Galería de retratos, Círculo de Bellas Artes de Madrid

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Obras de 24 artistas españoles se exhiben en la muestra «Galería de retratos» organizada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid

Pretendiendo hacer una recopilación del retrato español en los últimos 30 años, María Antonia de Castro, comisaria de la exposición «Galería de retratos», ha seleccionado obras de 24 artistas españoles para componer un panorama en el que se resumen distintas tendencias y aptitudes de los tres últimos decenios. 

La exposición, que estará abierta hasta el 1 de mayo en el Círculo de Bellas Artes madrileño, ha sido patrocinada por Auxini, una empresa que se incorpora con este motivo al mecenazgo cultural.

Galería de retratos es un panorama en el que hay mucho más de trámite que de investigación. Si bien no puede decirse que no sean todos los que están, es bien obvio que no están todos los que son; es posible y obligado hacer una primera valoración del conjunto para ver en él la recopilación de una serie de trabajos en la cual no se han buscado aquellas obras que representarían a sus autores con mayor exactitud. Sobresale la diferencia de trato que se presiente entre distintos artistas. El de Xesús Vázquez es un caso determinante al respecto, ya que sus obras, marcadamente menores, están en franco desequilibrio con autores como Curro González, de quien hay una exagerada y gratuita abundancia de trabajos.

Sin precisar demasiado los márgenes entre el retrato y el autorretrato, esta Galería pone de manifiesto empíricamente la importancia que sigue teniendo el género. Pero la consideración comienza a tambalearse cuando se descubre que en lugar de abundar en un estudio genérico, María Antonia de Castro se va directamente a las ramas del asunto y prefiere caer en el tópico de los nombres para dejar claro que artistas como Pepe Espaliú, Ricardo Cadenas, José María Sicilia, Carmen Calvo o Federico Guzmán suponen una mera circunstancia en la práctica del retrato.

Por sí mismo, el retrato es un género muy dado a la instauración del emblema. En los tres últimos decenios algunos de los artistas presentes en la exposición han creado obras que han pasado a ese estado casi mítico, obras que convendría haber recuperado con este motivo. Guillermo Pérez Villalta, pintor especializado en retratos y sobre todo en los colectivos, podría haber estado presente con obras tan emblemáticas como el Grupo de personas en un atrio, cuadro que siempre es una satisfacción volver a admirar, o La Familia del Duque de Bailén, pintura nunca vista en exposiciones.

Otro ejemplo notorio es el de Eduardo Arroyo, de quien se acaba de ver en Madrid un espectacular conjunto de retratos y que aquí figura con una sola obra que es alarmantemente poco significativa, lo que demuestra el hecho de haber ido por las firmas antes que por las obras.

En el caso de Rafael Agredano la cosa es mucho más conflictiva, ya que sus obras son las únicas que usan el medio fotográfico y en este terreno sí que es indudable la dedicación y la calidad de un abundante número de artistas españoles de la cámara que tienen en el retrato la base de su trabajo. En el otro extremo están esas buenas consideraciones que la muestra hace sobre las obras de Carlos Alcolea, Herminio Molero, Sigfrido Martín Begues, Chema Cobo, Dis Berlín, Antonio Saura o Manolo Quejido, entre otros.

JOSE RAMON DANVILA
www.elmundo.es

 

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