Agredano: «El arte es una moda más, pero ahora se lleva de todo»

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Nombres como Guillermo Paneque, Pepe Espaliú, Pedro G. Romero, Abraham Lacalle, Federico Guzmán o Curro González engrosaban el denominado Grupo de Sevilla, en el que se inscribía también Rafael Agredano (Córdoba, 1955), artífices todos de iniciativas culturales y de obras de arte innovadoras, que lograron dar a conocer en galerías como Fúcares (Madrid), Temple (Valencia) o La Máquina Española (Sevilla). Desde entonces, Agredano ha continuado experimentando con la pintura y otras disciplinas, dotando a su obra cada vez más de vínculos con las nuevas tecnologías, así como de elementos de la creación por ordenador.

Usted será uno de los creadores andaluces presentes en Arco. Muchos van con galerías de fuera, de hecho sólo tres andaluzas están incluidas en la feria. ¿A qué cree qué se debe?

-Es una cuestión interna. Se exige un nivel de calidad y de coherencia. El mercado andaluz, al ser poco potente, tiene líneas más comerciales para el gusto de Arco, donde se buscan propuestas más arriesgadas. En su momento, Arco levantó grandes críticas porque se había convertido en una muestra demasiado grande y desordenada. Por eso subieron los precios. Hay que entender que la feria es un producto cultural y que para entrar en ella hay largas listas de espera. Se hace una depuración de la calidad, y la cantidad y la calidad normalmente no van unidas. Se han vuelto muy exigentes. Tendría que haber más coleccionismo en Andalucía, porque artistas buenos ya los hay. Lo que falta es un mercado potente que haga que una galería se pueda mantener. –

Ha estado en numerosas ocasiones en esta feria. ¿Cómo ha percibido su evolución?

-He estado en todas, soy de la "hermandad del 82"… Arco empezó como una feria jovencita, que surgió casi de forma milagrosa por el empeño de Juana de Aizpuru, que se dedicó a viajar por todo el mundo para que las galerías internacionales colaboraran, y que rápidamente tuvo que modificar su emplazamiento. Era la época de la movida, unos años de efervescencia, que atraían a gente de fuera. En el 84 fui con la revista Figura, que tenía su propio expositor, y después he podido conocer muchas galerías. Poco a poco se consolidó la feria, de manera que llegó a ser muy conocida. A nivel de disciplinas, en los 80 se llevaba la pintura; una galería dedicada a la fotografía era rarísimo. A la gente le costó asumir que una instantánea es comparable a un lienzo. – ¿Adónde van las tendencias?

-Esa visión fue la que nos trajo la feria. Estábamos aislados y creíamos que lo más vanguardista era lo que hacía el grupo El Paso. Las tendencias las marcan los grandes centros de arte: Nueva York, París, Londres… Y, últimamente, el comercio. Ahora la gente está más informada y podemos hacer un arte similar al que se hace fuera, lo que ocurre es que no somos un emporio. Las galerías no pueden crear un artista internacional del mismo modo. Lo que veo es una vuelta a la pintura después de tanta fotografía, pero no es tan radical como en los 80, ya que no se descarta el resto de los medios; hoy en día los artistas son más versátiles. El arte es una moda más, pero ahora se lleva de todo. –

Entonces no cree que este afán por hacer un arte actual, usando normalmente las nuevas tecnologías, limite al artista.

-No limita, cuando eres joven es más interesante investigar. Yo mismo he hecho pintura por ordenador y fotografía digital. Y mantengo la teoría de que la mejor obra se hace cuando uno es joven; aunque tiene menos experiencia, posee más energía y tiene menos que perder. –

Este gusto por la tecnología, ¿puede llegar a arrinconar al arte más manual, al del pincel?

-No, y mi respuesta es rotunda. Creo que es una tendencia natural la de trabajar con las manos. Incluso en el arte de vanguardia hay mucho trabajo hecho manualmente. Hay artistas que hacen vídeos pero pintan además. El arte tradicional no se va a perder, sino que se van a integrar las disciplinas. –

Usted fue uno de los que reivindicaron la pintura con la puesta en marcha de la revista Figura

¿Cómo recuerda aquella época?

-Con muy buenos recuerdos: la energía, las esperanzas… veías el futuro como tuyo. Había muchas ganas de hacer cosas, era una época de entusiasmo, no solamente de irte a saltar a la discoteca. Paneque y yo, por ejemplo, nos conocimos en un viaje a Alcoy en el 83. Veníamos de distintos grupos. Nosotros fuimos creando afinidades, hablábamos de arte, hacíamos la revista en un local y allí cada uno tenía su misión. Paneque era uno de mis mejores amigos, inteligente y trabajador. Aún seguimos en contacto. A nosotros, que por cierto no nos veíamos como colectivo, se nos criticaba que desde Andalucía saliera un grupo que impusiera una moda en España. –

¿Y con Espaliú?

-Con él la verdad es que no tuve mucha relación. No me interesaba su obra y no seguí su trayectoria. Sí lo hice con Patricio, Curro González, Ricardo Cadenas… y otros que no son conocidos porque empezaron a dar clases y eso te mata. Lo peor para un artista es el pluriempleo.

Marisa Montes

El día de córdoba 11-02-07


Entrevista extraida de e-sevilla

www.e-sevilla.org

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