«Los claveles» y «La hora sin sombra»

Levante. POSDATA·Suplemento Cultural. Viernes, 20 de junio de 2008

 

 

Coinciden en Valencia dos exposiciones sobre el arte sevillano actual.

Unidas las dos ciudades por la luz y sus ríos (y por un raquítico puente aéreo), al final de esta temporada coinciden en Valencia dos exposiciones que nos traen hasta aquí una parte de la rica escena artística sevillana emergida a finales de la pasada década y principios de esta.

 

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En concreto, la parte que tiene que ver especialmente con la revitalización de la pintura en los últimos años y, en segundo lugar, con cierta renovación del gesto de aquellos artistas de la Nueva Figuración reunidos en torno a la revista Figura a mediados de los ochenta, obviamente un referente fundamental no sólo para los sevillanos sino a nivel nacional.
De este modo, pulsando la dinámica actualidad y como resultado de la reunión de varias experiencias y pequeños grupos en los últimos años, el punto de encuentro que sirve de nexo para este desembarco sevillano es una plataforma de información y archivo que reúne en Internet (www.losclaveles.info) a un interesante y heterogéneo colectivo de pintores formados en los noventa y de los cuales se presenta, hasta septiembre, una importante selección de cuadros bajo el título Los Claveles. Una aproximación a los jóvenes pintores de Sevilla en la Fundación Chirivella Soriano, que contextualiza así, abriéndolo al presente, uno de los argumentos de su extensa colección de pintura española.
Después de recorrer el medio centenar de obras colgadas en el Palau de Valeriola uno se queda con una más que buena sensación de lo visto, prueba de un relevo generacional —ni manifiesto ni rebelde, quede dicho— y de la fuerza que asume la revisión de los lenguajes pictóricos en Sevilla más allá del reactivo de momentos anteriores y del recuento de promociones de su Facultad.
Ahí están la fuerza bruta y sarcástica de los personajes de Matías Sánchez y el neopop irreverente de Rorro Borjano, seguidos por el expresionismo de Antonio Godoy y Cristina Lama; además, destaca la contundencia gestual y cromática, su soltura, en los trabajos de Marcos Bontempo, Manuel León y Miguel Cabeza, éste más geometrizante, la fantasía creativa de Alejandro Durán o Javier Martín, este último con sus bombas atómicas. Están también la ligereza en las composiciones de Rubén Guerrero, la esencialidad en las formas de Fernando Clemente, los opuestos en los tondos de Ming Yi Chou, las tierras roturadas de David López Panea, los filamentos de Ruth Morán, las superposiciones vegetales de Patricia Ruiz, la ironía animalística de Eugenio Heredia o la figuración metafísica de Ramón David Morales y Cristóbal Quintero, cerca de los dibujos de José Miguel Pereñíguez. E, incluso, los más realistas: las figuras de Pedro Delgado, las historias a modo de collage en los cuadros de Montse Caraballo y las acuarelas alucinantes de Manuel Antonio Domínguez, el pop de María José Gallardo, las casas de Gloria Martín y los retratos entreverados de Felipe Ortega. Se me quedaba para el final la elegante lucidez de Miki Leal —posiblemente uno de los más activos en el panorama nacional—, con el que saltamos de exposición.
Coincidiendo felizmente, La hora sin sombra ha sido comisariada por Jesús Reina para Tomás March —un galerista enamorado de la capital hispalense, con la que mantiene vínculos históricos y a cuyos artistas más relevantes ha dedicado un buen número de exposiciones, aquí y en la antigua Temple en tiempos de Figura—, una muestra que nos permite ahondar en el trabajo de cinco artistas, cuatro de ellos presentes también en Los Claveles.
Las piezas centrales de Miki Leal me parecen de lo mejor, en especial el análisis detenido de los planos en Fuji Conection, una acertada relectura del paisajismo sublime. Siempre impacta su fresca pintura sobre papel a modo de recordatorios de historias, viajes o anécdotas trazadas con una peculiar soltura irónica en la que la aparente facilidad no esconde la sinceridad del pintor. Por su parte, los cuadros de Cristóbal Quintero sugieren una posición tangente a la metafísica en lienzos como La casa sorprendida, aunque me quedo con El yacimiento por el hallazgo de la reflexión sobre el lienzo, sobre la pintura convertida en un agujero.
La bisagra la pone Juan del Junco con el extrañamiento de esa mirada fotográfica, su registro frío y tan objetivo, abocada sobre el mundo. Atrapa escenas sobre el césped, en la peluse, donde todos juegan y alguien duerme entre los setos, dejándose olvidada una zapatilla, objeto de una investigación arqueológica o científica.
Al final, enfrentados en esta segunda parte, la fuerza de los dibujos de J. M. Periñíguez, con su resultado fotográfico a media distancia y el disfrute en la cercanía de la sutileza del trazo; y la pintura de Javier Martín, que plantea en sus cuadros de la serie Unterhegen una interesante explosión de color, vivo, fuerte, ácido, perfilando discos, platos, manchas, salpicados con diseño de Cubo Rubik.

Estas dos exposiciones han venido hasta aquí buscando pelea —tomando prestado el título del texto de Ivan de la Torre Amerighi en el catálogo de la primera— y en el mejor sentido, claro, pues plantean un particular diálogo e intercambio con lo que sucede aquí en Valencia, otro de los territorios especialmente fructíferos para la pintura en nuestro país en las últimas décadas, por lo que de seguro, más o menos inminente, se necesita ya de la réplica que supondría el desembarco de los jóvenes pintores valencianos en Sevilla. Más que deseado, la única cuestión es saber medir las cañas (perdón, quise decir los tiempos) cuando los valencianos y los sevillanos se juntan antes y después de las horas sin sombra.
 

Ricardo Forriols

POSDATA.

Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 20 de junio de 2008


LOS CLAVELES. UNA APROXIMACION A LOS JOVENES PINTORES DE SEVILLA

Fundación Chirivella Soriano. Valencia. Del 25 de abril al 7 de Septiembre 2008.


LA HORA SIN SOMBRA

Galería Tomás March. Valencia. Del 5 de Junio hasta Septiembre 2008.


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