VIVA CARTAGENA! – VISIONARIOS

Visionarios. BLITZ

APROVECHANDO LA OPORTUNIDAD QUE SE ME BRINDA DE ESCRIBIR UN TEXTO PARA OTROS ARTISTAS VOY A HABLAR DE MÍ. No es por narcisismo ni por necesidad -que no es que no la tenga- sino para demostrar que quien se dedica al arte tiene que practicar este ejercicio continuamente como lección número uno en el "decálogo" de trece o catorce puntos de la difusión de su trabajo, si quiere que hablen de él cuando esté muerto, ya sea de hambre o muerto de verdad (o de dos por el precio de uno si lo llevamos a casos extremos).

Es más: incluso si quiere que lo hagan antes de morirse, que es la mejor fórmula para que se haga siempre, lo que aporta notables ventajas en el desarrollo de la profesión entendiendo con esto la permanencia en ella y haciendo más llevadera la vida en general. Es una fórmula imprescindible.

No creeros nunca a ningún artista que os cuente que ellos son los primeros sorprendidos de su éxito "que estaban en su estudio cuando se les apareció el hada madrina de Cenicienta sin querer y ahí comenzó todo": mienten. Lo que no me sorprende pero lamento profundamente es el fracaso de algun artista genial, más o menos resignado y abandonado a su suerte -uno (uno nada más) de los motivos, aunque hay muchos más que no voy a repetir ahora porque ya lo he hecho otras veces: se trata por tanto de un compuesto cuyo conocimiento está al alcance de cualquiera, como están al alcance de cualquiera los pasos del tango, pero una cosa es saber cómo se baila y otra saber bailar. Ser un ávido lector, conocer a fondo la estructura de la novela, tener una buena historia que contar, poseer un extenso vocabulario o que la Sintaxis no tenga secretos para ti, no te convierte en novelista. Por mucho que lo intentes puede que nunca pases de un primer párrafo que pide a gritos ser arrojado a la papelera. Tanto el fracaso como el éxito tienen sus claves. Los secretos del comportamiento encierran muchas de ellas. El éxito nunca es casual, aunque la casualidad de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno no sea tal sino un componente tan causal como premeditado, lo que nunca le ocurrirá a quien se queda en su estudio esperando al hada madrina de Cenicienta. Las putas tenemos que hacer la calle incluida por supuesto la visita a domicilio. Tener estómago no siempre tiene que estar reñido con tener talento, incluso suelen ser buenos aliados, considerando que este último no es siempre sinónimo de inspiración sólo artística, sería desperdiciar el amplio espectro que conlleva el talento de verdad -La inspiración por sí misma no vale mucho en la mayoría de los casos si uno no tiene el don de la ubicuidad, no domina las técnicas de la auto propaganda, no sabe hacerse respetar ni está dotado para la intriga seleccionando muy bien sus amistades entre los elegidos. Pero sobre todo lo que siempre he considerado algo fundamental, algo que roza lo extrasensorial, algo que siempre me ha sorprendido aunque no termine de despertar mis simpatías (bueno… depende de quien las posea porque a veces he sido beneficiado cuando se trataba de amigos míos): siempre están perfectamente informados de lo que ocurre en cualquier sitio sin estar presentes. Esa es la madera veteada de la que están hechos los triunfadores. Iba a hablar de mí, pero en realidad a través de mí al tratarse de una anécdota reciente de mi vida laboral -una vida de perros al fin y al cabo- porque en las anécdotas, tras una primera sonrisa, una carcajada o un golpe de ira, viene la reflexión. La anécdota la entresaco de las florecillas escogidas de un "Viva Cartagena" que me dedicaron en una exposición de tinte retrospectivo, no exactamente una retrospectiva al uso, aunque institucional como suelen ser este tipo de exposiciones, principalmente públicas y modelo de esa ineficacia burocrática que crece conforme va bajando el nivel de la institución. Quedando, por tanto, más que en manos de funcionarios especializados (que los hay abominables) en administrativos (que los hay abominables) empeñados en demostrar, eficazmente, una ineficacia que roza el surrealismo y la pesadilla, que se las hicieron pasar putas a mis dos aplicados pero inexpertos comisarios e incluso lo habrían conseguido conmigo de no haber salido yo corriendo bajo el principio napoleónico de "soldado que huye sirve para otra batalla". 

