«Eso no lo dije» · Carmen Giménez

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Carmen Giménez, nacida en Casablanca, educada en el Louvre y conocida por una elegancia discreta con la que discurre por los salones del arte desde hace, al menos, treinta años, estaba ayer decepcionada, según ella misma dijo a este periódico. Aunque la dimisión resulta un corte en la carrera que eligió, lo que más le ha dolido es la polémica que se generó cuando en 1987 organizó en París la exposición El siglo dé, Picasso, sobre el arte moderno español. "Fui acusada de! amiguismo, de partidismo y hasta de algo que yo no dije jamás: que yo había afirmado que el arte moderno era antes y después de Miquel Barceló. Yo quiero mucho a Barceló, pero ni tengo un pintor favorito ni he hecho uso de favoritismos para hacer las exposiciones que he sugerido. En esa misma exposición que fue tan criticada hubo cuatro críticos o profesores encargados de nutrirla. Eran Francisco Calvo Serraller, Tomás Llorens, Julián Gállego y J. M. Pita Andrade. Yo no fui". En el mundo del arte ha causado cierta perplejidad la dimisión. Antonio Saura piensa que su labor ha sido admirable, colocando por primera vez a España en los circuitos internacionales. Borja Casani, editor de la revista Arena, encuentra "que aún a pesar de la excesiva parcialidad hacia los pintores sevillanos y los ya instalados en los circuitos internacionales como Barceló o Sicilia, el esfuerzo realizado y los logros han sido enormes".

Antonio López, que como realista pertenece al sector menos favorecido por la política de exposiciones, cree que Carmen Giménez "ha realizado cosas muy acertadas, al margen de que tenga más simpatías por unas tendencias que por otras. A mí me ofreció realizar una exposición y siempre di largas al asunto. También hay que decir en su descargo que el número de pintores realistas buenos es muy inferior al de los abstractos o informalistas".

A Luis Gordillo la aceptación de la dimisión le parece un error histórico, no tenemos tantos cerebros de este nivel. Además es un acto innecesario, porque el campo de trabajo que existe entre ella y Tomás Llorens es inmenso"

EL PAÍS – Madrid – 08/06/1989

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