Para su primera individual en Berlín, en la Galería Siguaraya, Felipe Ortega-Regalado (Cáceres, 1972) presenta tintas sobre papel en formato A3, título de esta serie de una calidad cinemática palpable. Los videoartes de Ortega-Regalado, medio en el que se ha distinguido ostensiblemente, enfatizan la distancia y la suspensión en narrativas oblicuas, no-explícitas, que se yuxtaponen a paisajes sonoros originales, evocadores de insondables estados de trance. En la Serie A3, cada dibujo perfila su potencial performativo propio, induciendo al que observa a acercarse y alejarse de los diferentes puntos de fuga de la imagen, para así producir nuevas autorías latentes, nuevas ópticas, maneras alternativas de percibir y decodificar la obra.
Una cualidad totémica permea esta nueva serie que tiende hacia el holograma como anunciando su metamorfosis en otra cosa. Y, precisamente, Ortega-Regalado se encuentra ya en el proceso de traducir estos dibujos en instalaciones, esculturas, pinturas o videoarte en la manera en que Walter Benjamin entendía el rol casi mítico de esta actividad como una que sólo puede intentar aprehender lo inaprensible. El tipo de absorción necesaria para ejecutar estas exquisitas y detalladas taxonomías puede convertirse en catártica en su sentido más aristotélico. Felipe Ortega-Regalado encuentra en esta dimensión un estado íntimo de placidez, es algo que proviene de la Naturaleza y que trasciende la estructura y el pensamiento: el Silencio.