Daniel Vázquez Díaz. 1882-1969. Museo Nacional de Arte Contemporáneo Reina Sofía.

Daniel Vázquez Díaz La fábrica dormida, 1925
Daniel Vázquez Díaz es una de las figuras claves de la cultura artística que se desarrolla en España durante el tramo central del siglo XX. Para una buena parte de los artistas que protagonizaron las vanguardias y el movimiento renovador de los años veinte y treinta fue el maestro directo, cuando no, una referencia primordial. Sin embargo, también constituyó el ejemplo paradigmático enarbolado por quienes, durante más de medio siglo (entre 1920 y 1970 aproximadamente), defendieron para el arte español una alianza compacta entre modernidad y tradición.

La exposición que presenta el Museo Reina Sofía está compuesta por un centenar de óleos y un importante conjunto de dibujos, disciplina en la que Vázquez Díaz demostró ser un verdadero maestro. Todas las obras han sido elegidas de entre su extensa producción en atención a su excelencia estética y a la capacidad de establecer un discurso representativo de la evolución cronológica y estética del artista. Además cuenta con una importante sección documental, que incluye fotos, manuscritos, bibliografía y hemerografía, y otros documentos.

El discurso expositivo de la muestra se encauza a través de un hilo cronológico que a su vez engloba los diversos aspectos de carácter visual (géneros, lenguajes, etc.).

Pero esta especie de ambivalencia histórica no fue sino una de tantas paradojas que acabaron cerniéndose sobre la figura del artista onubense; y que todavía planean sobre ella pues, a pesar de haber sido un nombre largamente evocado, aún estamos a falta de investigaciones rigurosas sobre su vida y obra.

Merece la pena, aunque sólo sea, entrever algunas de estas paradojas, pues enuncian coyunturas que definen muy bien la personalidad del artista y su lugar en la historia.

1.- Entre finales de los años diez y principios de los veinte, junto a Barradas, los Delaunay, Norah Borges, Bores, Jahl, Paszkiewicz y otros artistas más jóvenes, Vázquez Díaz fue uno de los creadores plásticos alineados con el Ultraísmo, el más radical de entre nuestros primeros movimientos de vanguardia.

Sin embargo, ya en ese mismo 1921, el poeta Juan Ramón Jiménez proponía al artista como ejemplo y camino para lo que consideraba una necesaria "vuelta al orden"; algo que a los ojos de cierto sector de la renovación cultural empezó a parecer un estadio estético equidistante tanto de nuestras raíces culturales como de los últimos giros de la modernidad internacional. No en vano, años después y desde La Esfera (18-X-1930), el crítico José Francés acabaría titulando un artículo sobre el artista onubense con un significativo "Muy antiguo y muy moderno". Las claves de esta aparente contradicción resultan hoy más descifrables que entonces, ya que podemos imaginar un Vázquez Díaz que había vuelto de París en 1918 trayendo básicamente en sus pinceles una estética heredera de Cézanne y de los nabis; esto es, novedosa y vanguardista para el retrasado gusto dominante español, pero preñada de esencia clásica para aquella mirada que lograra vencer el impacto de la sorpresa neófita.

2.- Desde 1906, presumible fecha de un primer viaje a Fuenterrabía, Vázquez Díaz estaba enamorado del paisaje vasco. En sucesivas estancias, la "modernidad sin estridencias" que el artista iba trayendo de París supo entreverarse profundamente en el complejo crisol de la pintura vasca, que entonces estaba terminando de consagrar los perfiles de su propio mito. Luego, ya a principios de los años veinte, en tierra vasca coinciden y se relacionan artísticamente el andaluz Vázquez Díaz, el manchego Gabriel García Maroto y el bilbaíno Aurelio Arteta. En el enmarañamiento fecundo de este triángulo cristalizarán algunos aspectos fundamentales para el futuro inmediato de la pintura española: Nuevos y más modernos perfiles para la definición del arte vasco. Una definitiva vía de "modernidad temperada" para buena parte del arte peninsular. Bases para la construcción alternativa de un "realismo social moderno". El definitivo horizonte plástico del tan cacareado "neocubismo", tendencia que, frente a lo que suele decirse, no fue importado directamente de París por Vázquez Díaz en 1918 sino desarrollado en España, a partir de este triple intercambio de experiencias; luego, a partir de 1924 aproximadamente, ya sí sería el pintor onubense quien habría de difundirlo por el resto de la Península.

