La pintura de Joaquín Sáenz tiene ya sede permanente en Sevilla

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Desde los años cuarenta del pasado siglo del interior de aquella casa de la calle San Eloy surgía una música en forma de zapateado. Eran las máquinas de la imprenta Gráficas del Sur, un nombre que su fundador nunca pudo registrar. En la calle San Eloy los olores a tinta se confudían con los de los papelones de pescado frito (regado con tinto de Casa Morales), con los que Joaquín Sáenz (padre), el propietario de la imprenta, invitaba a cenar a sus trabajadores. Recuerda su hijo, el pintor Joaquín Sáenz, cómo la imprenta fue conviritiéndose en lugar de encuentro y tertulias, donde se desayunaba con los calentitos de Pepe el Masa y cafelitos del Bar Arsenio.

Hoy, hace años que la imprenta San Eloy, como pronto fue conocida, no está en su calle, pero de alguna forma ha vuelto a Sevilla. Y lo ha hecho a través de los cuadros que en su día pintara Joaquín Sáenz, el hijo del fundador, y que componen una colección de 18 obras que el artista vendió, para mantenerla en su conjunto, a la Diputación Provincial de Sevilla, y que desde ahora se pueden contemplar como exposición permanente en la Casa de la Provincia de la plaza del Triunfo.

Joaquín Sáenz comenzó a pintar en esa imprenta, allí fue donde instaló su primer estudio, calificado un día por Francisco Moreno Galván, como uno de los más bonitos que conocía de pintor.Y la estancia, con vigas de madera y una ventana de fondo, no se resistió para los pinceles de Sáenz, que fue como el registro vivo del paso del tiempo por aquellas paredes.

Joaquín Sáenz pintaba, y continuaba con su oficio de litógrafo, aprendido en la Escuela de Artes y Oficios a la edad de 14 años, lugar por cierto, donde conoció al también pintor Pepe Soto, y desde entonces dura esa amistad.

Pero Sáenz, hoy conocido también como excelente cartelista, no hacía carteles, sino que imprimía los de Moreno Galván o Cristóbal Aguilar, hasta que un día en el año 78 los miembros de la Peña Flamenca de Palma del Río llegaron a la imprenta a buscar un cartel y él se ofreció a hacerlo. Ese fue el comienzo de su recorrido por el difícil mundo del cartel haciendo algunos como los de la primera Bienal de Flamenco de Sevilla. En el arte del cartel Joaquín Sáenz pudo reunir sus dos intuiciones: la de litógrafo y la de pintor.

Los cuadros de «La imprenta de San Eloy» recorren el patio de las máquinas en vertical, el taller de la imprenta, el frontal con el reloj y el zaguán, y nos dan una vuelta por los comodines o chibaletes, la mesa del regente, el propio estudio del pintor o incluso la famosa Frontex, de todos los impresores conocida. La imprenta de San Eloy ha vuelto con más melancolía que nunca.

24-9-2006 03:11:58

MARTA CARRASCO

SEVILLA.

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