Los "Viva Cartagena" son, para quien no lo sepa, ése genero literario, que denomino así al desconocer su auténtico nombre, y que podríamos englobar dentro de la correspondencia comercial. Están situados al comienzo de los catálogos y serían como las oberturas de una opereta, si no fuera porque cantan y sólo les falta música pero de pompa y circunstancia que es lo malo. Esos escritos institucionales normalmente firmados por alguien distinto al que los ha escrito cuando hay suerte (que al parecer no fue mi caso).  En los "¡Viva Cartagena!" del catálogo de mi exposición donde todos escribían menos yo "porque lo encarecía y además ¡siendo yo el artista cómo me los iban a pagar!" (a pesar de ser muy citado, intratextualizado, y copiado en los textos de los demás ) cada uno de los representantes de cada una de las instituciones y organismos que ponían su "granito de arena" parecían tener una vida que sin mí hubiera sido absurda y sin sentido (Leyéndolos sin dar crédito me repetía a mí mismo: ¿Ése soy yo…? ¡Qué hombre!) parecía que yo era lo más, como para comerme de lo artistazo y estupendo que era. En definitiva: ¡Qué habría sido del arte sin mí!, etc.etc. Termino sin dar crédito.

Y sigo sin dar crédito: Entre dichos "¡Viva Cartagena!" figuraba el del presidente de la institución cultural -que lo era entre otros nombramientos de los que podrían denominarse de "a nivel cultural"- que afirmaba que yo "pertenecía a una generación que no tuvo que luchar tan ferozmente por el pan como la anterior". Aunque todavía me pregunto cómo se habrá enterado de lo fácil que ha sido la vida para mí -¡Y es que no se puede decir nada a nadie porque enseguida van y lo cuentan por ahí!- y el poquito trabajo que me cuesta comer ¡Ahora encima voy yo y, para arreglarlo, me aventuro a adivinar que junto a los vinilos de Paco Ibáñez tiene las obras completas de U2 y Bruce Springteen -los primeros en CD y el segundo probablemente en ambos soportes-!

 Me alegro de que afortunadamente entre el pan no metiera la camisa de once varas de la mortadela que habría convertido el tema en algo más discutible y delicado de lo que ya lo había dejado. El hombre llevaba buena intención, y a lo largo de todo el texto se le veía muy motivado por los problemas político sociales tan en boga en el arte actual (que debe ser por lo que acapara tantos cargos en la política cultural) y en la vida, aunque desde luego si hubiese sido por la institución que presidía -en mi caso me hubiera gustado que hubiese hecho algo más que presidirla- poco "panem" hubiese comido yo ¡ porque hay que ver qué desagradecidos con las aportaciones que hice al " et circences" del evento! ¡Y menos mal que yo era de una generación anterior a la de los "niños" que exponen aquí! que si no, me toca botellona… ¡pero fijo!

Aunque en una exposición con casi cuarenta nombres hay para todos los gustos en su manera de enfrentarse al mundo como artistas y como personas (todavía completamente hidratadas por cierto y además ¡lo bien que le queda todo lo que se ponen por muy arriesgado que sea!), espero que nadie haya caído en la trampa de que yo estaba hablando de mí usurpando el terreno de nadie. En realidad era una excusa para hablar algo de un mundo, el del arte, sobre el que tantas equivocaciones existen. Quien no ha sentido el vértigo que se sufre subido en las sólidas estructuras de lo aparentemente fácil o del trabajo bien hecho pero sobre el que la única postura posible sigue siendo sin embargo el equilibrio, las especulaciones también siguen siendo peregrinas y el arte "un mundo raro" como dice el bolero. A menudo, en el ámbito geográfico en el que nos movemos, la tendencia y la obligación es la queja justa como postura reivindicativa a la que le hemos añadido ironía y guasa, pero como no da resultado y el uso como a todo la desgasta, prefiero en este momento obviarla (ma non troppo porque quien no llora no se desahoga y además es mucho peor porque si no nos quejamos entonces sí que vamos dados) y seguir pasando a la acción como ejemplifica esta exposición llena de vitalidad y maldad y humor y seriedad y segundas intenciones y directos y retintín y lo que hay que tener (sigo hablando de mí pero me he pasado al plural mayestático que resulta más cómodo e impersonal y así hay menos mosqueo), no obstante nos siguen resultando curiosas las paradojas de este oficio de complicado beneficio: siempre ha chocado a naturales y foráneos, bajo cuyo punto de mira continuamos afortunadamente, el plural tan singular del gran número de artistas que nuestra comunidad genera ocupando en los balances de las colectivas importantes del arte español el mayor tanto por ciento, incluido el nivelazo cualitativo en dirección inversamente proporcional al número de coleccionistas y del presupuesto ridículo de las instituciones "ninguneantas" que sí comen del asignado para nosotros hasta el punto de que, como malas madrastras, al final del reparto ya no queda panem para nosotros.

