«Ahora en Sevilla hay mejores pintores que en los años 80» Ricardo Cadenas_ pintor

Ricardo Cadenas ante una de sus obras. Foto: NIEVES SANZ

Estaba aún estudiando cuando un «agitador» como el lamentablemente desaparecido pintor Paco Molina aglutinó en torno a sus iniciativas a un grupo de jóvenes artistas que luego acabaron en la galería La Máquina Española. Ellos eran entre otros, Ricardo Cadenas, Rafael Agredano, Curro González, Patricio Cabrera, Guillermo Paneque y Javier Buzón, que conformaron la famosa generación de los 80, revulsivo de lo que fue el arte en esos primeros años de democracia. Cadenas presenta estos días en Sevilla treinta años de su trabajo.

-En esta exposición, «Elegía», ¿vamos recorriendo su memoria?

-Sí, completamente. Son unas cincuenta obras realizadas sobre papel que ha sido el soporte fundamental en mi creación.

-Echando la vista atrás, ¿pertenecer a la generación de los 80 ha pesado mucho?

-Ha pesado pero para bien. Creo que nosotros buscamos y nos mostramos atentos a cuestiones que estaban pasando en el arte que no tenían que ver con la academia, con lo oficial.

-¿A qué prestaban ustedes atención?

-Curiosamente a los arquitectos. Hace un rato, hablando con Juan Suárez le he comentado que nosotros nos acercábamos a la galería Juana de Aizpuru para conocer lo que estaba pasando fuera, y lo conocíamos gracias a José Ramón Sierra, Gerardo Delgado o Juan Suárez, que eran arquitectos. La Escuela de Arquitectura y la galería de Juana de Aizpuru eran focos de atención mucho más interesantes que la Escuela de Bellas Artes que era un despropósito.

-La Escuela en la que ustedes estudiaban.

-En efecto, por lo menos la que yo viví. Quitando a don Miguel Pérez Aguilera, que era una maravilla, lo demás era un desastre. El anclaje en lo más casposo y negativo, era la tónica general.

-¿Qué significó para su generación la figura de Paco Molina?

– Paco Molina fue clave. Fue un personaje completamente positivo en todos los sentidos. Yo fui de los muy amigos de Paco y de los que aprendí mucho de él. Paco era un catalizador de lo mejor del arte contemporáneo en España, un catalizador positivísimo en esta ciudad. Era generoso y con una elegancia natural tan grande, que se situaba como artista y persona en segundo plano.

-¿Cree que se está produciendo en Sevilla una nueva renovación como ocurrió en los 80?

– Ahora en esta ciudad hay artistas jóvenes extraordinarios. No es que haya unos nuevos 80, sino que ahora hay mejores pintores que en los 80. Diría muchos nombres de creadores, pero mejor no olvidar a ninguno. La crisis que se avecina será económica, pero artística desde luego, no.

-En estos treinta años, ¿ha tenido crisis de creatividad?

-Tengo la sensación de haber estado en crisis todo el tiempo, aunque para mí la acepción de crisis no es negativa. Un trabajo creativo no se puede hacer sino se está en continuo estado de inquietud y de preguntas.

-¿Cree que la pintura vuelve todos los años como la Navidad?

-Eso sería un debate muy largo. Los medios no son importantes. El que algo sea pintura, danza, teatro o animación es lo de menos. Lo que interesa es que la obra tenga calidad. Prefiero un buen comic a un mal cuadro.

-¿El mercado es injusto y deja artistas buenos por el camino?

-Es absolutamente injusto. Empezando porque el mercado de forma evidente no puede dictar los criterios por donde va un debate que es cultural y tiene que ver con el arte.

-¿Cómo se impide?

-La única forma de arreglarlo es haciendo caso omiso a lo que significan consignas de mercado. Yo no me preocupo de que esto valga más o menos dinero, o que se vaya a vender en Arco o Basilea. Yo hago mi obra. Al final creo que lo bueno sobrevive

-¿En Sevilla cómo estamos?

-Hay muy buenos artistas, Antonio Sosa, Curro González, Miki Leal…, pero no hay galerías. Hay proyectos espectaculares como la Biacs, que pretenden ensalzar la práctica del arte contemporáneo a los ciudadanos pero que no consiguen funcionar tan bien como sería deseable. El arte contemporáneo, como ocurre en otras órbitas de la cultura, debería instalarse más cerca del ciudadano.

-¿El arte tiene que huir por tanto de la manida élite?

-Por supuesto. El arte tiene que estar en las cotas más altas de calidad. Hay que acceder a él con formación o no, pero nunca puede plantearse como una cuestión de élite. Eso es una contradicción. El arte es un lenguaje como la poesía.

-¿No le da vértigo ver treinta años de su trabajo así, de pronto?

-No, es la forma de ver si tus obras siguen funcionando y hacer un juicio sobre tu creación.


www.abc.es

Marta Carrasco

Deja una respuesta