Somos el fango. Rubén Guerrero y J. M. Pereñíguez

Somos el fango. Rubén Guerrero y J. M. Pereñíguez

Un proyecto de Rubén Guerrero y J. M. Pereñíguez para Sala de eStar de Sevilla

"Lo que sin duda hay de terrible en la escritura
es, Fedro, su semejanza con la pintura:
¿no se presentan los hijos de ésta como seres vivos
que se callan majestuosamente cuando se les interroga?"
Platón. Fedro.

 

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Somos el Fango. No hacemos del Fango nuestro tema, lo reconocemos como nuestro lar, (¿no es él verdaderamente nuestro pariente más antiguo?), nos encomendamos a él. En su espejo opaco y denso como una sombra nos miramos cada día, tratando de desenredar un ovillo de imágenes de aluvión, recuerdos falsos, deslumbramientos. También ellos son parte del Fango.

El Fango no acepta determinaciones, hormas, categorías: por eso incomoda. Habla una lengua inarticulada que ya no se entiende: por eso irrita. Parece soberbio cuando es humilde Su curso es, eso si, autónomo. Discurre por su propio cauce. Pocos lo consideran útil para un propósito sensato (comunicar, reflexionar, controlar, emplear estrategias, etc.). Es tan corriente que da asco, tan antiguo que aburre. Nadie paga hoy en día un céntimo por verle.

A pesar de lo que se cree no tiene tan mala memoria. Es solo que no quiere aburrirnos con su larga lista de agravios.

 

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Hay quienes lo querrían ver extinguido , como a cualquier otra criatura arcaica y poco razonable. Nuestra manía de hacer cosas es lo que lo alimenta. Algunos todavía estamos empeñados en fabricar cosas absurdas que, una vez formadas, no pueden ser más que ellas mismas: preguntas insatisfechas, esfinges orgullosas e inútiles. Nos salpican burlonas como el Fango que son.

Estas salpicaduras nos revelan. Por ellas nos reconocemos, extrañados. El espejo de Fango devuelve una imagen imprevista, crea a su alrededor un tiempo y una densidad propias. A través suyo podemos ver con otras manos , hacer con otro pensamiento, ser un otro. Es una vieja aspiración moderna. Verdaderamente somos nosotros en tanto que no somos el mismo Fango (no estamos hechos de él), pero también en la medida en que podemos leerlo como constelaciones, carne, mapas, política, ruinas, aliento, souvenirs, interrogaciones….somos el Fango porque tenemos la cabeza encharcada con todo eso.

A pesar de lo que se ha dicho no tiene tan buena memoria. Siempre se las arregla para olvidar su forma más reciente.

Hablábamos de un tiempo propio. Un tiempo de una cierta clase, que se aviene muy mal con los grandes acontecimientos. Es amigo de las decantaciones lentas, de los posos, del estancamiento. En cierta forma se padece más que se construye: uno lo deja entrar y, lentamente toma posesión de las esquinas, enrarece el aire. Crece siempre por encima de tu capacidad de archivo . Y cuando crees por fin haberlo reducido, te sorprende con una mueca imprevista, algo nunca contemplado, el vértigo que te lleva a comenzar un nuevo ciclo.

Presentamos aquí algunas formas del fango. Son visiones nómadas, erráticas, vagabundas, insomnes, saqueadas, vertidas unas sobre otras, almacenadas, envejecidas y curadas, amputadas, saneadas, rescatadas y finalmente perdidas. Mostrarlas aquí tiene un propósito legitimo/bastardo. Legitimo por que da sentido a su propio proceso (es su "conclusión natural"). Bastardo porque, al mismo tiempo se entromete en la rutina que es raíz de ese proceso y la violenta como un intruso. Conformémonos por tanto con una aproximación, un simulacro, la aparición de una corriente secreta que seguirá manando (encharcada) cuando nuestra mirada se aparte. Mucho se ha dicho ya, pero todavía no hemos visto nada. Salud.

 http://www.saladeestar.com

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