Manantial de arte emergente ( Artistas emergentes de Granada )

'La Casa de Hong Kong', 2008

La capital granadina es la ciudad andaluza con un mayor número de jóvenes artistas de repercusión en el panorama internacional a través de galerias y colecciones. Bellas Artes, Sandunga y Centro Guerrero, los más promotores, los creadores advierten de la pérdida de liderazgo frente a Málaga y Sevilla.

Granada pinta mucho en el mundo del arte emergente del panorama nacional. De las aulas de la Facultad de Bellas Artes y de las salas de algunas galerías independientes han emergido nombres que en la actualidad inundan de novedad y calidad las paredes de las galerías internacionales. Granada sigue viviendo en sí misma tan prisionera que, como decía García Lorca, sólo tiene salida por las estrellas.

Carlos Aires, Chico López, Asunción Lozano, Marisa Mancilla, Antonio Montalvo, Paco Pomet, Jesús Zurita, Santiago Ydáñez y Marina Rodríguez Vargas, entre otros muchos, conforman la avanzadilla del nuevo manantial granadino.

El dominio nazarí del arte andaluz, según Yolanda Romero, directora del Centro José Guerrero, «no es fruto de la casualidad». Hace más de quince años que el área de Cultura de la Diputación de Granada en colaboración con la Facultad de Bellas Artes puso en marcha la Sala B de Condes de Gabia. A los artistas noveles se les ofrecía la oportunidad de exhibir sus obras junto a la de autores consagrados. «Ese hecho permitía que los críticos y especialistas que acudían a las muestras en Condes de Gabia se interesaran por estos jóvenes», comenta Romero. Uno de aquellos 'novatos' artísticos fue Carlos Aires, hoy una referencia en el arte contemporáneo, y también destaca el caso de María Ángeles Agrela, quien en poco tiempo pasó de la Sala B a la Sala A de Condes de Gabia.

A esta iniciativa institucional de la promoción artística se suma «una importante labor de formación tanto desde las actividades de Condes de Gabia como de las conferencias y demás actos organizados en el Centro José Guerrero», afirma Yolanda Romero, quien considera que la Diputación de Granada «ha sido el laboratorio perfecto para los jóvenes artistas».

No olvida tampoco las iniciativas de galerías de arte independiente, «como la desaparecida Palace, de la que aprendimos todos, y otras de nueva creación que apuestan por los jóvenes valores».

Esta explosión de nueva savia artística no se corresponde con la del mercado granadino, «que es pobre, depende de las compras de arte contemporáneo de las instituciones y donde no es numeroso el coleccionismo», señala Romero. «Pero ya no es necesario para los artistas estar en los centros, como pasaba antes con Nueva York y París», añade. «Hoy, un artista puede tener su taller en Mali y tener presencia en cualquier foro internacional, y eso es lo que pasa con Granada», prosigue la responsable del Centro José Guerrero.

A la cabeza

El joven artista Simón Zabell, uno de estos emergentes, dejó Málaga atraído por el ambiente cultural granadino. «Granada está a la cabeza del arte emergente en Andalucía pero está perdiendo puntos en relación a otras ciudades como Sevilla y Málaga, que están apostando fuerte por el arte contemporáneo», explica Zabell. El cierre de salas para creadores noveles como la de Condes de Gabia y «la programación discontinua del Centro José Guerrero está mermando esa presencia de los más jóvenes», reconoce el creador malagueño.

Destaca la situación paradójica que vive el arte más innovador en Granada, «porque el arte más interesante se está haciendo en esta ciudad, donde aparecen más talentos, pero no existen esos espacios que le den una respuesta, que lo hagan visible». Zabell dice que los artistas de su generación, los nacidos entre 1965 y 1975, «hemos tenido mucha suerte porque teníamos espacios y galerías donde presentar nuestras obras».

«Resulta paradójico que cuando Granada tiene ahora los mejores jóvenes artistas no les responda y la apuesta la hagan otras ciudades con menos creadores como Málaga y Sevilla», concluye el creador. En cuanto a promoción, salva a la galería Sandunga, «pero un solo espacio no puede dar salida a tanta creación».

El jienense Chico López señala que la proliferación de artistas en Granada se debe a la Facultad de Bellas Artes y a que «es una ciudad fácil para vivir; y en mi caso no me merecía la pena regresar a Jaén porque no ofrece salidas al arte».

