La Virtud Demacrada. María Cañas

María Cañas. Foto: www.flickr.com/photos/sentirsevilla

Resulta harto difícil adscribir a un género determinado a María Cañas, recluirla  bajo los estrictos marcos de un título tópico o una definición general. Desde las premisas de la libertad absoluta y con el único límite que puedan imponerle las nuevas tecnologías, la creadora sevillana usa del arte y de sus posibilidades para cartografiar –y de paso desenmascarar- un mundo plagado de imágenes que tratan constantemente de embaucarnos, convencernos, vendernos o comprarnos. Tienen razón, y seguro que la artista comparte esa aseveración, quienes afirman que el mundo de las ideas y de los ideales yace ahora a los pies del universo de las imágenes. Hoy nada es creíble ni fiel –o infiel- al ciento por ciento, las certezas han dado paso al reflejo de lo que parece o podría ser. La virtualidad de la realidad, la velocidad con que los escenarios mudan de piel o con la cual las convicciones se adaptan a circunstancias antagónicas sin cargos de conciencias, nublan de tal modos nuestros sentidos y entendimientos que preferimos transigir sin cuestionamientos y acomodarnos a las nuevas situaciones. Ya no parece lógico el refrán que siempre mascullaba mi abuelo: De lo que veas, la mitad; de lo que te cuenten, la mitad de la mitad. En estos momentos, lo que se ve está, lo que parece es.

 

Habituada desde la videocreación y el net-art, al sutil juego de la subversión y el cuestionamiento de los tópicos y estereotipos de la idiosincrasia andaluza, María Cañas presenta un conjunto de collages digitales en los que emplea un voraz canibalismo a la hora de re-contextualizar la imaginería artística histórica, especialmente barroca y romántica, mediante imágenes ‘recuperadas’ del cine, el porno, la publicidad, las vanguardias, los videoclips o los estilos clásicos. De tal modo, encuentra en el apropiacionismo y la vinculación simbólica (mediante imágenes o ideas que remiten a otras previamente conocidas) un camino abonado para la reflexión meta-artística. Siguiendo esta pauta, genera obras contaminadas e irreverentes, que ilumina o pervierte, siempre homenajeándolas.Con esta actitud, la autoproclamada archivera de Sevilla, como se afana en nombrarse en uno de los parajes de uno de sus últimos proyectos, la videocreación Te mando un colega (2006), la autora subvierte la idea de originalidad tan afín al arte de todos los tiempos, reformulándola de nuevo: toda la materia prima está ahí, en ese gran bazar de memorias y vicisitudes ajenas y colectivas que es internet, la labor del artista es descubrir, seleccionar, recombinar esos materiales en función de un programa y unas intenciones previas.En muchas de estas piezas, podemos detectar otro de los aspectos definitorios del lenguaje de Cañas, el abigarramiento, la condensación narrativa e informativa como modo de dispersar la atención del espectador para, después de mil avatares e intereses momentáneos, volver a recogerlos en un punto clave que guarda el nudo gordiano de la obra. Conscientemente provocadora, esta actitud, llevada al extremo, al igual que lo grotesco o la gruesa ironía, lo que trata de alcanzar es una depuración en el espectador con respecto a su modo de enfrentarse con lo que le rodea. Si se consigue con imágenes actuales o extraídas de la Historia del Arte es lo de menos: ello no hace sino demostrar nuestra permeabilidad ante ellas y la pervivencia de la cita visual como recuerdo indeleble. Si en piezas video creativas anteriores como El Perfecto Cerdo (2005), se reflexionaba en torno a la cultura del reciclaje y del reaprovechamiento extremos, tomando como punto de partida un icono gastronómico-folclórico-social el mundo del cerdo y sus derivados, y en Land of 1000 Tvs (2005), se edificaba una fábula apocalíptica y humorística que predecía la unión de los media y la telecracia animal para exterminar a una decadente humanidad, en La Cosa Nuestra (2006), volvía su mirada hacia la cara oculta y surrealista del universo bóvido-taurino. Diversión y tremendismo operados dentro del canibalismo iconográfico. De igual modo, en la citada Down with Reality (2006), un proyecto de arte-convivencia entre artistas y críticos en la que se partía de esquemas del falso documental, la telerrealidad y la cinematografía contemporánea, se aprovechaba para remarcar diferencias o similitudes entre dos ámbitos tan alejados y sin embargo tan interdependientes. Ahora, tras una fructífera estancia en Nueva York, con Kiss the Fire (2007), María abandona la circunstancias locales e idiosincrásicas para adentrarse en temáticas más globales de las que extraer conclusiones particulares. La hipocresía del mundo yankee se funde con la telepredicación de la realidad, la confusión urbana, el universo que gira sin detenerse y nos atropella. Y el fuego. Siempre el fuego, a medio camino entre aquel purificador y vivificador de las religiones primitivas y el del carácter redentor y condenatorio de la sensibilidad cristiana, se torna elemento que no sublima la narración, la acompaña y potencia hasta límites insospechados.

Ivan de la Torre Amerighi – Crítico e Historiador del Arte

Carmen Carmona Galería de Arte

C/.Jaúregui, 9. 41003 Sevilla. Tlf.: 954 211 927

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María Cañas. Foto: www.flickr.com/photos/sentirsevilla ( añadida por webmaster )

 

 

 

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