LUGARES COMUNES. Asunción Lozano. MECA Mediterráneo Centro Artístico. ALMERÍA. España

La construcción cultural de occidente proyecta una imagen ilustrada de la naturaleza que se apoya en las ideas de belleza y bondad.

La medicina y la farmacopea nos enseñan las aparentes propiedades terapéuticas y curativas de determinadas plantas. También sabemos que la historia y la literatura están llenas de ejemplos que nos muestran el lado más oscuro de la condición humana a través del empleo de las plantas venenosas en sus posibilidades destructivas, tóxicas y aniquiladoras. Las metáforas en torno a lo siniestro son múltiples. 

Un espectador prevenido que atiende a lo inesperado de lo cotidiano puede llegar a intuir la parte perversa y oculta de la naturaleza que en su imagen bondadosa se reserva sentimientos de profunda agresividad. La naturaleza que atrapa y engulle, es capaz también de parasitar y destruir, es la que aniquila y la que desde una posición de acecho tiene un comportamiento no previsible.

“El jardín…también es un lugar de las prohibiciones, es un lugar del que podemos ser excluidos, en él pueden florecer las trampas, con los falsos consejos de la serpiente o los laberintos creados para perderse”

Un jardín terrible no apto para la contemplación ni para su disfrute es el que se compone de plantas venenosas con apariencia engañosa. La hiedra estrangula y mata con un abrazo; el muérdago parasita en muchos árboles de los que obtiene el sustento y los nutrientes y a los que acaba aniquilando en su dependencia; el tejo esconde un veneno mortal en hojas y frutos; plantas como la belladona, el aro, la flámula, el acónito, el digital negro, el cólchico, producen síntomas en su ingesta que acaban en muerte. Y a pesar de esta perversidad de las formas de la naturaleza, la seguimos necesitando de manera imperiosa. La teoría de los contrarios o el enfrentamiento de los opuestos. El bien y el mal como complementarios necesitados uno de otro, o bien el juego de las falsas apariencias.

Tomando como ejemplo las distintas variedades de planta trepadora nos aproximamos a la idea metafórica de invasión-ocultación-plaga. La intención es mostrar el uso que hace la cultura en el entorno urbano de determinadas plantas para modificar la apariencia de las cosas, para ocultar la arquitectura, camuflar los desordenes y en definitiva acentuar una idea mediadora y conciliadora entre hombre y naturaleza.

Otro aspecto importante que creo merece la pena destacar es la ordenación obsesiva a la que están sometidas las partes de los elementos naturales utilizados en las obras presentadas (en este caso bien las hojas de los árboles y plantas o bien elementos geométricos que se refieren de manera difusa a la naturaleza). El propósito es deconstruir el orden establecido de la naturaleza (que para muchos podría entenderse como desorden) y otorgarles y someterlos a un nuevo orden que ha de ajustarse al espacio de representación de la pintura. Son ordenaciones obsesivas, meticulosamente establecidas en donde determinados presupuestos de constancia y repetición se van alternando con improvisaciones y azares en la disposición de los elementos.

El curso racional de las cosas nos muestra cómo la naturaleza se encarga de imponer su propio orden lógico y desmontar las tradicionales ideas de orden y caos. Así somos capaces de determinar los aparentes límites en los que se mueven los principios de naturaleza salvaje frente a civilización. El orden de la naturaleza se caracteriza por su inestabilidad, por una lógica de lo imprevisible. La contingencia es la nota común. La naturaleza además, esta compuesta por fragmentos, por sistemas distintos, por categorías y niveles que hacen este universo complejo e inabarcable. La necesidad de establecer un orden, de sistematizar, de encontrar la lógica no evita sin embargo el resultado de nuestro fracaso. Nuestras leyes, nuestros razonamientos y los enunciados construidos a partir de ellos, no son sino nuevos desordenes aparentemente racionalizados. Pasamos de un orden a otro orden o más bien de un desorden a otro desorden, cambiamos de espacio, de naturaleza de las cosas, fabricamos artificios y sin embargo modificamos la autentica y verdadera esencia de la misma.

Las obras se han concebido en algunos casos como series. Los materiales utilizados en la elaboración de la obra son en su mayor parte la piel o cuero natural o teñido recortado en distintas formas cosidas a máquina sobre tela o también sobre piel o cuero. Las referencias al cuerpo aquí van a ser importantes. En la obra que se presenta Jardín de violetas negras, la creación de campos de color mediante la composición de superficies repetitivas y geométricas a través de la utilización de pequeños recortes de cuero natural teñido en fuertes proporcionan que lo táctil y sensitivo se aproxime a una percepción física de la image.

Amb l’art: 13/04/2007
http://www.amblart.com/

 

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