Entrevista a Rafael Agredano «Fuimos la «Operación Triunfo» del arte de los años 80»

Rafael Agredano
– ¿Es consciente de que formó parte de una revolución del arte?

-Un poco sí. Fuimos como la «Operación Triunfo» del arte en los años ochenta. En serio, la verdad es que coincidió todo. Por un lado nuestra juventud, nuestras ganas de hacer cosas con una energía increíble. Por otro, el interés que había fuera de España por nosotros, inmersos en una nueva democracia, con gobierno socialista y con una situación diferente.

-Fue también la época del descubrimiento de las periferias.

-Exacto. Desde Europa y América se descentralizaba el arte. Empezaron a buscar gente fuera de los antiguos centros de poder y creación…, y nos encontraron a nosotros, que estábamos haciendo la mejor revista de arte del momento, «Figura».

-Y también porque era los alevines de una galería nueva, «La Máquina Española», creada por Pepe Cobo.

-Sí, era una galería diferente. Tenía secretaria, fax, contactos internacionales y eso en aquel momento, era como el paraíso. El que te pidieran una foto de tus cuadros para una feria internacional y que la galería se encargara de ello…, era la panacea. La galería tenía un concepto americano de trabajar, algo muy nuevo en Sevilla.

-Y la sociedad sevillana, ¿también era diferente?

-No sé si diferente, pero sí que vivía de otra forma, al menos con respecto al arte. Recuerdo que las inauguraciones de las exposiciones eran verdaderos acontecimientos. La gente, antes de ir a cenar o a tomar copas, miraba si había alguna inauguración e iba.

-Ahora no ocurre así.

-No, porque aquello no fue normal y a lo mejor es que debe ser así. La gente tiene ahora mucha más información de la que tenía antes y quizás ahora selecciona más. No sé. También puede haberse perdido algo de ilusión de los ochenta.

-Volviendo a su grupo, ¿había algún líder?

-No, creo que no. Yo era el mayor de ellos y los demás, Patricio, Curro…, cada uno cumplía un papel. Espaliú llegó a Sevilla en el año 86 y se unió a nosotros porque también colaboró en «Figura», pero tan sólo estuvo un año Sevilla. Por ejemplo, en el 86 en el Aperto de la Bienal de Venecia participaron Patricio Cabrera y Guillermo Paneque, y Pepe Espaliú lo hizo en el 88. Íbamos así de lanzados.

-¿Volvería a vivir aquel tiempo?

-Sí, claro que sí. Fue un tiempo muy bueno porque fue un período de iniciación, con muchos errores, desde luego, pero con una enorme energía. Fue quizás el mejor momento artístico de Sevilla desde el Barroco.

-¿Y las instituciones públicas?

-Igual que la gente, claro. Se volcaban en la cultura y a nadie le parecía mucho el dinero para cultura. Propiciaban iniciativas y sobre todo, arriesgaban. Se entendía la cultura como una necesidad, no como un lujo. Ahora se han vuelto más conservadoras. Supongo que también habrá más cosas que atender.

-¿Qué olvidaría de lo andado hasta ahora?

-Creo que muy poco, quizás algo del ámbito más privado, como algunas intrigas de galerías o de pintores…, pero creo que he tenido suerte.

-¿Se ha sentido perdido durante sus procesos de creación?

– Muchas veces. Sobre todo en la época de maduración de la obra, estoy siempre lleno de incertidumbres, porque tienes que elegir entre un camino o el otro y nunca estás seguro de que el elegido es el correcto. Pero el arte no es hacer o no hacer, sino también investigar y la verdad es que a veces tienes que perderte para llegar a algún punto nuevo.

-Porque hay que evolucionar, supongo.

-Siempre. El arte evoluciona y a veces te sobrepasa. Yo creo que en los últimos tiempos el artista trabaja más como proyectista. Es decir, que se han recuperado los talleres de otros siglos, donde había mucha gente trabajando y una persona proyectando la obra.

¿Usted trabaja así ahora?

-En este momento sí, porque estoy trabajando con ordenador, y aunque yo estoy sólo durante el proceso de creación, cuando luego la obra se materializa ha intervenido ya mucha gente.Antes eran más los de los oficios manuales, ahora son más los técnicos de ordenador, que es con el instrumento con el que trabajo actualmente.

-¿Cual es su tema actual?

-Estoy trabajando sobre las nuevas formas de escritura. Me interesa lo que se está generando con los mensajes de móviles, los SMS, y me interesan muchísimo los neologismos. La sociedad se ha vuelto algo muy tecnificado y el arte está buscando caminos nuevos con materiales hasta ahora nunca vistos. El camino está abierto y las posibilidades son desde luego, infinitas.

-Usted se ganó fama de incoformista y de «enfant terrible» durante la época de los ochenta, ¿sigue siendo en enfant terrible?

-Ahora soy un viejo verde, (se ríe). No, recuerdo que en aquel momento teníamos una frase para definir a Gerardo Delgado, decíamos que había pasado de «enfant terrible» a viejo insolente. Así soy yo ahora.

 

MARTA CARRASCO/ 2-6-2004

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