Juan Muñoz invade el Reina Sofía

Juan Muñoz, (Madrid, 1953 Ibiza, 2001).

Las esculturas narrativas de Juan Muñoz han llegado a Madrid para invadir, literalmente, multitud de espacios del Centro de Arte Reina Sofía y sorprender por todos los rincones al visitante de la mayor retrospectiva del artista en su tierra.

Después de recorrer la Tate Modern de Londres, el museo Serralves de Oporto y el Guggenheim de Bilbao, la muestra ampliada concluye su recorrido en su ciudad natal, Madrid, con un centenar de obras repartidas por el jardín, el claustro, la guardarropía del antiguo hospital y la inmensa terraza que se asoma al jardín del edificio Sabatini.
La muestra, coproducida por la Tate Modern junto con la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, hace un recorrido por toda la obra del escultor, desde los años ochenta, con sus primeras miniaturas de elementos arquitectónicos, hasta sus últimos trabajos en forma de grandes composiciones, como "Many Times", de 1999, y que ocupa una sala completa del Museo Reina Sofía.

No renuncia a la modernidad

La interacción de las propias esculturas del artista entre sí y también con el espectador es constante, a lo que contribuye el espectacular montaje expositivo desarrollado en el centro de arte. El director del Museo, Manuel Borja-Villel, elogió la labor creadora de Muñoz en todos los campos, "mirando al pasado sin romper con el presente", y aseguró que aunque su obra no puede considerarse modernista, el artista "no renuncia a la modernidad".
La expresividad de sus esculturas logra un espacio psicológico de "silencios y ausencias" en el cual -aseguró- el espectador se siente atrapado en una relación "de complicidades". Esa complicidad entre la obra y el visitante se hace especialmente evidente en sus complejas obras integradas por figuras escultóricas que conforman una coreografía, en sus humanoides animados electrónicamente, o en sus famosas series de "escenas de conversación", sus obras más emblemáticas, en las que trabaja a comienzos de los noventa.
La evolución del artista también se refleja en los materiales que utiliza para su obra, en la que se inicia con el papel maché para experimentar después con la resina y, finalmente con el bronce. Entre las piezas expuestas en el Reina Sofía que no habían sido mostradas hasta ahora al público figura "Sara with mirror" (1986), aunque multitud de personajes como enanos, acróbatas suspendidas en el aire, marionetas, ventrílocuos o bailarinas juegan desde hoy a recorrer las salas expositivas del Reina Sofía.

Su condición de narrador

Two Seated on the Wall, 2000

El grupo escultórico elegido para ocupar la terraza del centro son 21 figuras anónimas de rasgos genéricos cuya parte superior es humana, mientras que la inferior es una pesada base esférica, confeccionadas en resina y arpillera. Entre las piezas sonoras de la muestra se encuentran "A man in a room gambling", "Building for music", pieza de veinte minutos creada para ser transmitida en una emisora local, y "A drummer inside a rotating box" (2001), una de las últimas obras del artista, fallecido repentinamente a los 48 años durante el verano de ese año en su casa de Ibiza a consecuencia de un aneurisma de esófago.

La comisaria de la muestra en el Reina Sofía, Lynne Cooke, consideró que en su condición de narrador es como Juan Muñoz produjo algunas de sus obras más impactantes. La viuda del escultor, Cristina Iglesias, se mostró convencida de que Muñoz estaría "contentísimo" de ver esta retrospectiva de su obra en Madrid. Aunque la exposición ha sido visitada ya por cuatrocientas mil personas a lo largo de todo su recorrido, Cristina Iglesias admitió que, sin embargo, la que acoge el Reina Sofía es "la más completa".

Por su parte, Sheena Wagstaff, comisaria general, aseguró que ésta es una exposición "viva", y se mostró convencida de que cada nueva exhibición de su obra se verá de una forma "fresca y nueva" debido a su carácter renovador. Mientras tanto, las figuras más humanas y simpáticas del escultor, de rasgos asiáticos y expresiones que apuntan a la carcajada, esperan al visitante en los jardines del edificio Sabatini y disfrutan de este idílico lugar en pleno centro de la ciudad hasta la llegada del próximo mes de agosto.

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EFE | MADRID  21-04-09 a las 18:50


Cristina Iglesias: «Juan Muñoz defendía a muerte sentirse libre»

 

Cristina Iglesias. Foto extraida por webmaster:  www.elcorreodigital.com

Hace casi ocho años un aneurisma de esófago truncó una de las carreras artísticas más fulgurantes de nuestro país. Lejos de vivir desde entonces como «la viuda de Juan Muñoz», la también escultora Cristina Iglesias, siempre discreta, se ha ocupado de su carrera, que no para de cotizar al alza. Ello no impide que se haya implicado de lleno en esta retrospectiva, al igual que ha hecho en toda la itinerancia. En este caso, ha trabajado codo con codo con Lynne Cooke, comisaria de la muestra en el Reina Sofía y gran conocedora de la obra de Juan Muñoz, con quien trabajó en la Dia Art Foundation. «Fue una llave para Juan en su carrera -dice Cristina Iglesias-. Gracias a su trabajo pudo llevar el lenguaje de la escultura a unos límites que hasta entonces no había logrado».

Le pedimos a Cristina que nos hable de Juan como artista. «Era exigente consigo mismo y perfeccionista a su manera. Pero no buscaba la perfección siguiendo las normas. Todo lo contrario. Era alguien contestatario, en el mejor sentido de la palabra, como se debe ser; era también progresista en el lenguaje de la escultura, del arte. Intentaba siempre crecer y construir. Siempre se estaba reinventando. Si no, se aburría…» Se habla mucho de su actitud subversiva, combativa, en permanente rebeldía. ¿Lo fue tanto en su vida como en su trabajo? «Sí, y se le echa de menos porque era de aquellos que se atrevían a decir las cosas, y las decía bien; era inteligente, dialogante y sincero».

