Alejandra Freymann ( Pepe Cobo y cía )

Alejandra Freymann en Pepe Cobo y cía

La mexicana Alejandra Freymann es, con 25 años, uno de los nuevos valores del arte actual. La prestigiosa revista Frieze reseña sus exposiciones y de la mano de Pepe Cobo participa con éxito en las ferias más importante del mundo. Futuro prometedor. Aunque, como dice en una de sus series de dibujos, “todas las cosas del mundo están (aún) por suceder.” Con su primera individual en Madrid, acelera el paso.

 

Cada una de las pinturas de Alejandra Freymann (Xalapa, México, 1983) son como un monólogo interior, historias sin comienzo, nudo ni desenlace y que parecen anteponerse a todo discurso. Unos paisajes pintados siempre al óleo, sutiles y casi precarios, donde el sujeto es el protagonista: personajes indefinidos, de graciosa fragilidad e intensidad emotiva inmersos en una narración siempre interrumpida, misteriosa. Todo aparece teñido por un aire de realismo mágico que parece dar verosimilitud interna a unas imágenes que parecen surgidas del duermevela. Aunque para ella los verdaderos sueños son los que se tienen despierto. El último es el fichaje de Pepe Cobo para su galería tras descubrirla, hace un par de años, en una de las clases de Gonzalo Puch en la Universidad de Cuenca, donde se licenció y reside desde hace años. Justo en los días previos a su inauguración el próximo lunes viaja a Madrid para hablarnos de encuentros, desencuentros y expectativas.  

-“Todo sueño posible está en las cosas que ya sabemos”, afirma. ¿Es ése su punto de partida?

-Así es. Me interesa el espacio intermedio de lo consciente y lo inconsciente, de lo que podemos saber por medio de la imaginación. De hecho, parto siempre de un escenario algo onírico donde no hay apenas distancias y el acontecimiento sucede en todos los planos a la vez.  

-¿Cómo se traslada eso a su próxima exposición en Pepe Cobo y cía?

-La exposición consta de una nueva serie de pinturas de escalas muy diferentes donde encontraremos paisajes llenos de micronarraciones interconectados unos con otros. En ellos siempre hay una historia latente, con personajes abstraídos en acciones anecdóticas y bajo una escenografía muy marcada, casi irreal. Tal vez, pese a tratar los mismos temas, todo el ecosistema emocional de los afectos, los cuadros están más desnudos y los mensajes son más concisos y radicales. Pese a la opacidad, el sentido cerrado y la carga emocional de la imagen, en todas las pinturas sobrevuela cierto optimismo e, incluso, una cierto aire de felicidad.

-Su trabajo está muy vinculado a los conceptos de luz y narrativa. Algo nada casual viendo que creció en un contexto en el que su madre se dedicara a la literatura y su padre a la iluminación de escena. ¿Qué le interesa de ambos?

-Ambas cosas son ideas básicas en mi trabajo. El sentido teatral está siempre presente en mi imaginario de una manera simbólica, en parte por educación y como herencia. Por otro lado, he tenido una educación muy literaria y me interesa también la luz como valor simbólico ligado al texto, es decir que parte de él a la vez que lo enriquece.

-¿De qué otros referentes se componen esos escenarios?

-Algo de realismo mágico mexicano, como experiencia infantil y cultural, el poder simbólico de la naturaleza mezclado con el asfalto de Bruselas, y un poco el extraño mundo del folclore andaluz. Dentro de eso, autores como Giotto, Magritte, Brueghel, Marcel Dzama, David Lynch o Pierre Letan.  

-Lo cierto es que hay un misticismo implícito muy claro en sus pinturas.

-Así es, aunque no remite tanto a una creencia o un acto de fe, sino a una actitud y una forma de ver las cosas. Seguramente es por lo que mis imágenes tampoco tienen una ficisidad muy concreta y todo es bastante volátil.

-Sus pinturas son en realidad fábulas teñidas de humor…

-Sí, son fábulas en cuanto a que remiten a cierta idea de cuento y rumor de fondo y se sirve de escenarios naturales, a veces con animales. El humor es siempre un juego con el lenguaje y, por tanto, con el color a la hora de pintar.

-También sus diminutas figuras muestran indicios de desequilibrio y transmiten una sensación de crisis cercanas a la erosión o la entropía. ¿Qué peso tiene ese vacío?

-Creo que es ese vacío el que permite a mis personajes hacer cosas interesantes. Esa sensación de crisis no es, pues, en ningún caso negativa. Al contrario, es un espacio activo, como el que da la sensación de soledad positiva.

-¿Cómo ve la escena más joven del arte? ¿Cree que la pintura está de moda?

-En parte sí siento un lazo generacional aunque lo común podrían ser anecdóticos. Sobre la pintura, supongo que no mucho, aunque no me preocupa demasiado. Incluso prefiero que no esté de moda.

Bea ESPEJO


Pepe Cobo y cía

Insólito es el nuevo escenario de la galería Pepe Cobo. Lejano al cubo blanco típico, este nuevo espacio, un antiguo taller de cambio de aceite de vehículos situado en la calle José Marañón 7, ofrece singularidad a lo previsible de las exposiciones de galería y un reto para los artistas, ya que el lugar conserva todo su aspecto de taller mecánico. Algo siempre a celebrar, lo de saber renovarse y arriesgarse con ideas nuevas.

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