El ejemplo que dimos de los textos en la retrospectiva -entrecomillada- de antes lo demuestra: "porque lo encarecerían y siendo ellos los artistas ¡cómo van a cobrar el texto del catálogo!" y ¡Viva Cartagena! Por supuesto no asistimos a la inauguración porque había una pieza fundamental en nuestra obra: nosotros, y nosotros no somos un complemento circunstancial temporal sino el verbo que se conjuga.A veces los políticos justifican el dinero invertido en un importante acontecimiento de artes plásticas -en las ocasiones poco frecuentes que lo son por aquí- subrayando el interés turístico que llenará hoteles y restaurantes. Nosotros no comemos -sólo levitamos-: todo el mundo sabe que pertenecemos al orden de los seres inmateriales seamos ángeles o diablos, pero al parecer tenemos que justificarnos para que nos perdonen, devolviendo con creces de rentabilidad a la hostelería (que, que yo sepa, no es famosa por su mecenazgo) lo que se nos "da" que ya era nuestro, porque también pagamos impuestos -volviendo al "polvo eres"-. No veo por qué hay que dar excusas turísticas. Se supone que deberíamos tener un dinero asignado para ese asunto propio, cuando trasciende en el interés público el ejercicio de nuestra profesión, como cultura que es, ya que entonces debería figurar entre las obligaciones de nuestras autoridades echarse la culpa si el turismo falla, por no haber organizado acontecimientos artísticos. Eso por la misma regla de tres… al cuarto. Ya en el ámbito privado, no queremos dejar dejar pasar por alto, venga más o menos a cuento porque es divertido dentro de lo desagradable, a esa gente que no nos compra nada cuando estamos comenzando y no tenemos galería, porque no se fían de nuestro futuro y si no tenemos galería ni somos artistas ni somos "na". Tampoco compran en ellas: les parece un robo que una galería se lleve un porcentaje tan elevado de las ventas, pero cuando exponemos en una rápidamente nos llaman por teléfono muy interesados en ir a nuestro estudio ¿Qué pretenden si nosotros teníamos el estudio antes de la exposición?: pues que les vendamos una obra por el valor del porcentaje que la galería nos daría a nosotros. Es decir, que intentan hacer lo mismo que critican de una galería pero ahorrándose los gastos y el trabajo que la galería ha hecho por nosotros y por tanto robarnos a nosotros y a la galería: No les suele salir bien dependiendo de las circunstancias de cada uno y si se les puede evitar mejor es hacerlo por dignidad profesional.

Se menosprecia con enfoque depreciativo el coste de una obra pero nos valoran artísticamente por nuestro valor en el mercado. Tras una exposición, antes que por el éxito de críticas, o de si estamos contentos de cómo nos ha quedado el trabajo, nos preguntan por el número de ventas para saber si la exposición ha sido un triunfo. Por el contrario, aunque también paradójicamente coincidentes en el totum revolutum, algunos seres completamente idos de la cabeza -que por supuesto no dudan que su trabajo merezca un sueldo fijo mensual- aún consideran una inmoralidad que el arte tenga un valor económico, siendo como es una profesión ( complicada, sin horarios tanto para lo bueno como para lo malo, pero con fechas de entrega, y cuya situación ideal es el derecho a realizarla en exclusividad para obtener como en cualquier otra óptimos resultados) cuando nuestros hijos tienen que ir a la Universidad, visten, calzan y necesitan todo lo que necesitan los hijos de los demás, como la dignidad de comer todos los días. Las musas, aun siendo buenas aliadas, no nos dan de comer ni nos pagan la luz ni la hipoteca ni el alquiler del estudio, ni el teléfono, ni las publicaciones ni esos viajes siempre necesarios para algo que va más allá del bricolage ya que al fin y al cabo la nuestra es una actividad intelectual que nos obliga a ser cultos, a permanecer siempre informados -porque tener talento no cuesta dinero pero alimentarlo sí- y que a lo largo de la historia ha sido normalmente la vanguardia que ha precedido, señalando el camino, al resto de las artes. Un mundo que también tiene como materia prima las ideas, incluso para el noble oficio de construir castillos en el aire si fuera el caso. También para las revoluciones y la búsqueda de la Utopía. ¿Más de treinta artistas? Pero eso es… ¡La Revolución! Si hubiese espacio, o este catálogo estuviera concebido con ese objetivo, quizá lo conveniente sería un texto crítico para cada uno de ellos. No es así ni creo en realidad que sea necesario, ellos saben explicarse muy bien y dejar las cosas claras, por tanto lo mejor que puedo hacer es callarme ya y considerarme honrado por figurar en él con el privilegio de éste "Viva Cartagena" a mi manera y ahorrándome mucho trabajo. Ya con el suyo hay crítica suficiente porque estos "niños" tienen tela marinera, saben lo que se hacen y saben cómo hacerlo -regresando al apartado de formación, información y viajes-. Ya han hecho adecuadamente una de las mejores cosas que pueden: unirse por propia iniciativa y trabajárselo a base de bien: Es la manera. Todos los caminos van a Roma y además ya que tienen que ir andando, lo mejor es ir en compañía porque a pesar de lo que diga el "complemento circunstancial" arriba citado, no pertenecen a ninguna generación que no tenga que luchar tan ferozmente por el pan como la anterior, y mucho menos estando el patio como está. Además en el arte siempre hay que luchar por el pan con ferocidad como ellos saben ya perfectamente porque lo están haciendo desde que empezaron.

Rafael Agredano

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