Guillermo Paneque: «Me fui de Sevilla porque necesitaba un contexto artístico más sólido»

Guillermo Paneque.Foto: ABC

Usted formó parte de una generación ilusionante de las artes plásticas en Sevilla. Ahora, tras casi veinte años de aquello, ¿qué queda de sus protagonistas?

-Nos seguimos viendo, somos amigos. El otro día estuvo en mi casa, aquí en Madrid, Rafael Agredano, y seguimos teniendo lugares muy comunes. Y de aquellos años pues quedan recuerdos muy hermosos, recuerdos de aprendizaje en un momento en que en Sevilla se vivía una situación de entusiasmo de la que ahora carece.

-¿Fue una época dorada?

-No, creo que no se le puede calificar así, simplemente coincidieron algunos factores, personalidades y contextos que generaron toda esa movida en la que nos desarrollamos artistas como Pepe Espaliú, Ricardo Cadenas, Rafael Agredano, Curro González, Pedro G.Romero y yo mismo. Y, además, Sevilla era otra historia.

-Pero usted rompió con todo eso, se marchó en un momento en que parecía que su carrera en Sevilla iba emergiendo.

-Lo hice por romper con un proceso que iba a ser demasiado típico. En el año 89 me marché de Sevilla, además porque necesitaba un contexto artístico más sólido del que me ofrecía la ciudad. Sé que fue una decisión atípica y que si me quedaba me esperaba un desarrollo casi placentero. Pero no era eso lo que buscaba. Yo corté y emprendí otras iniciativas dentro de mi inquietud y mi curiosidad.

-Y se fue a Nueva York.

-Eso ocurrió en el año 93. En esos momentos estaba acostumbrado a una lógica de mercado en la que imperaba la construcción del objeto. Llegué a Nueva York y descubrí un mundo diferente donde el objeto era prescindible, importaban más los proyectos y la forma de trabajar en colaboración con equipos. Fue como salir del marco del artista individual.

-Descubrió también el audiovisual además de otras disciplinas.

-Antes de irme a Nueva York había pasado ya de la pintura a la escultura. Estaba muy interesado en descubrir disciplinas nuevas, y la verdad es que el mundo se me apareció abierto a todo. Comencé a trabajar con diferentes formatos: películas, esculturas, instalaciones con sonido…

-Y aprendió nuevos lenguajes.

-Aprendí el lenguaje del cine y sobre todo a aplicarlo a mi cuerpo de trabajo. Para mí el cine es fundamental en tanto en cuanto ha dado forma a nuestra memoria social, política y cultural. Fue como un escultor: trabajar con otro material, simplemente eso.

-¿Condiciona el lugar su obra?

-No, nunca. No creo en los lugares sino en el proceso de creación se produzca donde sea, el lugar es lo de menos.

-No descarta, entonces, volver a Sevilla para realizar una exposición o hacer una película.

-No, incluso creo que voy a volver en breve porque estoy intentado llevar a cabo un proyecto en Sevilla, pero aún no hay nada cerrado.

-En estos días presenta en el VI Festival de Cine Español de Málaga, dentro del apartado de concurso documental, su film «Tanto tiempo». ¿Cómo es que los artistas plásticos se interesan tanto por el flamenco?

-Yo siempre he sido un aficionado y la productora Omnibús me propuso este proyecto. Para mí el flamenco es interesante en cuanto a su relación con el fenómeno de su apertura al mundo desde hace dos décadas, y cómo ha cambiado en su relación con lo urbano saliendo desde el mundo rural. Me interesan las grandes contradicciones de cómo se han transformado las estirpes del flamenco y el punto de partida de esta transformación.

-¿Habrá más películas?

-Sí, pero no sé si de flamenco o de otras temáticas. Sí seguiré haciendo cine, documentales, porque es lo que en estos momentos me interesa. Pero no he dejado la escultura, ya que he creado varias obras para Arco y realizado una exposición recientemente en Madrid.

MARTA CARRASCO / ABC. SEVILLA

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