Miki Leal (Pintor)

Miki Leal

– ¿El título de la exposición es una alegoría sobre dónde está el mundo de los pintores?

– Podría ser. Tanto Lorca Scott como Julián Ruesga, los comisarios de la muestra, toman como referencia la obra de pintores que es casi artesanal, de gente que crea sin una idea preconcebida y que se fija mucho en el mundo de los sueño. Lo que ocurre es que quizas es verdad que el azar es fundamental en nuestro trabajo. A veces me sorprendo a mí mismo cuando acabo una obra, ver en lo que al final ha quedado y muchas veces el concepto inicial sólo lo tenía en mi subconsciente.

– Pero, ¿viven ustedes en el limbo?

-Un poco sí. Vivimos en un mundo algo especial porque quizás somos de los pocos que nos damos cuenta de todo, que nos fijamos en la mínima tontería porque todos nuestros sentidos están abiertos sin tapujos.

– ¿Los artistas de ahora son más tímidos que los de antes?

– Creo que no, lo que ocurre es que hace unos años se precisaba más el artista reivindicativo, y ahora no nos manifestamos por nada. Y yo creo que es malo porque el arte necesita reivindicación, y «dar caña» constantemente, sobre todo en el momento en que estamos viviendo.

– ¿El arte está en crisis?

– Está en crisis el mundo en general, y por supuesto el arte que forma parte de él. Yo creo que hay una pérdida de valores y las cosas que antes tenían importancia han dejado de tenerlas. En otras culturas, que no en la occidental, la naturaleza es un valor fundamental. En la nuestra no. Algo funciona mal.

– Cuestión de organizarse, supongo.

– Y de mucho más. En Sevilla si el arte estuviera tan organizado como una cofradía, funcionaría mejor. No se gestiona bien el arte en general ni las obras de los pintores, ni tampoco la promoción. Además, como eres una persona que creas en silencio y en solitario, haces cosas que no te han encargado y que a lo mejor no interesa a nadie. Luego tienes que convencer o no, a quien es tu posible, cliente, y si no lo convences entras en el descontento. Es como un círculo vicioso.

– Aprovechando las fiestas, ¿qué le inspira más la Semana Santa o la Feria?

– Sin duda la Semana Santa. La Feria es otra cosa, está en otra escala y a mí, particularmente, me agobia mucho.

– ¿Dónde está la modernidad en Sevilla? ¿Ha dejado de existir?

– Creo que está escondida, o quizás es que hoy en día no hay modernidad y la que se ve es falsa. Ahora se considera moderno aquel que va vestido «fashion» con un punto Bisbal. Hemos caído en lo peor. A los «modernos» auténticos no les gustan los arquetipos y existen, pero no tienen que tener una estética especial.

– ¿La Sevilla de los ochenta era más rupturista que la actual?

– Sin duda. Fue un momento en el que los jóvenes lo probaban todo para sentirse distintos. Pero ahora la gente no lo tiene tan claro, y solamente se limitan a seguir, y sin mucha fe.

– ¿Continúa el éxodo de artistas?

– Sí, muchísimo, lo que ocurre es que ahora tardan más en darse cuenta de que tienen que marcharse. Pero el que se va luego cuando regresa siempre te dice: «tienes que salir como sea».

– Pero usted no emigra.

– No, pero deme tiempo. No hay otro pasaporte para triunfar que la emigración, y esto también está resultando muy difícil porque «fuera» hay mucha gente dandose codazos.

– Sigue pintando, ¿no le tienta la actual corriente del vídeo creación y la performance?

– Sí, de hecho estamos haciendo una película, que al final, como siempre, nos la tendremos que quedar porque no tendrá salida, y está quedando muy bien. Pero los vídeos, las películas son algo que sólo tienen salida institucional, museos o fundaciones. Un privado, ¿dónde lo coloca? .

– ¿La gente sigue demandando pintura?

– Si, y creo que cada vez más, al mismo tiempo que la fotografía.

– ¿Se siente arropado por las instituciones?

– No se, yo creo que aún no les he cogido el punto. Lo deben tener, no digo que no, pero no se cual. Lo digo de verdad. A lo mejor es que nos tenían que dar un cursillo, o poner una asignatura en la facultad sobre cómo dirigirse y obtener subvención de las instituciones. Sería hasta útil.

Los concursos

Para Miki Leal una de las salidas a las que actualmente pueden recurrir los artistas jóvenes son los concursos y certámenes que se reparten por toda la geografía. «Lo que ocurre es que presentarse es carísimo. En la mayoría de los casos debes presentar un montón de diapositivas de la obra, más un dossier, más otro sobre la misma obra, más agenciar el transporte de la pieza y cuidar que llegue, si no eres tú mismo el que la llevas. Así las cosas, cuando te has dado cuenta, presentarte te cuesta unos tres mil euros y luego la mayoría de los casos, claro está, la obra vuelve a tí sin pena ni gloria. Con esa producción, ¿quien se presenta? Y luego está el artista que sabe llamar a todas las puertas y otro que espera que lo descubran. Uno llegará antes y otro después, el caso es ser bueno».

 

MARTA CARRASCO – ABC
17-4-2004

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