Periferia

López se muestra pesimista y considera que «en Andalucía la situación del arte emergente es mala, a excepción de recientes iniciativas de la Junta como Iniciartem y algunos concursos, pero nada más». El jienense también menciona la Sala B de Condes de Gabia, «pero no ofrecía una buena difusión a los artistas fuera de Granada, le fallaba ese aspecto». Chico López ejerce de 'abogado del diablo' al señalar que «Granada no es una ciudad donde el arte emerja fácilmente». Sin embargo, salva a la galería Sandunga, «aunque se encuentra como aislada. El poder de las galerías -añade- sigue estando en Madrid y nosotros somos periferia».

Jesús Zurita es uno de los artistas que hace tiempo salió a la superficie desde la Facultad de Bellas Artes y las salas granadinas. Elogia el papel de Iniciarte, el proyecto de la Junta de Andalucía, «pero ha conseguido dinamizar lo que ya existía en Granada». El manantial de estos creadores lo sitúa en la facultad, «y en algunos de sus profesores, que son de gran importancia y que defienden el arte contemporáneo. De Granada ha salido mucha gente que se ha establecido como artista y que vive de sus creaciones, y más que estrellas artísticas lo que hay son constelaciones», indica.

Confirma que gran parte de ese carácter dinámico y luchador de la comunidad artística granadina se debe «al triángulo formado por Condes de Gabia, Sandunga y Centro José Guerrero».

Antonio Montalvo opina que «siempre ha habido creadores que no se han encontrado arropados por la ciudad en la que se formaron y han tenido que salir fuera porque aquí las estructuras necesarias no existían».

Una salida

Montalvo considera que lo importante es que se ofrezcan salidas reales a los creadores. «No se trata sólo de realizar exposiciones o de subvencionar sin ton ni son a los artistas o a los galeristas -dice- sino de crear infraestructuras de apoyo y promoción en torno al arte actual, fomentando el coleccionismo y el desarrollo de las industrias culturales, como ocurre en Málaga o Sevilla».

Paco Pomet reconoce no comprender a qué se refieren los críticos con eso de 'arte emergente' y prefiere «hablar de arte o artistas a secas, sin ningún sufijo chic o 'cool'». Estima que «la situación del arte en Granada es precaria, como pasa con casi todo en esta ciudad. Exceptuando la labor de difusión de algunas instituciones, el panorama es bastante estéril y las oportunidades son casi nulas».

Sin embargo, esta opinión contrasta con la proliferación de artistas en Granada, «quizá -matiza- porque hay más artistas por kilómetro cuadrado que en otras ciudades y por tanto la proporción de buenos artistas es mayor». La razón la encuentra en la calidad de la vida cultural granadina, «porque es una ciudad barata, tiene una facultad de Bellas Artes, una población muy variopinta y una oferta cultural bastante variada para ser una capital de provincia».

Apoyo institucional

Destaca a la Diputación de Granada y a las becas Manuel Rivera como instrumento para la promoción de jóvenes artistas. «Instituciones como el Museo Guerrero o el Palacio de los Condes de Gabia (¿ya extinto?) en Granada, o el Centro Damián Bayón de Santa Fe son un ejemplo de compromiso con el arte contemporáneo», elogia el artista. «Son las instituciones públicas las que impulsan realmente la difusión y educación en este campo. En Granada el mercado de arte contemporáneo es muy pequeño y bastante tacaño, lo que significa que es más bien un freno para nuestro trabajo que un acicate».

La Facultad de Bellas Artes ha jugado en la proliferación del arte joven un papel decisivo. «Una facultad permisiva y abierta, y esto propició un ambiente experimental, lúdico, fresco y estimulante, algo que le sienta muy bien al arte», comenta.

Además, señala algunas circunstancias especiales del centro granadino. «La juventud de la mayoría de los profesores, junto a la falta de rigor que había en nuestra facultad en los años en los que estudié, nos ayudó a buscar nuestro propio camino de una manera más libre y más personal», recuerda el granadino. «La facultad era un lugar donde a veces sucedía el arte, no un lugar donde podías aprenderlo», concluye.

IDEAL Granada 07.04.09 – JUAN LUIS TAPIA

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