Guillermo Paneque reflexiona sobre la imagen y la fantasía del flamenco

Guillermo Paneque. Foto extraida de www.talleresdeartecontemporaneo.com

El documental 'Tanto tiempo…' explora las contradicciones vitales y artísticas de una decena de intérpretes gitanos.

Artista conocido por sus obras e instalaciones plásticas, Guillermo Paneque (Sevilla, 1963) se acerca ahora al cine con un documental que en realidad es su segunda película flamenca. Tras un primer medio realizado en Nueva York, llega ahora Tanto tiempo…, una película experimental de 94 minutos, rodada entre Madrid, Montpellier y París, en la que Paneque reflexiona sobre la tradición oral y la imagen del flamenco, la visibilidad / invisibilidad de la cultura gitana y las contradicciones que un arte de estirpe íntima vive en la vorágine contemporánea.

fLa película, que ha producido Omnibus con la colaboración de Canal Sur y que aún no se ha estrenado (ayer se proyectó en el Festival Gomaespuma y hace unos días en el Reina Sofía), sigue los pasos y reúne los testimonios (sinceros, a bocajarro, muchas veces hilarantes) de un grupo de intérpretes flamencos de ahora mismo. A caballo entre su privacidad y su imagen pública, en familia o actuando, la cámara capta imágenes y opiniones de Tomasito, Sorderita, Elena Andújar, Las Negri, José El Francés, Ramón El Portugués, Antonio Salazar o Guadiana.

Uno a uno, Paneque va mostrando con sutileza y nervio un pequeño universo de esperanzas, dudas y fantasmas. Bajo la moderna puesta en escena, que ni arrolla a los entrevistados ni guía como un domador al espectador, hay varios denominadores comunes. La música (en un segundo plano constante), los bares, la calle y el humor y la flamencura de las opiniones. Antonio Salazar: 'Yo era muy tímido y no sabía qué decirles a las chicas, así que me leí dos veces Ana Karenina para aprender a ligar'. Enrique Jiménez: 'Mi defecto es que me lío y me olvido de llamar'. Dolores Carbonell: 'Hay cosas que puedo hacer y otras que no. Pero soy feliz llevando dos vidas'. Cristina Reverte: 'Los flamencos viven en una esfera hermética. Ellos están en su planeta y lo desplazan'. Ramón El Portugués: 'El cante es una droga. Los galgos también. Salí de ahí porque desaparecieron los canódromos. Si no, no salgo'.

El filme se divide en dos tiempos. 'El primero intenta analizar la imagen del flamenco y de los gitanos. Es una cultura que en principio parece hermética, pero su visibilidad ha cambiado. No me interesa el flamenco como tema, sino la posibilidad de descubrir cómo representarlo, de saber cómo se ven ellos, cómo quisieran verse, cómo se les veía antes, cómo afecta a su imagen el cambio que ha supuesto la salida al gran mercado…'.

Desde el principio oímos historias, recuerdos, confesiones, relatos. Muchas veces no vemos quién los dice. Tomasito, en cambio, no habla. Pero se le ve perfectamente. 'Para alguien que se acerca al flamenco desde fuera, se trata de averiguar qué se puede enseñar y qué no. Los flamencos siempre hablan de que vieron y oyeron a alguien cantar. Ese visto y oído es muy importante. Yo no quería dar doctrina sobre si es mejor este o aquel artista, o sobre si el flamenco es gitano o no. El flamenco es básicamente oral, y muchas veces es más importante lo que se dice que lo que se ve. Y esas veces la cámara se queda sin foco, o se oye una voz en off. Tomasito, en cambio, habla con los gestos. No necesita sonido'. El segundo tiempo es más figurativo. Y el gran protagonista es Ramón El Portugués. La imagen se ve mejor, mucho más nítida, en primerísimos planos. Lo que se oye es muchas veces surrealista, o simplemente inexplicable. Paneque lo explica así: 'En el flamenco hay una gran parte de cosas intangibles. El duende, el tiempo, la memoria, las dinastías, la bohemia, el espíritu, la jondura. Son cosas que no pueden explicarse con palabras, pero de las que ellos hablan todo el tiempo'.

MIGUEL MORA 07/06/2002

www.elpais.com

 


Foto extraida de www.talleresdeartecontemporaneo.com

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