Juan Muñoz muere en la cima de su carrera

Juan Muñoz

MADRID.- Juan Muñoz ha muerto en la cumbre. El escultor madrileño, de 48 años, sufrió una parada cardiaca el martes por la noche en Ibiza, donde se encontraba de vacaciones junto a su mujer, la artista Cristina Iglesias, y sus dos hijos. Muñoz, que había montado el pasado mes de junio una exposición en el vestíbulo de la Tate Modern de Londres, tenía que inaugurar el próximo mes de octubre una retrospectiva en Estados Unidos, una muestra itinerante que arrancará en Washington, recalará en Los Angeles y cerrará sus puertas en Chicago.

Antes de cruzar el Atlántico, algo que durante los últimos meses hacía con demasiada frecuencia, Muñoz quería mostrar sus últimas obras -el 29 de septiembre exactamente- en la galería sevillana Pepe Cobo. Nadie pudo confirmar ayer si esta exposición abrirá finalmente sus puertas, si bien algunos amigos de la familia creen que sería el mejor homenaje que podía recibir el escultor español más internacional de este momento.

Con la desaparición de Juan Muñoz, como ocurrió en su día con la muerte de Pepe Espaliú, con quien mantenía una estrecha amistad, el arte español pierde, sin duda, a uno de sus pesos pesados y a una de sus voces más críticas.

Tras haber puesto en tela de juicio la política museística que ha desarrollado este país durante los últimos años y la cultura espectáculo, Muñoz recibió el pasado mes de octubre el Premio Nacional de Artes Plásticas, un galardón que concede anualmente el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y que justamente un año antes había recibido su mujer. El matrimonio formado por Juan Muñoz y Cristina Iglesias era, hasta la fecha, una pareja a la que el éxito había acompañado.

Más conocido y valorado en el extranjero que en España durante mucho tiempo, el escultor tenía una formación y una mentalidad cosmopolita. «A mí siempre me ha resultado mucho más interesante trabajar en las galerías y museos extranjeros que en los de aquí. Si las ofertas que recibiera de España fueran interesantes, no tendría ningún inconveniente en trabajar aquí. Pero no es el caso. No le dedico mucho tiempo a España, ni ella me lo dedica a mí. La relación que mantenemos es muy justa y democrática», confesaba Juan Muñoz a EL MUNDO en 1994, dos años después de que el Instituto Valenciano de Arte Moderno, con Carmen Alborch como directora, le dedicara la primera exposición oficial en España. «La obra de Juan Muñoz aporta, además de su ejemplaridad en la creación estética, un caudal reflexivo sobre la figura humana y el espacio que surgen del Renacimiento y del Barroco. El suelo, la escalera o la barandilla preparan la escena para la dramaturgia en la que se espera la aparición de la imagen humana, resaltando todo el carácter ilusiorio de la mirada», escribía la ex ministra de Cultura en el catálogo de la muestra.

En 1996, el Museo Reina Sofía le cedió sus salas del Palacio de Velázquez para que hiciera un montaje que fue aplaudido unánimemente por la crítica. José Guirao, director del museo madrileño de arte contemporáneo por aquel entonces, valoraba ayer la figura del escultor desaparecido: «Juan Muñoz es, sin duda, una de las voces más brillantes que surgieron en los años 80. Pocos artistas han sabido desarrollar una trayectoria tan coherente como la suya. Su obra ha aportado a la creación artística actual nuevas reflexiones sobre la figura humana y el espacio. Su trabajo ha planteado un nuevo orden de comunicación entre los objetos, creando imágenes de carácter ilusorio e insólito que nos remiten a la pérdida del objeto, a la crisis del hombre contemporáneo y de la representación. Es una fatalidad tener que prescindir de un artista de su talla; creo que será muy difícil reemplazarlo».

El Centro Gallego de Arte Contemporáneo fue otro de los escenarios españoles donde, en 1996, Juan Muñoz expuso su trabajo. Gloria Moure, ex directora de este centro, se quedó literalmente sin habla cuando este periódico le comunicó la noticia del fallecimiento. Tuvieron que pasar varias horas antes de que Moure pudiera articular palabra: «Me siento como si me hubieran apuñalado, es terrible. Juan Muñoz, que ha participado en las grandes exposiciones colectivas de Europa y Estados Unidos, era un artista con una potencia creadora impresionante y un espíritu crítico envidiable. Me gustaría resaltar su integridad y su honestidad con su obra y consigo mismo. Lo que más me gustaba de él es cómo supo ejercer su libertad, sin tener en cuenta los convencionalismos y los intereses particulares. Siempre lo recordaré como una persona generosa, como el típico madrileño abierto y lanzado que nunca se callaba nada. España ha perdido a un artista, pero yo a uno de mis mejores amigos».

La muerte de Juan Muñoz, que hoy será trasladado desde el Tanatorio de Ibiza a Madrid para ser enterrado en su ciudad natal, ha conmocionado a la cultura española, pero también a la internacional. No obstante, el artista, que le robó a la historia del arte todo lo que pudo, exponía de forma habitual en ciudades tan dispares como Dublín, Lisboa, Nueva York, Barcelona o París.

RAFAEL SIERRA

30 de agosto de 2001

http://www.elmundo.es

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