Santiago Ydáñez y Aitor Ortiz ganan los III Premios ABC de Pintura y Fotografía

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Rafael Canogar, presidente del Jurado, confiesa que se han sorprendido «muy favorable y gratamente» con la brillantez de los jóvenes creadores: «Querría destacar asimismo la honradez con la que hemos emitido nuestro veredicto. Todos hemos estado de acuerdo en lo que había que seleccionar, aunque siempre quedan trabajos sin premiar cuando podrían haber sido distinguidos. Ha habido pleno acuerdo». De Santiago Ydáñez, premio de Pintura, Canogar señala que su obra nos hace creer en la pintura: «Con una economía de medios muy importante (sobre todo en cuanto a color y técnica) el artista trabaja el óleo sobre la bidimensionalidad de una tela y ahí la figura humana alcanza una fuerza que impresiona». De las obras finalistas, Canogar apunta que «representan diversas formas de entender las artes plásticas, con riqueza, frescura y aires de arte joven».

DECISIÓN MUY REÑIDA

El presidente del Jurado destaca el lirismo y la poética de la imagen de las obras que optaban al premio de Fotografía: «Ha sido una decisión muy reñida. Se ve que la fotografía interesa muchísimo. La obra ganadora es una estructura de columnas muy interesantes, casi perfectas en su composición, y estructuradas». A Canogar esta imagen le hace pensar en el alemán Kiefer, renovador de la expresión: «En la fotografía ganadora, ese encuentro entre la abstracción y la expresión es muy plástico, veraz y honesto en el lenguaje con los medios. Y concluyo, el nivel ha sido de muy altísima calidad». Las dos obras ganadoras más las diez menciones honoríficas se exhibirán en el «stand» de ABC en ARCO, del 14 al 19 de febrero próximo.

Santiago Ydáñez Ydáñez nació en Puente de Génave (Jaen) hace treinta y cuatro años. A los pies de la Sierra del Segura. Santiago Ydáñez pinta rostros, miradas que se cruzan, ojos que se escrutan, caras de gente cercana, la faz de sus amigos: «Me entusiasma trabajar sobre las expresiones facial y corporal, con movimientos amables y limítrofes. Me causa mucha inquietud. Es una especie de juego. Así, en una exposición sobre juego y religión utilicé como símbolo del juego un muñeco de futbolín muy parecido al exvoto ibérico. Quise poner en relación el fanatismo religioso y el fanatismo del juego». Hace algo más de año y medio, Santiago Ydáñez integró una selección internacional de artistas que puso en juego en la Kunsthal de Rotterdam su pasión por el deporte rey, el fútbol, aunque él volcó su pasión en el futbolín, de cuyas cabezas hieráticas ha hecho arte.

Santiago Ydáñez, cuya obra se expone en la galería Luis Adelantado de Valencia, pinta rostros potentes, como la obra ganadora, y amansa los colores (azul, ocre, rojo…) para convertir el trazo en fuerza, personalidad estética y calidad pictórica, como ha subrayado el Jurado. Confiesa que este premio cambia la vida de cualquier artista: «Cuando deje de hablar con usted pegaré saltos como un loco -confesaba ayer desde París, donde vive y labora-. Un galardón tan prestigioso como el de ABC proyecta a un artista, aunque nuestro trabajo es cuestión de tiempo. Pero ahora consigues estar en grandes colecciones y exposiciones, en ferias de arte». La vocación de Santiago Ydáñez era la geología, hasta que un amigo suyo le confió cierto día: «Matricúlate en arte; allí no haces nada». «Me dije: es mi carrera y aquí estoy», revela.

JUNTO A TÀPIES EN LISBOA

Santiago Ydáñez ha peregrinado con su arte por media España y también medio mundo: desde Albacete a Murcia pasando por Jaén, Valencia, Vilafranca del Penedés, Barcelona, Miami, Sao Paulo, Milán… Ha cosechado algunos galardones y su obra cuelga de diversas Diputaciones e incluso en el Museo Sofía Ímber de Caracas. En la galería Fernando Santos de Lisboa comparte espacio con Antoni Tàpies «y estoy entusiasmado». El año pasado, durante su etapa como becario del Colegio de España en París, realizó la faz con la que ha ganado el III ABC de Pintura. El arte, para este joven creador, es vivir y sentir. Ydáñez admira al artista alemán Gerard Richter, a Hans Holbein, a Saura, a García Sevilla, a Broto y el arte del Renacimiento: «Me interesa el expresionismo por el impacto de las imágenes y por la pasión espiritual». Su proyecto más inmediato es «ver museos en París».

