Carlos Aires cura sus penas en la galería Álvaro Alcázar

Carlos Aires. Foto, 2009: extraida de http://pavilion.pavilionmagazine.org
Ya lo cantaba y lo sufría en sus carnes la gran Lola Flores: «Pena, penita, pena / pena de mi corazón / que me corre por las venas…». El artista Carlos Aires debe compartir sentimiento, y, «con la fuerza de un ciclón», ha entrado en la galería Álvaro Alcázar (Castelló, 41), quedándose con parte de la letra de la copla –con permiso de la Faraona– como título de su última exposición.

Trece años llevaba viviendo fuera de España este creador nacido en Ronda y que ha desarrollado casi toda su carrera profesional entre Bélgica y Holanda. Reconoce que durante todo este tiempo (y como si fuera un estudiante de Erasmus) desarrolló cierta «morriña», y quizás por eso en su imaginario se han intensificado todos esos tópicos tan vinculados a lo ibérico: el folclore, el (melo)drama, la violencia y la religión (conceptos generalmente rehazados por la mal definida «modernidad»), condimentados con cierta estética barroca que salpimenta con las justas dosis de humor, cultura de masas y apuntes autobiográficos.
 
¿Sushi o sardinas?
 
«Pena, penita pena» inicia así una nueva etapa en la trayectoria de Carlos Aires, al que el pasado año ya pudimos ver en la galería barcelonesa ADN, con Madrid como base de operaciones. El artista siempre ha defendido la autenticidad frente a los sucedáneos, las sardinas asadas en el chiringuito a pie de playa a la comida japonesa. Por eso su llegada a la copla era en cierto modo natural. Pero no se trata ni de burlarse del género –Aires nunca lo haría– ni de homenajearlo. Lo que a éste le interesa es el recuerdo o pasado personal ligado a estas historias tan dramáticas contadas en tres minutos, esto es, cómo funcionan los recuerdos como resortes de la memoria para organizar toda una escenografía en torno a la tragedia. De ahí el potencial de los nombres de piezas: «Pena penita, pena», «Llorando» o «Pero, dímelo».
 
Como en otras ocasiones, el andaluz parte de imágenes poderosas encontradas en Internet y otros grandes archivos menos virtuales y asociadas a un concepto determinado. Incluso, para este conjunto, estuvo buceando durante semanas en el archivo fotográfico de ABC a la búsqueda de aquellos episodios nacionales del pasado siglo que poblaron las páginas de sucesos del diario. Su violencia queda descontextualizada al ofrecer en las copias de aquellas fotos históricas el rastro de las siluetas de sus protagonistas. Sujetos que luego quedan grabados (a fuego) en los cuchillos de acero inoxidable que ahora se convierten en su nuevo soporte –el de la serie «Love is in the Air II (Inox Edition)»–y donde trasladan su violencia contenida.
El mismo espíritu guía a sus «altarcillos», como han sido definidos, compuestos con otras siluetas, las recortadas ahora sobre los vinilos de toda la vida, que en esta exposición derivan en unas obras doradas que potencian su dramatismo.
 
¿Castigo o premio? ¿Éxito o fracaso? ¿Risa o llanto? La muestra, que permanecerá abierta hasta el 22 de junio, está llena de mensajes encriptados y sorpresas. Perdérsela sería una verdadera «pena».
 
JAVIER DÍAZ-GUARDIOLA | MADRID
17-05-10
www.abc.es
 
LA EXPOSICIÓN PERMANECERÁ ABIERTA DEL 13/5/2010 AL  22/6/2010
 

 

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