Arco no escapa de Luis Gordillo

Arco Madrid_2009

La presencia de Luis Gordillo se extiende por toda la Feria como un manto de evidencia de lo que significan los “valores seguros” a los que las galerías se aferran para sortear la crisis. Junto al maestro sevillano, presente hasta en ocho expositores y pendiente de su próxima exposición en Nueva York, la voz de Sevilla se escucha con claridad en Arco.

Luis Gordillo se pasea por los pabellones 6, 8 y 10 de Ifema apoyado en su bastón de sabiduría, dejando tras de sí una sensación certera de confianza en la pintura, en los lenguajes tradicionales, en la abstracción bien concebida, como si Arco hubiera decidido este año regresar al vientre materno de las artes plásticas. Es más sorprendente aún cuando el paseante descubre que la inmensa obra de Luis Gordillo que todo lo invade –está colgada hasta en ocho galerías, como la sevillana Rafael Ortiz, la madrileña Luis Adelantado, una sala berlinesa, Rolf Hengesbach, y la internacional Marlborough– es una factura recientísima, con casi todas las piezas firmadas entre 2008 y 2009.

“Sí hay mucha, mucha obra”, reconocía ayer Gordillo con esa ironía con la que esconde ese pudor higiénico que sólo acompaña a los más grandes. “Me estoy divirtiendo mucho ahora, estoy haciendo cuadros que me tienen muy entretenido, encontrando soluciones pictóricas que me tienen muy satisfecho”, sonreía el maestro, que el 26 de marzo viaja al elegante barrio de Chelsea, en Nueva York, donde mostrará parte de este trabajo nuevo que ahora brilla por encima de todas las demás consideraciones en la presente edición de la feria.

Esta exposición, a cargo también de la galería Marlborough, es noticia por la exhibición al otro lado del Atlántico de un pintor que renunció, según sus propias palabras, a una carrera internacional. “Hice mi carrera al margen de las vanguardias, y he sufrido mucho por eso”. Con su particularísimo humor, su coquetería intacta y sin resentimiento confesó que “como no tengo éxito internacional me mantengo puro. A veces el éxito acaba con cualquiera. Un pintor se hace famoso y empieza a rodearse de ayudantes y asistentes. Eso es ahora lo too much”, bromeó.

¿Y qué le parece esta atípica edición de Arco a Luis Gordillo? “Creo que está muy bonita, pero es que no la he visto bien, lo único que hago es ir dando la mano a la gente”, siguió en el mismo tono. Aún así, se atrevió a decir que, aunque la pintura ha regresado con fuerza al recinto ferial de Ifema, “los que están pintando ahora y yo querría ver, no están en Arco. Sí, los que me gustan no están”.

Luis Gordillo. Foto extraida de http://faccendo.blogspot.com

En este punto de la conversación, a pie, por entre los expositores de la feria, se incorpora otro gran artista andaluz, de una generación posterior, el pintor de Tarifa Chema Cobo, que le apunta al maestro una lúcida reflexión: “Luis, es que a cierta edad, esto es muy desolador. A uno le gustan las cosas de las que puede aprender, y resulta que tú ya puedes aprender poco de los demás”. “Es cierto, hay muchos pintores que me gustan y luego me acaban decepcionando”, asiente Gordillo.

Recita Gordillo de un corrido a sus pintores preferidos. El pintor nacido en Sevilla vive en la más rabiosa actualidad artística, y se atreve a diseccionar el amplio panorama sevillano en la Feria, especialmente a los artistas más jóvenes, que triunfan con casi todas sus obras vendidas. Es el caso de Miki Leal (Sevilla, 1974), con pinturas expuestas en Rafael Ortiz y Fúcares. “A Miki le veo muchos detalles, cosas muy bonitas, pero aún está por demostrar”, dice cauto el maestro, que se le ven sus preferencias cuando analiza la obra en dibujo de José Miguel Pereñíguez (Sevilla, 1977), expuesta en Rafael Ortiz. “Tiene una pulsión especial, una obra de una profundidad… Es un artista serio, no creo que se vaya a acabar pronto. Además, es humilde, no lo veo ansioso, ni ávido de dinero”.

Antonio Sosa. Luis Gordillo prosigue su paseo atropellado por la Feria –posa resignado junto al cuadro Rebanada de cabeza en forma de jardín, que vende la Marlborough por 120.000 euros y del que se siente “especialmente satisfecho”– y le deja paso a los pintores de la fecunda y reconocida generación sevillana de los 80, con Curro González, Patricio Cabrera y Antonio Sosa a la cabeza.

Sosa ha regresado este año a Arco de la mano de la galería Magda Bellotti y, en su línea, con su particularidad, presenta una obra en dibujo que destila misticismo y se pasea por el mundo de los sueños. Un enorme dibujo de dos metros –El lago de los pájaros de fuego– ensombrece todo lo demás, entre lo que se encuentra también una vuelta a la escultura. “Es lo mejor que he hecho nunca”, dice, y recuerda que ha trabajado en él 2 meses durante 13 horas al día. “La obra, si no tiene cierta generosidad en la elaboración, no sale. No creo en la genialidad por la genialidad”, dice el pintor de Coria del Río, cabeza visible de una generación intermedia, que sucede a la de Gordillo y precede la de los jóvenes Leal y Pereñíguez.

Amalia Bulnes. Enviada especial

www.correoandalucia.com

 

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