Juan Lacomba: «El término «arte contemporáneo» está manipulado y erosionado»

Juan Lacomba ante sus acuarelas en la galería Birimbao./MILLÁN HERCE

Juan Lacomba se ha ido a pasar veinte días de vacaciones al parque Yosemite de California y en lugar de volver con fotos, como cualquier mortal, ha regresado con una serie de acuarelas de gran formato, fruto de sus experiencias en este paisaje situado en las Montañas de Sierra Nevada del Este de California.

-Vamos a empezar por algo sencillo, ¿cree que los artistas están ahora demasiado en manos de los comisarios?

– No, los comisarios están en manos de los políticos y los artistas vaya a usted a saber dónde están. Ser uno, es más caro.El artista tiene que ser deportivo y no limitarse a hacer simulación.

-La insumisión ha perdido su sentido en el arte?

-Eso ya es una cosa de temporada. Yo, ante el arte contemoporáneo me siento ya aburrido, no me estimula

-¿Y qué es lo que le estimula del arte?

-El misterio. Lo decía Lorca, «sólo el misterio nos hace vivir».

-Entonces eso del arte contemporáneo, ¿está ahí, existe?

-Existe, claro, pero se ha convertido en una denominación de origen, como el Rioja. A mí me da pudor que me digan que soy artista contemporáneo porque en ese saco cabe todo, igual en el término vanguardia. Hay cuartos de baño de vanguardia, a lo mejor una casa de muebles de tercera dice que vende muebles de vanguardia…es un término manipulado, tergiversado y erosionado.

-No lo deja en buen lugar.

-Es que ya no se lo cree nadie, bueno sí, se lo creen algunas clases medias que quieren acceder a cosas. Son los nuevos llegados, desinformados que se creen eso.

-Le veo aburrido con el tema de lo contemporáneo.

-La verdad es que sí, me aburre, por eso me voy al paisaje. En origen, el paisaje en China comenzaron a hacerlo la gente que estaba saciada de la vida urbana, y fueron una especie de anacoretas autodesterrados que querían huir de esa fatiga urbana.

-¿Usted ha hecho lo mismo?

-De alguna manera, sí, por eso me voy a John Muir que decía, «subir las montañas y encontraréis las compensaciones».

-Todos los años usted hace un curso de paisaje que se llena. La gente parece que quiere seguir pintando, pese a todo.

-Claro, claro, porque la gente entiende que la pintura es el gran arte. Porque la pintura es donde se conecta interiormente el ser instintivo de la percepción con la razón de la articulación del lenguaje, y ahí hay un filtro que es la personalidad, la inducción del carácter, es decir, encontrar la voz, porque hay que encontrarla.

-¿Esa voz es la que no encuentran hoy muchos artistas?

-Efectivamente, ese es el problema. La voz tiene un tono, un timbre, un carácter psicológico…El artista está disuelto en los intereses que es la notoriedad, el glamour, jugar a ser terrible. Vamos a ponerlo, aunque no lo quiero poner: en democracia los políticos no suelen saber de arte, ese es el peligro. La aristocracia tradicional sí, si no que se lo digan a los príncipes de la Iglesia y a las gentes de poder tradicional de Europa.

-¿Es que en democracia no tenemos buen arte?

-No sé, no es una pregunta contestable. A los artistas ni nos beneficia ni nos fastidia la democracia. Decía Platón que por la democracia la gente había dejado de hablar con los dioses y había convertido el argumento en discusiones de porteras, y algo de eso pasa. Lo cual no quiere decir que yo esté desgastado…, pero bueno, no estoy hablando de mis paisajes, de mi experiencia americana, de lo que estoy regalándole a la gente. No quiero solucionarle el problema a nadie ni quiero ser ejemplo moral de nada.

-Al final resulta que nuestro pecado es que nos hemos olvidado de los clásicos.

-Ese es el tema, que la educación es la gran asignatura pendiente de la democracia, y no lo digo yo. Antonio Muñoz Molina, dixit.

-¿Vamos a sus paisajes?

-Sí, porque quiero hablar de ellos. He tenido oportunidad de estar en el parque Yosemite. En la naturaleza siempre te sientes magnetizado. Porque la naturaleza está pensada antes que tú, lo urbano todo ha sido pensado: esta mesa, la fibra, hasta esta baldosa está elegida. La naturaleza no y, al final, lo más cercano es lo más lejano.

-¿Por qué acuarela?

-Porque es la tradición del viaje. En cualquier caso, son acuarelas con una escala digamos que monumental. Porque la acuarela es el elemento más ligado al plain air, pero poca gente la ha monumentalizado como yo lo he hecho.

-Su experiencia con la naturaleza ha sido fructífera.

-Sí, el resultado han sido estas acuarelas que he hecho en unos veinte días. He vuelto al paisaje, sí, porque en el paisaje está todo. En mis cuadros ahora hay luz, hay pulsión, hay distintos tempos.

 

MARTA CARRASCO- ABC SEVILLA

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