A sus 30 años, Aitor Ortiz ya sabe lo que es ganar premios, ser mención especial como fotógrafo revelación en PhotoEspaña, exponer en ARCO, llevar su obra a Colonia, Munich, Bélgica, Irlanda, Los Ángeles o China; y hacer que centros como el Guggenheim de Bilbao, el IVAM y Ayuntamientos (Madrid, Bilbao, Oviedo…) compren su obra. En España le representa la galería Max Estrella de Madrid y, desde hace un par de años, tiene también galería en Alemania y Estados Unidos. Pero, aunque no sea nuevo en esta plaza, no esconde que el Premio ABC de Fotografía le hace mucha ilusión. «No me lo esperaba -apunta-; es una ayuda moral y económica».

APUNTARSE AL CARRO POR MODA

Dice que la fotografía «es un medio relativamente nuevo, que tiene que generar y degenerar en otras muchas cosas. Para lo bueno y para lo malo». Se explica: «Hay muchos artistas plásticos que se apuntan al carro de la fotografía por moda, pues es un momento muy dulce para esta disciplina artística. Pero tiene su lado perverso: hay que prepararse para este medio y la fotografía no está demasiado desarrollada en las Facultades. No consiste en dejarse llevar y engancharse sin más a este tren. Pero creo que el tiempo es el mejor filtro». Para el joven artista bilbaíno, vivimos en una sociedad de medios, en los que prima la potencia y el poderío de la carga visual: «Nuestros ojos, nuestras mentes, necesitan asimilar imágenes».

En cuanto al binomio pintura-fotografía, piensa que la primera «la tienen todos asimilada, pues se asocia con algo pasado, mientras que la fotografía ofrece muchísimas posibilidades». Pero aclara que esto es algo cíclico: «Volverá un momento dulce para la pintura». Algunos miembros del Jurado destacaban ayer que está primando la fusión de técnicas, lo que está eliminando las barreras. Aitor Ortiz se muestra de acuerdo: «Cada vez más se da la tendencia a no discriminar y hacer separaciones, a mezclar. Y eso no me parece nada mal. No estoy de acuerdo con ese afán de catalogarlo todo».

Ha realizado algunos trabajos de encargo, como unas fotografías artísticas (en color) sobre la construcción del Museo Guggenheim de Bilbao. ¿No le ha tentado la fotografía documental? «He hecho algunos trabajos en este sentido, pero han sido trabajos editoriales».

A su nómina de reconocimientos une ahora el III Premio ABC de Fotografía, obtenido por su obra «Destructuras», una enigmática e hipnotizadora instantánea en blanco y negro, «realizada digitalmente, pero con una técnica clasicista». Le gusta -confiesa- que en la apariencia no se note el medio utilizado. En contra de lo que pudiera pensarse, no ha utilizado en estas «Destructuras» una cámara digital, sino de placas. Eso sí, ensambló los originales por ordenador. Las suyas son «imágenes de arquitecturas intemporales, arquitecturas muy monumentales. Me interesa un estereotipo de arquitectura sin recubrimiento, sin acabado; dejar sólo las tripas». Prepara una nueva serie para la Sala Rekalde de Bilbao sobre arquitectura. ¿Por qué esa obsesión? ¿Es, tal vez, un arquitecto frustrado? «No. Es, para mí, una inquietud. Yo me planteo la arquitectura a nivel reflexivo».

Sobre la obra ganadora, comenta que es «un bosque de columnas de una central térmica, que casi llega a recordar a la Mezquita de Córdoba, con un fondo de agua en movimiento». No especifica dónde está dicha central térmica, porque no le preocupan los lugares, sino la monumentalidad de los espacios. Ello, unido al gran formato que utiliza en esta fotografía, hace que el resultado no sea una obra intimista, sino monumental, imponente.

www.abc.es

MADRID. A. Astorga/N. Pulido

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