Jóvenes tentados por el éxodo

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Sólo tres galerías andaluzas están presentes en la actual edición de Arco. Quedan atrás los tiempos en los que desembarcaron en Madrid hasta nueve galeristas andaluces. La feria de 2007 sólo cuenta con las galerías Rafael Ortiz (Sevilla), Alfredo Viñas (Málaga) y Sandunga (Granada), a las que en todo caso cabe añadir las de Juana de Aizpuru, Pepe Cobo y Magda Bellotti, que emigraron en su momento a Madrid.

Esta escueta presencia de instituciones privadas (y públicas: sólo han acudido la Diputación de Málaga y la Consejería de Cultura, muy bien representada, eso sí, a través del programa Iniciarte), contrasta con la abundante aportación de otras zonas del país. No necesariamente Barcelona o Madrid, sino Valencia o Baleares, donde sin duda el coleccionismo de arte vive mejores horas que en Andalucía.

La corta presencia institucional se compensa con la amplia concurrencia de autores andaluces, que supera la treintena. No es sólo cuestión de cantidad: si se entra en la feria por el pabellón siete, casi sale al encuentro un gran lienzo de Rubén Guerrero (Galería L. Adelantado), donde reflexiona sobre la pintura y su capacidad para mostrar lo oculto y ocultar lo manifiesto. También posee densidad conceptual la obra que presenta en la galería Fúcares, en el extremo opuesto de la feria, Jacobo Castellano: un objeto que evoca un paso procesional desnudo, reducido a la estructura de hierro y madera.

La madrileña galería Estampa ha apostado por cuatro autoras que trabajan en Sevilla: tres grandes cuadros de Concha Ybarra (una apropiación poética de las vanguardias históricas), dos obras, ricas en color y textura, de Inmaculada Salinas, otras dos de Mari Paz Pérez Ramos (que ahora expone en la galería). María José Gallardo presenta una atractiva reflexión que relaciona los símbolos y adornos de imágenes marianas con las que de modo secular se atribuyen a lo femenino.

Hay autores que simultanean presencia en diversas galerías. Así, Luis Gordillo que aparece en la alemana Rolf Hengesbach y en Rafael Ortiz. Chema Cobo trae a la feria una cáustica serie sobre bodas (en matizadísima gama de blancos) que se distribuye entre Alfredo Viñas, Antonio Machón (Madrid), Siboney (Santander) y Tomás March (Valencia). En esta última expone Curro González los inquietantes fantasmas de una sala de estar y coloca junto al cuadro un sardónico muñeco que, al acercarse el espectador, se levanta entre ceremonioso y burlón. Obras de González hay además en Ad Hoc (Vigo) y en la Galería Rafael Ortiz, en la que pueden verse uno de esos dibujos de escultor en los que lleva años trabajando Antonio Sosa, que también tiene obras en la galería Magda Bellotti.

La obra de Miki Leal en esta última galería tiene fuerza propia y lo demuestra al estar colgada junto a tres excelentes trabajos de Manolo Quejido. Dos silenciosas pinturas de Juan Suárez (Rafael Ortiz), las obras ambiciosas de Jesús Zurita (Sandunga), las frescas e irónicas gouaches de los Hermanos Rosado (Pepe Cobo y Cuadrado Azul) y los trabajos de Paco Pomet (lleva al lienzo viejas fotos de los militares africanistas rebeldes; los expone la galería My Name is Lolita’s Art) completan este inventario, siempre provisional, de la pintura andaluza en Arco’07.

Hay otro tipo de obras. Una de las más brillantes es la de Federico Guzmán en torno al tomaco, ese extraño híbrido de tomate y tabaco que de algún modo simboliza para él el mestizaje: en torno a una cuidada acuarela relativa a la planta, Guzmán acumula una divertida publicidad, igualmente híbrida, y una gran pila de conservas. No faltan, por otra parte, trabajos sobre otros soportes, como los fotográficos de Juan Carlos Robles (Oliva Arauna), Gonzalo Puch (Pepe Cobo), Manolo Bautista (Rafael Ortiz) o Dionisio González (Max Estrella). Y el videoarte. O mejor la videoinstalación, porque eso es la pieza de Cristina Lucas (Juana de Aizpuru): un peluche, subido de manos, permanece ante el monitor por el que desfilan perritos empeñados en mostrar que también ellos pueden ser bípedos.

Puestos a sacar una conclusión de urgencia, digamos que en Andalucía los autores de arte actual desbordan al público, cuya indiferencia termina cerrando galerías. Quizá lo más importante no sea tanto este estado de cosas sino un sencillo hecho: más de un tercio de los autores andaluces en Arco’07 son jóvenes. ¿Estarán obligados, al fin, como ciertos galeristas, a abandonar Andalucía?

Juan Bosco Díaz-Urmeneta. Diario de Sevilla

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