde las protagonistas que nos enseñan sus respectivas casas han cambiado sus roles: la señora de La Moraleja nos pasea por la chabola donde vive y una gitana despreocupada presenta su lujoso chalé.
Al ser piezas cortas mostradas una a continuación de otra, la sesión se hace amena y la atención se mantiene fija en todo momento. El stop-motion de Curro González, más conocido, nos remite a los miedos y preocupaciones que asedian al artista durante el sueño. Las piezas más poéticas son las de Ingrid Buchwald y Daniel Cuberta Touzón, y las que quizás tienen menos atractivo son el ejemplo de vivienda alternativa de Cirugeda (excesivamente anecdótico) y el acelerado viaje en moto de Juan Carlos Robles, al que no le encontré sentido. Otra obra inédita es la de Jaime Gastalver, una escena callejera real grabada desde la ventana de su estudio en un voyeurismo imprevisto. El vídeo es duro porque destapa las miserias de personajes auténticos en un episodio incómodo. Un indigente aturdido permanece tirado en la acera. No habla nada, la gente pasa. Llega la policía, aparece una monja. Como no saben bien qué hacer, la autoridad dice: "No te muevas que vamos a tomar un café, ahora volvemos. ¿Quieres que te traigamos tabaco?" (sic). Más berlanguiano que el propio Berlanga. La realidad supera, como casi siempre, a la ficción. El guión lo habría firmado hasta el mismísimo Rafael Azcona. Al final, después de un extraño impasse, el mendigo se levanta con esfuerzo y se marcha cojeando.
SEMA D’ACOSTA
del blog ‘Tanto monta, monta tanto’