Las Vanguardias, la Institución Arte y el Sur

Anuario Joly Andalucía. 2008. Las Vanguardias, la Institución Arte y el Sur

Precisamente se trata de eso, de ajustar las preguntas que podemos hacernos sobre qué ha significado, cómo se construye la modernidad en la cultura visual desde el sur de Europa, desde Andalucía.

Fundamentarla en el nacimiento malagueño de Picasso es a todas luces un asunto burdo. Demasiado episódico, desde luego, construirla sobre el anecdotario de Francis Picabia en Sevilla –el alcalde González Abreu era su primo- o la aparición de esta misma Sevilla como una de las ciudades manifiesto del movimiento DADA. 

Pero sorprende que uno de los archivos más ricos sobre la aventura moderna, el Archivo Marius de Zayas –dibujante, escritor y cineasta, introductor de Picasso en Estados Unidos, fundador de las revistas Camera Work y 291, representante de Ramón Montoya, asesor de Barr Jr. en la construcción del MOMA- esté también en Sevilla, sin que ninguna institución se muestre interesado en estudiarlo, hacerlo público, publicitarlo.

Tan sólo es un ejemplo, esta situación puede extenderse a todo el territorio andaluz debido a lo vetusto que resultan los estudios académicos en términos de cultura visual pero también, seguramente, a la ineptitud de nuestras instituciones. No ocurre lo mismo en todos los ámbitos. El mundo de las letras, por ejemplo, cuenta con la generación de la República para ofrecer ejemplarmente un campo paradójico de construcciones entre tradiciones y vanguardia, entre clasicismos y modernidad. La obra de Lorca es paradigmática para el caso y sin embargo, nuestra comunidad sigue huérfana del legado cinematográfico de José de Val del Omar, de los comics de Martínez de León o del agit-prop de Helios Gómez.

Es evidente que no podemos seguir narrando nuestra historia como un episodio lejano y particular de los relatos con que París y Nueva York hicieron vanguardia visual durante el siglo XX. Nuestra historia es otra, nuestra modernidad distinta y ofrecer un retrato cierto de este paisaje es una obligación de nuestras instituciones si quieren ofrecer un suelo rico a la, tantas veces reclamada, esfera pública de las artes en Andalucía. No se trata de tener más ordenadores o videoartistas, se trata de reforzar una mirada propia para evitar la fácil colonización del campo visual por estereotipos que afectan a nuestra propia identidad, a la gestión que de esta hace el mercado y a la propia autonomía de nuestro carácter y destino. Sabemos que en el régimen económico y político actual las imágenes y toda la experiencia que le acompañan son material privilegiado para el goce y el control, para una vida política plena pero también para la invisible administración policial de nuestras vidas. Los tradicionales estudios de las Bellas Artes han dejado paso a lo que se conocen como Estudios Visuales y ese cambio de paradigma y los nuevos medios de difusión de la cultura –la democratización efectiva de una cultura digital de todos en régimen de procomún: licencias creative commonds, digitalización de la red de archivos y bibliotecas, etc.- permiten afrontar con mayor éxito y más amplios públicos una reconsideración de nuestra historia visual. Pero la reformulación de las artes visuales en nuestra comunidad no es sólo un efecto más de la segunda modernización o como quiera que se llamen los planes del próximo quinquenio económico, se trata de una verdadera campaña de alfabetización visual puesto que sin memoria no somos nosotros quienes miramos las imágenes sino que son las imágenes las que nos consumen a nosotros. Y es que esa operación radical y sinestésica es la que llevaron a cabo las vanguardias violentamente y por eso reconstruir una memoria propia de esta experiencia radical no es sino dotar de herramientas a nuestros ciudadanos para que sepan administrarse mejor ante el torrente visual que les llega, desde la televisión hasta internet, por tierra, mar y aire.

Tenemos en nuestro imaginario una narración épica de los tiempos de la vanguardia con sus héroes individuales, sus trabajos y sus días. Asumida esa manera de contar, en los tiempos del capitalismo tardío es lo comunitario –los estados, las empresas, los sindicatos, las asociaciones, etc.- lo que protagoniza ahora el tiempo del arte como dispositivo de dispositivos, institución privilegiada de la sociedad. Por eso nuestra lupa sobrevuela su cartografía reciente en el mapa andaluz. Y, debemos decirlo, poco hacen las instituciones para el caso que nos ocupa. Del lado público, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, en la estela del MACBA barcelonés, ha optado por hacer una programación interesante en torno a la radicalización artística de lo años sesenta –concreto, fluxus, accionismo, pop radical, etc- pero dando de lado al público natural de estas muestras, trabajando de espaldas al contexto andaluz que estas artes han cualificado, con un mal entendimiento del programa didáctico, dejando que sus propuestas se sequen entre visitas escolares y guías del Inserso. Bajo su amparo se han puesto en macha el programa Iniciarte y el C4, un nuevo centro de arte para Córdoba pero con políticas muy epidérmicas, que se mueven aún en esa superstición de repartir ordenadores sin renovar la información que debe circular por estos. Del lado privado, el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga es un escaparate de intereses mercantiles foráneos, para más inri financiado por el ayuntamiento. La BIACS, Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla, después de haber conseguido dejar la comunidad sin una de sus galerías más señeras, Juana de Aizpuru, continúa sus efectos de sequía: ARCO no acepta galerías andaluzas, la especulación urbana cierra espacios culturales como Endanza, el caS y el centro Casas Viejas son desalojados por la autoridad municipal, con distintos grados de violencia, por supuesto. Claro, para la administración parece cómodo trabajar sólo cada dos años y así sigue dando sus dineros, contando con sus apoyos esta vacua bienal… Otros ámbitos: frente al abuso que está haciendo el Museo Picasso Málaga de la marca Picasso y el disparate turístico de la picassinización de la Costa del Sol en otra ciudad, en Granada, el Centro José Guerrero pretende abrir otras perspectivas que permitan acercarse al autor con cierto amor y dedicación. También hay quién trabaja en vanguardia, y en un espectro muy amplio, desde Sevilla, con la programación de Unia arteypensamiento, hasta Málaga, con las actividades de La Casa Invisible. Y nuevas instituciones colectivas, heterogéneas también: Rizoma en Málaga, Aula abierta en Granada, la PRPC en Sevilla. Una coda desencantada: recientemente el ayuntamiento de Sevilla, para afrontar los retrasos de ese disparate arquitectónico emergente conocido como Metrosol Parasol y las fricciones sociales que su aparición está provocando ha decidido integrar las siluetas de las famosas “setas” en el programa tecno-moderno de BIACS3, es decir, más banalidad grosera. Otra coyuntura les hubiera permitido saber que Le Corbusier y Ozenfant publicaron en L’Esprit Nouveau una serie de trabajos en los que, a partir del vuelo de volantes del traje de la bailaora flamenca desarrollaban unas estructuras aéreas semejantes a las del famoso Parasol de Jurgen Mayer. Puede parecer un comentario cínico, pero es que el paisaje no da para más.

Pedro G. Romero.
Anuario Joly Andalucía. 2008.

fuente: http://especiales.grupojoly.com/anuario_2008/

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