La MODA vista por…Los pintores

Rafael Agredano se prueba una chaqueta en la clásica sastrería O´Kean, en la Plaza Nueva. RAÚL DOBLADO

Los distintos coqueteos de los creadores de moda con el arte han dado a veces sus frutos. Unas, con el consentimiento del artista, que acepta ir de pareja o al compás del diseñador. Otras, a regañadientes como si sólo fuera la consecuencia de un inoportuno desliz. La relación de los pintores con la moda no siempre ha tenido el mismo color. Unos la consideran una aliada y otros, una pasajera eventual en el viaje artístico. Cuatro pintores andaluces de distintas generaciones dan sus expresivas pinceladas a un debate siempre abierto.

POR CLARA GUZMÁN

Pepe Duarte
«Por motivos familiares tengo relación directa con el diseño de moda, lo vivo muy de cerca. De hecho, en algún momento he utilizado objetos tan de ese mundo como los zapatos para hacerlos protagonistas absolutos de mis cuadros. En la medida que evoluciona el concepto arte y el concepto moda, más se acercan entre sí, hasta llegar casi a confundirse», dice el pintor cordobés Pepe Duarte, miembro fundador del Equipo 57, que este año celebra su cincuenta aniversario con exposiciones conmemorativas en Sevilla y París y cuya obra abarca desde el constructivismo a la figuración simbólica.

«En realidad —continúa— el punto de partida para la realización de cualquier obra de arte o de moda es el mismo. Hay que conjugar volúmenes, colores, líneas proporciones… y los resultados son buenos o malos pero no en función de que el objeto en sí vaya a estar colgado de una pared, sobre un pedestal o en un cuerpo humano».
Para Pepe Duarte, que estudió Bellas Artes en la Escuela Santa Isabel de Hungría de Sevilla y ha expuesto en museos nacionales e internacionales, «quizá la diferencia más significativa que se pueda establecer entre ambas obras sea el fin utilitario e inmediato que tiene el objeto de moda y el condicionante de un soporte predeterminado que no se puede obviar».

Fernando Verdugo
«A mi modo de ver, la moda es esencialmente un metalenguaje con el que consciente o inconscientemente comunicamos algo sobre nosotros mismos. Como dice Umberto Eco, a estas alturas, cuando nos hacemos el nudo de la corbata (y por tanto cuando elegimos no llevar corbata o cuando vestimos de una determinada manera) tenemos que saber que estamos mandando un mensaje a los viandantes. Pero al mismo tiempo, la semiología de la ropa se ha hecho cada vez más compleja y no es fácil hacer una lectura clara de las representaciones externas y de la verdad que se esconde detrás de la apariencia. Hasta los que aparentan no preocuparse de la moda, están indicando su indiferencia ante el fenómeno. Nada es inocente en el acto de vestirse. Todo ropaje indica un posicionamiento vital». Así se expresa el pintor sevillano Fernando Verdugo, cuya personal obra oscila entre la abstracción y la figuración matérica y que expone hasta el 28 de este mes en el Convento de Santa Inés de Sevilla, dentro de la muestra «Cuenca, otra mirada».

Dice Verdugo que después está el concepto de creador de moda como artista, o viceversa. «Algunos diseñadores actuales son verdaderos genios con una creatividad desbordante, porque hoy los grandes desfiles internacionales son más un espectáculo que una propuesta para llevar por la calle. Y también ha habido una larga tradición de pintores que diseñaron ropa como Sonia Delaunay, Dalí, Fortuny, Gustav Klimt. Las conexiones entre colores y texturas, en uno y otro campo, son evidentes. Recientemente, el diseñador valenciano Manuel Fernández nos pidió diseñar y pintar un vestido a una serie de pintores y fotógrafos entre los que estaban también Manolo Valdés, Pepe Duarte, Genovés, Ceesepe, Ciria, Ouka Lele, Martín Begué, José María Báez y yo mismo. El catálogo de la exposición, llamada Fashion Art, está prologado por uno de los grandes teóricos del arte, Kevin Power. Eso demuestra que el reto de salir del propio mundo expresivo para algunos artistas es algo que nos estimula, y algunos importantes museos de arte contemporáneo acogen cada vez más el aspecto creativo de determinados diseñadores artistas».

