Juana de Aizpuru celebra sus cuatro décadas de compromiso con el arte

Juana de Aizpuru

Con la historia de Juana de Aizpuru, sostiene Víctor Pérez Escolano, "se podía contar el devenir de la creación contemporánea nacional e internacional". La lista de asistentes al simposio que conmemoraba los 40 años de su galería, celebrado ayer en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, dejó constancia de la importancia capital que ha tenido su trabajo: entre los asistentes se pudo ver a Juan Suárez, Carmen Laffón, Ignacio Tovar, Curro González, Guillermo Pérez Villalta, Pierre Gonnord, Rafael Moneo, Alberto García-Alix, Manuel Salinas o Cristina Lucas, en un acto al que no faltaron el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, y el consejero de Cultura, Paulino Plata.

El carácter pionero de Aizpuru, su necesaria contribución a una ciudad -la Sevilla de 1970- que se asfixiaba por las convenciones y que, salvo la experiencia de la galería La Pasarela, vivía de espaldas a la modernidad, quedó de manifiesto en las palabras de Pérez Escolano, encargado de abrir el simposio. El arquitecto, que fue director del desaparecido Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, recordó ese tiempo en el que la galerista, junto "al teatro independiente, las juventudes musicales, los escritores o los cine-clubs, formaron un poliedro cultural que con los movimientos sociopolíticos demostraron que otra ciudad y otro país eran posibles". El inconformismo y la energía de Aizpuru contaban con una "rara virtud", añade Pérez Escolano: la perseverancia. Apoyó con becas a los jóvenes, y articuló "con entusiasmo" un grupo de autores "muy distintos" que acercaron otras formas de entender el arte. Aizpuru, "una de las medallas de Andalucía otorgadas con mayor fundamento", acabó "fascinando a todos, como si fuera una Peggy Guggenheim española".

La crítica María Corral, antigua directora del Museo Reina Sofía, sabe de la capacidad de Aizpuru para trazarse otras metas y cobijar nuevas ambiciones. Se reinventó cuando puso en marcha, en 1982, una feria de la magnitud de ARCO; abriendo una galería en Madrid, un año más tarde, cuya gestión compaginó con la sala de Sevilla hasta el cierre de ésta en 2005; o con la iniciativa de celebrar en Sevilla una Bienal, de cuyo proyecto se desvinculó. Por todo ello, Corral ve en la figura de la galerista una compañera junto a la que ha "peleado en un país que rechazaba lo que nosotras amábamos". La especialista considera que esta vallisoletana de nacimiento es "la persona que ha tenido mejor ojo" en la escena artística, alguien único a la hora de defender sus exposiciones, como comprobó en su primera colaboración conjunta cuando Aizpuru, involucrada en otras causas, parecía ajena al montaje de una muestra pero en la inauguración "empezó a hablar de una manera tan convencida y tan convincente que me convertí en su mayor fan".

Corral argumenta que la creación de ARCO -"una de las cosas más importantes que han podido suceder en España"- sirvió para que se empezara a hablar de arte en un país en el que hasta entonces el tema "no aparecía en los periódicos". Aizpuru trabajó para que no fuese sólo "una feria de mercado, que tuviese también una parte cultural, algo que era necesario aquí. Esa idea que fue criticada en su momento se ha copiado en todas las ferias. Hoy todas tienen un proyecto cultural que se suma a la parte de negocio", apunta Corral, quien admira de la galerista, cuando visita alguna feria, "esa habilidad que tiene para sacar piezas que no esperabas volver a ver, y que ella rescata junto a la obra de autores jovencísimos".

En ese "arte para seleccionar y exponer" que caracteriza a Aizpuru, la crítica y editora madrileña Rosa Olivares señala tres rasgos: "el valor, el buen gusto y la fidelidad". Entre sus virtudes también estarían cierta valentía cercana a lo temerario y un compromiso con la calidad. La galerista "no ha tenido miedo de tratar con artistas nuevos, difíciles en un primer momento, y dedicarles el mismo esmero y cuidado que a los veteranos"; ha apostado "no sólo por lo vendible, por lo exitoso", sino que se ha preocupado por hacer "un camino en la cultura". Olivares piensa que la homenajeada es el ejemplo de que siempre hay que mantener una actitud alerta. "No podemos pensar que hemos ganado una batalla. Hace 40 años esto era un páramo, pero hoy no es un vergel. Y lo que distingue a Juana de los demás es que ella sigue siendo la más moderna y hoy sigue haciendo historia".

El antiguo director del Musac, Rafael Doctor, refuerza ese retrato de Aizpuru como alguien fuertemente vinculado al presente. Posee, dice, "una frescura que ojalá tuviesen algunos galeristas jóvenes". A ese interés por lo que se hace añade Doctor otra cualidad: dar cabida en sus fondos tanto a "lo local, lo que nos rodea, como a lo internacional", una medida efectiva "para luchar con el mayor problema de este país, el complejo de inferioridad".

Una emocionada Aizpuru rememoró ayer su andadura en la ciudad y reconoció que le habría gustado "hacer más cosas en Sevilla", una tierra -declaró- que "da mucho". Su apego a ese escenario de los comienzos se demostró con una petición que hizo, la de celebrar, de nuevo en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, el medio siglo de vida de su proyecto. La galerista lo dejó claro en su discurso: esa rara virtud de la perseverancia no tiene intenciones de desaparecer.

 
BRAULIO ORTIZ / SEVILLA
www.diariodesevilla.es

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