 Carlos Aires
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Ya lo cantaba y lo sufría en sus carnes la gran Lola Flores: «Pena, penita, pena / pena de mi corazón / que me corre por las venas...». El artista Carlos Aires debe compartir sentimiento, y, «con la fuerza de un ciclón», ha entrado en la galería Álvaro Alcázar (Castelló, 41), quedándose con parte de la letra de la copla –con permiso de la Faraona– como título de su última exposición.
Trece años llevaba viviendo fuera de España este creador
nacido en Ronda y que ha desarrollado casi toda su carrera profesional
entre Bélgica y Holanda. Reconoce que durante todo este tiempo (y como
si fuera un estudiante de Erasmus) desarrolló cierta «morriña», y quizás por eso en su imaginario se han intensificado todos esos tópicos tan vinculados a lo ibérico:
el folclore, el (melo)drama, la violencia y la religión (conceptos
generalmente rehazados por la mal definida «modernidad»), condimentados
con cierta estética barroca que salpimenta con las justas dosis de
humor, cultura de masas y apuntes autobiográficos.
¿Sushi o sardinas?
«Pena, penita pena» inicia así una nueva etapa en la trayectoria de Carlos Aires,
al que el pasado año ya pudimos ver en la galería barcelonesa ADN, con
Madrid como base de operaciones. El artista siempre ha defendido la
autenticidad frente a los sucedáneos, las sardinas asadas en el
chiringuito a pie de playa a la comida japonesa. Por eso su llegada a
la copla era en cierto modo natural. Pero no se trata ni de burlarse
del género –Aires nunca lo haría– ni de homenajearlo. Lo que a éste le
interesa es el recuerdo o pasado personal ligado a estas historias tan
dramáticas contadas en tres minutos, esto es, cómo funcionan los
recuerdos como resortes de la memoria para organizar toda una
escenografía en torno a la tragedia. De ahí el potencial de los nombres
de piezas: «Pena penita, pena», «Llorando» o «Pero, dímelo».
Como en otras ocasiones, el andaluz parte de imágenes
poderosas encontradas en Internet y otros grandes archivos menos
virtuales y asociadas a un concepto determinado. Incluso, para este
conjunto, estuvo buceando durante semanas en el archivo fotográfico de ABC
a la búsqueda de aquellos episodios nacionales del pasado siglo que
poblaron las páginas de sucesos del diario. Su violencia queda
descontextualizada al ofrecer en las copias de aquellas fotos
históricas el rastro de las siluetas de sus protagonistas. Sujetos que
luego quedan grabados (a fuego) en los cuchillos de acero inoxidable
que ahora se convierten en su nuevo soporte –el de la serie «Love is in
the Air II (Inox Edition)»–y donde trasladan su violencia contenida.
El mismo espíritu guía a sus «altarcillos», como han
sido definidos, compuestos con otras siluetas, las recortadas ahora
sobre los vinilos de toda la vida, que en esta exposición derivan en
unas obras doradas que potencian su dramatismo.
¿Castigo o premio? ¿Éxito o fracaso? ¿Risa o llanto? La
muestra, que permanecerá abierta hasta el 22 de junio, está llena de
mensajes encriptados y sorpresas. Perdérsela sería una verdadera «pena».
JAVIER DÍAZ-GUARDIOLA | MADRID
17-05-10
www.abc.es
LA EXPOSICIÓN PERMANECERÁ ABIERTA DEL 13/5/2010 AL 22/6/2010