Rafael Agredano
Hemos quedado en la sastrería O’Kean, en la Plaza Nueva. El pintor cordobés Rafael Agredano sale a escena con su aire a lo Andy Warhol en la versión sevillana de Diego, uno de los peluqueros de Lebrón. Sus zapatos nuevos de Hugo Boss refulgen en su charol negro, y una chaqueta de Toni Miró completa el atuendo. Agredano, que suele incluir elementos literarios en su obra plástica, maneja con soltura las claves de la moda. Suscrito a publicaciones y ávido lector, es tajante al afirmar que la moda no es un arte, sino un síntoma. «Picasso trabajó para los ballets rusos con Chanel y el grupo de intelectuales británicos Bloomsbury diseñó telas. Hay pinturas que no son arte, pero hay vestidos de Cristóbal Balenciaga que sí, aunque el traje, como le aconsejaba el genial vasco a Givenchy, no debe ir ni por delante ni por detrás de la mujer, sino acompañándola».
Para Rafael Agredano, todo movimiento cultural va parejo con una forma de vestirse. «El punki le dio la vuelta al hippismo, a la utopía, y creó una imagen agresiva que coincidió con la crisis del petróleo y que se cargó la visión de la moda y del mundo en general. A la elegancia se le achacan virtudes casi de religiosidad, austeridad, discreción. Parece que describes a un santo cuando hablas de elegancia». A continuación, Agredano se define austero vistiendo. «Los que se atreven con el negro son jóvenes, porque la gente mayor lo asocia al luto. A mí me interesa la moda porque a la moda le intereso yo. Los diseñadores suelen trabajar para los artistas». Pero en lo que es contundente Agredano, que acaba de exponer en la galería Alfredo Viñas de Málaga, es en las contradicciones de la moda. «Dicen que la sastrería a medida es cara, pero sabes perfectamente que a los trabajadores no los explotan. En cambio, te compras un jersey en H&M con un precio muy democrático y en realidad te estás poniendo una prenda hecha por un niño esclavo».

Abraham Lacalle
Nacido en Almería, pero afincado en Sevilla desde 1982, Abraham Lacalle dice que su pintura tiene una relación muy directa con la realidad, pero con una impronta abstracta. «No se trata de confundir. Los diseñadores no pertenecen al mundo del arte lo mismo que un cocinero no es un artista. Claro que si se rompen los cánones resulta que todos somos artistas. Cada cosa debe estar en su sitio. Los profesionales que hacen anuncios y que tienen unas ideas geniales, que son unos publicitarios muy buenos e ingeniosos, no dicen que quieran ser artistas».
Lacalle añade que «la moda no es una corriente artística, es un fenómeno estético, sociológico, que transparenta el pulso de la sociedad, pero nada más. El arte le da la vuelta al pulso social y es pensamiento, la moda, no, sin que esta afirmación signifique ir en detrimento de esta disciplina». A sus cuarenta y cuatro años, el benjamín del cuarteto de pintores, apunta que la moda en sí no le despierta interés. «Es una forma de buscar nuevos caminos y una segunda piel en la manera de vestir. En los años ochenta hubo una estrecha relación entre modistas y el mundo del arte, que con el tiempo se abandonó. Entonces para ser moderno, entre comillas, tenías que ir vestido de Toni Miró y de Montesinos. A mí me gustaba Miró, menos su línea estilo cura, y tengo cosas suyas. En esa época se quería descargar al arte de cierta gravedad. Era una provocación, pero ahora no hace falta representar nada. La ironía y el humor son los mejores elementos para ver la vida».
Para terminar, Lacalle critica las determinadas maneras de enfocar la «entente cordiale» entre la moda y el arte. «Lo que hizo Yves Saint Laurent al dedicar una de sus colecciones a la obra del pintor Mondrian me parece una banalización. Es utilizar el arte de forma superficial, sólo desde el punto de vista estético».

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