HASTA SIEMPRE QUICO

Quico Rivas

El pasado 1 de Junio nos dejó Quico Rivas "Escritor, crítico de arte, pintor dominguero", director de publicaciones como Refractor y El Plante y fundador con Juan Manuel Bonet del Equipo Múltiple (1969-1973). Su trayectoria demuestra más de 600 artículos en diferentes medios y exposiciones de pintura en las principales salas de ciudades como Madrid, Valencia o Sevilla. Amigo y maestro de muchos, HASTA SIEMPRE QUICO. 

 

 

 


ENTREVISTA A QUICO RIVAS (Domingo, 25 de mayo de 2008):

 La crítica de arte da vergüenza ajena Quico Rivas _ Crítico de arte (ABC SEVILLA)

Quico Rivas retratado al óleo por Alonso Gil

-En 1969 Juan Manuel Bonet y usted crearon el Equipo Múltiple ¿por qué?
-Teníamos 16 añitos, éramos bachilleres y queríamos hacer muchas cosas y en múltiples frentes, pintura, escritura, crítica, edición, escenografía, agitación cultural, activismo político… 

-Aquello duró hasta 1972 ¿qué hicieron luego?
-Los Bonet se mudaron a Madrid. Yo me casé, tuve una hija, trabajé en la primera galería Juana de Aizpuru y fui detenido por segunda vez. Eran tiempos de una intensa militancia política. Bonet y yo seguimos colaborando muchos años. En el 73 empezó a gestarse el Centro de Arte M-11 en Sevilla… No entiendo como casi 35 años después aún no se le ha hecho justicia. En 1976 cogí la maleta y me fui a Madrid. Ya había empezado a colaborar en «El País», que apareció ese año… 

-Eran adolescentes que escribían crítica de arte en la prensa sevillana. ¿Cuál llegó a ser más repelente, Bonet o usted?
-Él, por erudito, y yo por rompepelotas. Tal para cual. Del 69 al 72 publicamos cada sábado una doble página, a veces tres, las dirigía don Antonio Bonet, un magnífico maestro. Fue la mejor escuela.

-¿Para que una crítica de arte contemporáneo sea buena ha de ser ininteligible?
-Siempre cito a Ruano cuando decía que las de arte eran las páginas más aburridas del periódico. Muchos artistas y críticos intentan legitimar su trabajo con una retórica pseudo filosófica y abracadabrante que, las más de las veces, produce vergüenza ajena. Siempre he procurado escribir para todos los públicos. Las ideas, dice Ángel González García, estropean la pintura. 

-Bonet ha dirigido museos ¿Se ve haciendo lo mismo?
-No. Siempre he sido un francotirador. Soy refractario al politiqueo, a la burocracia, a las subvenciones, a la administración de ese ingente `fondo de reptiles´ con el que se domestica a artistas e intelectuales. Entre la subversión y la subvención la diferencia es la de un papel de fumar. Y esta es una de las paradojas más inquietantes del momento. No puedes morder la mano que te da de comer, y esto vale tanto para un artista como para un sindicalista. 

-Circula el rumor de que se jubila…
-Sí, el próximo 29 de mayo cumplo 55 años, y tras cuarenta años de servicio, que se dice pronto, me jubilo definitivamente como crítico de arte. 

-¿Incluye esa jubilación la gran exposición sobre la nueva figuración madrileña que prepara para el Reina Sofía?
-Sí. La exposición «Los Fantasmas de Madrid», en la que llevamos trabajando un par de años, se ha pospuesto hasta el otoño. Será una revisión a la par que una reivindicación del único grupo de pintores que no era gregario de las tendencias internacionales. Ahí están Pérez Minués, Carlos Alcolea, Manolo Quejido, Pérez Villalta y Chema Cobo…

-Hay quien le tacha de ser poco amigo del trabajo…
-No he hecho otra cosa desde los 16 años. Aunque, eso sí, siempre he querido ser dueño de mi tiempo. No se trata de hacer muchas cosas sino de hacerlas lo mejor posible. Es verdad que durante los ochenta, cuando me convertí en empresario de la noche madrileña y abrí garitos como «Cuatro Rosas», con los Gabinete Caligari, y «La Mala Fama» con Alberto Alix, Ana Curra y otros, me pillé los dedos con muchos encargos y compromisos. No se puede, yo no pude al menos, vivir por la noche y escribir durante el día. Yo mismo cultivé la leyenda de mi mala fama, que es la única fama respetable.

-¿Cómo se explica que en su último libro Jiménez Losantos le mencione con cariño?
-Gracias a eso, mis tías me miran ahora con más respeto. Federico es un monstruo, en el mejor y en el peor sentido de la palabra. Su libro de memorias sobre la Barcelona de los setenta, una ciudad maravillosa que ya no existe, está escrito con mucha nostalgia y en una clave sentimental que habrá sorprendido. Está bien que la carcunda que le escucha y le idolatra como gurú sepa que no siempre fue así.

-Jiménez Losantos relata ahí su deriva ideológica desde el marxismo hasta el liberalismo…
-Yo me afilié a la CNT en 1976 y fui testigo presencial de cómo la fontanería del Estado consiguió laminar un pujante movimiento libertario, la única oposición real a los Pactos de la Moncloa… Años en los que yo traté mucho a Rosa Chacel y a Giménez Caballero, por ejemplo. Luego, tras alguna peripecia ideológica más bien rocambolesca, sobre todo cuando heredé un título carlista, ellos siguieron evolucionando hacia la derecha y yo volví a donde solía, esto es, al anarquismo.

-¿Es cierto que hizo localizaciones para una película de Almodóvar?
-«La ley del deseo», que fue la película que le consagró, se rodó en buena parte en la casa que yo compartía entonces con Cristina Huarte en Madrid.

-¿Qué sintió cuando vio a los de la «movida» en el baile de la Rosa en Mónaco?
-Yo trabajaba en Disco Express cuando publicamos la primera entrevista que se le hizo a Olvido. Tenía 13 años, lucía un maillot de tigresa y ya entonces confesaba que uno de sus grandes sueños era salir en el «¡Hola!».

-¿Cómo le va con el sindicato anarquista?
-Yo me considero un anarcoindividualista de raíz stirneriana y un anarcofuturista, pero estoy convencido que la CNT, por su historia y cabría decir que por su capital simbólico, es algo más que una central sindical. En los últimos tiempos estamos reducidos a una condición testimonial, casi arqueológica…

-¿Sigue creyendo en la huelga general revolucionaria?
-«Ante el eclipse de la lucha de clases, muchas clases de lucha», esta es una de las consignas acuñadas por «Los Refractarios», el grupo de afinidad al que pertenezco. Como decía Eliseo Reclús, «la anarquía no es desorden ni caos sino la suma de todos los órdenes».

POR ALFREDO VALENZUELA

www.abc.es

 

Deja una respuesta