3.- En 1925, Vázquez Díaz firmó el manifiesto de la Sociedad de Artistas Ibéricos. Su pintura, como también ocurrió con la de Sunyer, se erigió entonces en el verdadero centro de gravedad estético de los Ibéricos. Sin embargo, y paradójicamente también, ninguno de los dos artistas llegó a exponer en la famosa muestra que la Sociedad celebró en el Retiro madrileño, en junio de 1925.

4.- En 1929, Vázquez Díaz había comenzado a realizar en el monasterio de La Rábida los frescos del "Poema del Descubrimiento", que terminó al año siguiente. Tiempo después, el franquismo tomaría con frecuencia estas pinturas como ejemplo para la consolidación de una autárquica "estética nacional". Sin embargo y en su momento, aquella fue una obra que sintonizaba con la estética del novecento italiano e, incluso, con el realismo épico del muralismo social hispanoamericano.

Museo Nacional de Arte Contemporáneo Reina Sofía.

5.- Terminada la guerra, la pintura de Vázquez Díaz siguió desarrollando, casi sin solución de continuidad, esa veta de modernidad mesurada que le había permitido ser un modelo para la renovación plástica de la generación de 1925. Ahora, también permitiría que su pintura conviviese con las fobias que el régimen franquista manifestaba hacia los vanguardismos radicales. Daniel Vázquez Díaz continuaba así en su papel de maestro y guía de un nuevo y tibio horizonte de regenaración plástica, "tan modena, tan antigua".

A partir de los años cincuenta se desplegaría al máximo el papel de "prócer" artístico de Vázquez Díaz. Luego, sobre todo a partir de tiempos de la transición política, comenzará a caer en cierto olvido que no han logrado mitigar las numerosas muestras de carácter antológico celebradas en diversos lugares del Estado. A la luz de los nuevos datos y modelos historiográficos que enmarcan el conocimiento del arte español contemporáneo, hoy es de justicia recuperar la figura de Vázquez Díaz y su lugar en la historia.

La bibliografía sobre el artista onubense es a estas alturas muy extensa, tanto en lo que se refiere a libros como a los catálogos de las mencionadas exposiciones o a las innumerables menciones que de él se hacen en la literatura especializada. Sin embargo, suele ser una bibliografía redundante en sus contenidos y, como ya se ha sugerido, reproductora de un buen número de errores e inexactitudes. Se trata de la consagración de verdaderos "equívocos historiográficos" que tienen un carácter inveterado ya que, en origen, fueron suscitados por el propio artista, quien con frecuencia confunde en sus memorias las fechas, los lugares y los acontecimientos. Algo que también hizo a la hora de catalogar sus obras con un carácter testamentario (e incluso fechar retrospectivamente algunas de ellas).

Por poner dos ejemplos elocuentes: Vázquez Díaz dice en su autobiografía que Canogar fue alumno suyo hacia 1921; también llegó a afirmar, en un artículo de ABC, que había participado en la ESAI de 1925. Ambos extremos son verificablemente erróneos.

Pues bien, ante todo, esta exposición antológica pretende devolver a Vázquez Díaz su verdadero perfil histórico-artístico. Para ello pondrá en marcha una profunda revisión de todo tipo de fuentes documentales capaz de establecer científicamente el curso de su biografía, así como un estudio estético comparado de las pautas evolutivas de su obra, que permita relacionarlo correctamente con el arte de su tiempo.

 

Con motivo de esta muestra se ha editado un libro-catálogo en el que se incluye una serie de ensayos sobre el artista y su tiempo abundantemente ilustrados, a cargo de los comisarios y otros especialistas; catalogación de la obra expuesta, así como un anexo documental con una antología de textos contemporáneos de la obra del artista, una cronología actualizada y una exhaustiva biografía.

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