Primera individual de Juan Francisco Casas

Las obras que, en su primera individual, expone Juan Francisco Casas (Jaén, 1976) resultan sin duda tan sorprendentes por la elaborada y cuidadosa técnica mimética que manifiestan como por el origen icónico del que están extraídas: fotografías. Se trata de óleos sobre tela de formato notable y de dibujos a bolígrafo azul sobre papel satinado (bastante grandes también para su naturaleza) que reflejan minuciosamente la impresión óptica de un conjunto unitario de fotos corrientes.

El tema de esas instantáneas de las que habría partido el pintor y dibujante, es una fiesta casera de sábado por la noche que celebran un grupo no muy amplio de amigos de procedencia plurinacional. Se trataría de composiciones banales, cuya calidad visual no debió de ser muy grande: fotos rápidas de máquina desechable que retratan situaciones propias de una juerga pero que de alguna manera se escapan a la comprensión del observador. A partir de tales instantáneas no tomadas para servir de modelo, Casas practica una pseudo imitación de la imagen fotográfica, agudizando las condiciones de luz, sombra y color, evitando connotaciones específicas igual que cualquier narración evidente y cerrando así las posibilidades de acceso a la situación particular. El artista jienense trata de descontextualizar la situación cotidiana para llegar a algo ajeno al sentido normal, a la apariencia. De esa manera, autoriza una extrañeza que, en realidad, puede estar mucho más cerca del fondo real de la situación. Deseo, violencia, juego e inocencia en ejercicios de extrañamiento de lo cotidiano para llegar a lo substancial: hiperrealismo para llegar a lo surreal. A destacar los magistrales y especialmente hipnóticos dibujos a bolígrafo que con sus gradaciones de azul trasladan a un mundo entre la paramnesia y el delirio.

ABEL H. POZUELO

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