Un gran saco sin fondo. ARCO 1996

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Desde los cuatro puntos cardinales de la piel de toro llegan a Madrid las 100 galerías españolas que participan en la decimoquinta edición de ARCO. Muchas de las galerías españolas adoptan un aire internacional, una de ellas es Juana de Aizpuru, fundadora y primera directora del certamen, que ofrece una colectiva con Miroslaw Balka, Joseph Kosuth y Franz West y los nacionales Ana Laura Aláez, -una de las propuestas más frescas que hubo en la última edición-, Rogelio López Cuenca, Federico Guzmán, Ferrán García Sevilla y Juan Hidalgo, entre otros.

Luis Adelantado, es lugar de encuentro para José Pedro Croft y Susana Solano, Sophie Calle y Eva Lootz, Darío Villalba y Gilberto Zorio y Soledad Lorenzo, que junto a los españoles Pello Irazu, José María Sicilia, Pablo Palazuelo o Juan Uslé oferta a Tony Oursler, Ross Bleckner y Pier Paolo Calzolari. Elba Benítez estudia idea y manera con las obras de Francesc Torres, Elena del Rivero, Ana Prada, Jurgen Partenheimer o Rainer Ruthenbeck, y Oliva Arauna expone a Javier Baldeón, José Herrera, Alfredo Jaar, Per Barclay y Rosa Brun, distintas posturas que revisan otras tantas tendencias.

Tanto Fúcares como Tomás March prefieren arte joven, el primero con Angel Bados, Rui Chafes, Lluis Hortalá y Begoña Goyenetxea, a la vez que repite con Croft, el segundo con Pedro G. Romero, Concha Prada, Xisco Mensúa, Ian Wallace, Federico Guzmán o Rafael Agredano, obras que tratan la realidad y que reflejan fragmentos de la misma. Y Antonio de Barnola con la pintura realista de José Manuel Ballester, junto a las obras de Manuel Saiz, o Emilio Navarro, con Teresa Moro y Daniel Verbis.

Consolidado aunque dando entrada a posturas llenas de modernidad es el stand de Joan Prats, que reúne las propuestas pictóricas de Hernández Pijuán, Rafols Casamada o García Sevilla con la conceptual de Perejaume y la fotográfica de Hannah Collins. Y si de pluralidad se trata, la valenciana Charpa mezcla cosas tan distintas como André Derain, Nacho Criado y Frederic Amat. Jorge Mara demuestra una vez equilibrio al presentar algunos artistas indispensables.

Espectaculares

Abundando en lo clásico, La Nave apuesta por Manolo Mompó, Millares, Tàpies y Sempere y los combina con Soledad Sevilla o Ximo Amigo y Marlborough ofrece lo espectacular de nombres como Bacon o Gargallo, e incluye a algunos como Antonio López García, Lucio Muñoz o Antonio Saura; algo similar ocurre en Maegth, con Miró, Chillida o Palazuelo.

Gamarra recapitula sobre los dos artistas que ocuparon el Pabellón de España en la última Bienal de Venecia: Eduardo Arroyo y Andreu Alfaro, mientras que Egam combina a Natividad Bermejo con Ramón González Echeverría.

Sobrio y conceptual el stand de Helga de Alvear con trabajos de Mitsuo Miura, José Maldonado, Darío Corbeira y las fotografías de Javier Vallhonrat y Joan Fontcuberta. Por su parte, el de Carles Taché alterna los nombres de Antoni Tàpies, -de nuevo el catalán universal es una de las firmas más repetidas en Arco-, Jaume Plensa y Sean Scully. Arte figurativo dentro de la «nueva metafísica» abunda en los stands de Estampa, -con Dis Berlín, Marcelo Fuentes o Miguel Cano-, y en el de My Name's Lolita Art, -con Equipo Límite, Angel Mateo Charris, Gonzalo Sicre y Juan Correa-.

Inmerso en posturas más drásticas Angel Romero expone a Elena Blasco, Ciuco Gutiérrez, Chema Madoz o Santiago Rodríguez del Hoyo, amén de los latinos Carlos Capelán y José Bedia mientras Masha Prieto opta por un colectivo en el que tiene importancia la imagen, y en él destaca la abundancia de mujeres que trabajan distintos campos: Ouka Lele, Patricia Gadea y Lita Mora. Variada la oferta de la barcelonesa Senda en pinturas de Ramón Herreros y Navarro Baldeweg y la sorprendente presencia de Yves Klein.

De Sevilla llega Rafael Ortiz con un grupo de naturaleza muy diversa en el que incluye a José María Báez, el legendario Equipo 57, Jaime Burguillos, Patricio Cabrera, Luis Mayo y Dorothea von Elbe, propuestas que van del constructivismo al realismo pasando por el conceptual o el abstracto. Y Félix Gómez con tres artistas de la tierra que dan vueltas cada uno a su manera al realismo: Joaquín Sáenz y Miguel García.

Entre las galerías que se dedican a la edición, Polígrafa y Editions T juegan con grandes nombres: Chillida, Tàpies, Saura, Bacon, Robert Motherwell, Christo, Sol Lewitt, Sean Scully, etc., y Zaragoza Gráfica trae las abstracciones de Broto y Ricardo Calero. Estiarte expone nada menos que a Picasso y a Manuel Angeles Ortiz; en BAT pueden verse las de Antonio Lorenzo, José Seguiri o Concha Hermosilla, en Ginkgo las de Mitsuo Miura, Alicia Martín, Mateo Maté o Adolfo Schlosser.

JOSE RAMON DANVILA

www.elmundo.es

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