Sus amigos le recuerdan divertido, seductor, aventurero, intuitivo, brillante… ¿Y la mujer que mejor le conoció? ¿Cómo lo recuerda? «Era de verdad así. Por eso se le echa de menos. Y no sólo en cuanto a lo que construyó en su trabajo, sino también como voz dentro de nuestra sociedad. Siempre se levantaba por todo aquello que defendía a muerte: sentirse libre y poder hablar». Fruto de ese matrimonio nacieron dos hijos: Lucía, que está estudiando Cine y Comunicación en Londres, y Diego, al que le tira la arquitectura, pero aún es pequeño, dice su madre.

Regreso a Madrid

Juan Muñoz regresa a su ciudad natal. ¿Cómo era su relación con Madrid? «Era estrecha y conflictiva a la vez. Como ocurre con la familia. Pertenecía a ese lugar, aunque se desarrolló más fuera en tiempos en que esto era más cerrado. Pero siempre estuvo aquí y esta vuelta es especialmente emocionante porque era madrileño. Aquí no es tan conocido. Estaría emocionado de poder hacer esta exposición en este museo en un momento en que están Manolo Borja y Lynne Cooke y con un proyecto en el que estoy segura que él creería y apoyaría».
Su obra maestra, aquella en la que se dejó, literalmente, la vida -la parió poco antes de morir para la Sala de Turbinas de la Tate Modern-, «Double Bind», no pudo verse en Bilbao ni tampoco se verá ahora en Madrid, pese a los intentos de Juan Ignacio Vidarte y Manuel Borja-Villel. Se pensó incluso instalarla en la estación de Atocha, pero la idea quedó descartada. «Es una instalación maravillosamente compleja y cara de montar. Quizá algún día encuentre su lugar definitivo aquí. Sería fantástico».

La escritura era una de las grandes pasiones, junto al dibujo, de Juan Muñoz. De ahí lo emocionante de que se publique una selección de sus escritos. «En momentos determinados lo necesitaba para pensar de verdad -comenta Cristina Iglesias-. Este libro va a ser importante porque se reúnen por vez primera sus escritos. Es una selección que edita Adrian Searle, gran amigo de Juan. Es una visión muy cercana de alquien que le entendía muy bien, pero podría haber otras». El escultor madrileño era también un lector empedernido: Borges, Conrad… «Tenía el don de la oportunidad; en un momento dado utilizaba algo que estaba en el aire. Tenía mucha desfachatez con todas las herramientas que tenía a su alrededor». Y es que Juan Muñoz era una esponja; lo absorbía todo y a todos: a Velázquez, Giotto, Degas, Giacometti, Borromini… «Se empapaba de todo ello, pero tenía la capacidad de hacerlo suyo. Lo hizo con su obra. Supo articular algo que estaba en el ambiente: la escultura tenía que dar un paso hacia adelante».

NATIVIDAD PULIDO | MADRID

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Juan Muñoz (Madrid, 16 de junio de 1953 – Ibiza, 28 de agosto de 2001).

Juan Muñoz, (Madrid, 1953 Ibiza, 2001).

Juan Muñoz nació en Madrid en 1953, el segundo de una familia de siete hermanos. En la década de los setenta viajó a Inglaterra para estudiar en el Croydon College y luego en el Central School of Art and Design. Allí conoció a su esposa, la escultora Cristina Iglesias, con quien tuvo dos hijos. En 1982 viajó a Estados Unidos para estudiar en el Pratt Centre de Nueva York con una beca. Tuvo su primera exposición en 1984 en la galería Fernando Vijande de Madrid. Desde entonces expuso sus trabajos frecuentemente en Europa y otras partes del mundo.

A comienzos de los años noventa, Juan Muñoz comenzó a producir obras de carácter "narrativo" -rompiendo los límites de la escultura tradicional- las cuales constan de instalaciones de figuras de tamaño ligeramente inferior al natural en interacción mutua distribuidas en ambientes tanto cerrados como abiertos. Sus instalaciones a menudo invitan al espectador a relacionarse con ellas, dejando de sentirse espectador para discretamente formar parte de ellas. Sus figuras monocromáticas, gris plomo o color cera, ganan en discreción, en universalidad por su falta de particularización, pero esa ausencia de individualidad nos cuestiona y, tal vez, hasta incomoda.

Para sus esculturas, Juan Muñoz utilizó principalmente papel maché, resina y finalmente bronce.

Además de en la escultura, Muñoz se interesó en la creación de carácter auditivo, produciendo algunos trabajos para radio. Uno de sus trabajos más reconocidos en este medio fue el que realizó junto con el compositor británico Gavin Bryars a principios de los años 1980, llamado A Man in a Room, Gambling (un hombre en una habitación, apostando), el cual constaba de Muñoz describiendo trucos de naipes acompañado por una composición de Bryars. Las piezas, diez segmentos de no más de cinco minutos, fueron emitidas por la cadena de radio Radio 3 de la BBC.

En una programa de radio inédito (Third Ear, 1992), Juan Muñoz planteaba que existían dos cosas imposibles de representar: el presente y la muerte, y que la única manera de llegar a ellas era por su ausencia.

Se le concede el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2000.

Juan Muñoz falleció súbitamente de un paro cardíaco provocado por un aneurisma de esófago y una hemorragia interna a los 48 años de edad en su casa de verano en Santa Eulalia del Río, Ibiza, el 28 de agosto de 2001. Al momento de su muerte se encontraba en exposición su obra Double Bind en el museo Tate Modern de Londres.

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