La ‘furia’ del arte joven español desembarca en Nueva York

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UNA AVANZADILLA CULTURAL / Una veintena de creadores 'inundan' el P.S.1, el espacio que el prestigioso MOMA dedica al arte más emergente / 'The Real Royal Trip' viajará después al Museo Patio Herreriano de Valladolid.

NUEVA YORK. NEW YORK- De las 10 millones de moscas virtuales que invaden estos días Nueva York tiene la culpa un artista español: Antonio Abad. Que una estatua ecuestre de Franco esté enterrada en un socavón del Barrio de Queens es obra y gracia de otro español: Fernando Sanchez Castillo. Que otra voz grite «¡Odio a los negros!» en una de las ciudades con mayor población de color es idea de una cubana: Tania Bruguera.

Ellos son tres de los 20 artistas hispanos -17 españoles y tres latinoamericanos- que Harald Szeemann, uno de los mas influyentescuradores del arte internacional, ha diseñado para el mítico P.S.1, el espacio que el Museum of Modern Art (MOMA) tiene asociado como escaparate del más rabioso arte emergente. The Real Royal Trip se titula esta aventura. O lo que es igual: El real viaje Real, que evoca una de las travesías que Cristobal Colón realizó hacia América. Pero éste del siglo XXI es otro desembarco. Y, probablemente, otro descubrimiento.

Coincidiendo con la celebración del Día de la Hispanidad, los cimientos artísticos neoyorquinos se han visto azotados por el proyecto organizado en colaboración con la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores, al frente de la cual está Miguel Angel Cortés. «Hace años que en una exposición del MOMA no se comía tan bien», bromeaba Malcom Lowry, director de la institución, ante una tortilladeconstruida que servía como parte del cóctel la Junta de Castilla y Leon, ya que The Real Royal Trip viajará al museo Patio Herreriano de Valladolid en 2004. Razones culinarias que se suman a la invasión de propuestas que han hecho los artistas españoles y latinoamericanos invitados a eta cita, que inauguró ayer el Príncipe de Asturias.Desde el vídeo a la instalación, pasando por la fotografía, se mezcla una maraña de discursos. El P.S.1, antigua escuela pública conservada como tal y que dirige Alanna Fleiss, es una sucursal de osadías incrustada en el corazón de uno de los barrios más populares de Nueva York, Queens, al otro lado del río del Este.

En este sentido, Szeemann lo ha tenido claro: sólo quiere libertad de actuación, rabia, sueños y poesía. «Creo que este es el momento más oportuno para realizar una exposición de este tipo. Se estaba esperando con gran interés que emergiese en España una promoción de artistas de la intensidad de éstos que hoy vemos. Ya están aquí. Han llegado».

Las propuestas van desde lo más banal hasta los mensajes de carácter mas crítico con el sistema. Algunas de sobra conocidas, como el Mercedes hidráulico de Pilar Albarracín, que ya estuvo en ARCO 2002, y otras creadas a propósito para esta cita (la mayoría).

El colectivo El Perro ha instalado un stand en la recepción del P.S.1 en el que unas azafatas ofrecen cuestionarios para ayudar a los visitantes a descubrir su perfil profesional. «Es una crítica burlona a la política de las empresas de trabajo temporal y a los contratos basura. A Szeemann le hicimos el test y el resultado le sugería ser reponedor de alimentos en grandes superficies».

En esta misma línea de cuestionar lo establecido está también la propuesta de Santiago Sierra, el artista invitado al pabellón de España en la última Bienal de Venecia. «La idea es mostrar el absurdo de un mundo cuya ideología se basa en la desaparición de los lugares fronterizos, pero cuya realidad no es otra que su consolidación y el distanciamiento cultural», dice.

Puertas y fotografias de happenings públicos en el que decenas de personas se tiñen el pelo de amarillo son su aportación. La implicación del espectador en las distintas obras es uno de los aspectos más comunes de la exhibición.

Instalaciones y vídeos

Después de las instalaciones, es el vídeo el soporte más presente.Carles Congost, Ana Laura Aláez, Sergio Prego, Eulalia Valldosera, Néstor Torrens y Fernando Sánchez Castillo han impregnado el P.S.1 de imágenes en las que hay una reflexión sobre el hoy y sus sombras.

La pintura tampoco queda desbancada. Enrique Marty ha intervenido en algunos espacios con sus inquietantes seres reptando por las paredes, inesperadamente: «Mis fantasmas, que así se llaman, están pintados en los muros de la cafetería, pero también repartidos por el museo y detrás de algunas puertas», explica. Igual que las fotografías de García Rodero y Carmela García, que cuentan con sus salas como criptas serenas dentro del vendaval de las instalaciones.

«Aquí está lo más rabiosamente moderno de la última generación de artistas españoles. Es un paso muy importante en la promoción de nuestros creadores en el exterior. Creo que esta iniciativa tendrá consecuencias», comentó Miguel Angel Cortés.

Nueva York, mientras, palpita. La ciudad caníbal de cristal y acero se perfila al otro lado del río, al otro lado de Queens, al otro lado del sueño. Los (artistas) españoles han vuelto a desembarcar, tantos siglos después, en la más fascinante ciudad sin corazón.


Ideas corrosivas… y prohibidas

Está claro que una de las obras de esta exposición no va a gustar a muchos estadounidenses. Se titula 'El pacto de Madrid'. Es de Fernando Sánchez Castillo (Madrid, 1970) y arremete de lleno contra aquel fallido Plan Marshall que llenó las escuelas españolas (y las inclusas) de leche en polvo.

«Aquí, al lado de la estatua ecuestre de Franco que he semienterrado hay un puesto permanente que ofrece, gratis, bolsas de leche en polvo. ¿No nos la dieron ellos?», explica. Es una crítica a aquella visita 'caritativa' de Eisenhower.

«Claro que sí, hemos venido a delvorles la leche en polvo que nos regalaron. Hay que ser agradecidos», bromeaba la galerista Juana de Aizpuru que, junto a Soledad Lorenzo, ha querido estar en la ciudad de Nueva York para acompañar a algunos de los artistas de su galería que están entre los seleccionados. Y, de repente, hubo otra presencia estelar, la del músico José María Cano.

Pero la urticaria que pueda provocar la idea de la leche en polvo no tiene nada que ver con lo que podría haber sido si al colectivo El Perro le hubiese sido posible desarrollar uno de los proyectos que presentó al P.S.1.

«Se trataba de recorrer Nueva York en un coche que llevaba adosada en el techo una pantalla gigante proyectando permanentemente impactos de cohetes y explosiones. A Szeemann le pareció una idea excelente, pero la dirección del centro se negó rotundamente a que la realizásemos. Es curiosa esa sensibilidad a las explosiones en un país que produce el mayor potencial bélico del mundo», comenta Pablo España.

Un síntoma más, sin lugar a dudas, de que la 'avanzadilla artística' de los jóvenes creadores españoles no ha dejado a casi nadie indiferente.

ANTONIO LUCAS. Enviado especial


Información extraida de : www.elmundo.es

 

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