 Juana Mordó
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Una selección del legado artístico que a lo largo de su vida reunió
la coleccionista y galerista Juana Mordó (1899-1984), de origen
sefardí, se expone desde hoy en Valladolid como homenaje al empeño de
una mujer que en la España de Franco "abrió espacios al arte no afecto"
al régimen.
Cuando por razones políticas y sociales la gran
mayoría de los intelectuales y de los artistas plásticos se veían
abocados al realismo dentro de sus creaciones, "ella abrió espacios al
arte no afecto: al abstracto y al informalismo", principalmente como
directora de la Galería Biosca en Madrid, entre 1958 y 1963.
Así
lo ha testimoniado esta mañana Juan Barja, director del Círculo de
Bellas Artes de Madrid, durante la apertura en Valladolid de la
exposición "Una historia del arte contemporáneo español. La Colección
legado de Juana Mordó", con fondos cedidos por esa entidad cultural y
que podrá visitarse hasta el 14 de marzo.
Tal vez por el hecho de
ser mujer y extranjera, según Barja, a Juana Nar Gialón -como se
llamaba en realidad Juana Mordó- el régimen franquista "le toleró un
mayor margen de libertad en sus actuaciones" a una galerista que, "caso
extraño también en la época, fue la única que pagaba un sueldo a sus
artistas".
La exposición, promovida por la Fundación de Cultura
del Ayuntamiento de Valladolid, constituye un tratado de las
vanguardias españolas de la segunda mitad del siglo XX mediante más de
un centenar de pinturas, esculturas, dibujos, grabados e incluso una
fotografía de Nicolás Müller, fechadas entre 1950 y 1983.
Desde
un dibujo de Benjamín Palencia, datado en 1947, hasta un acrílico de
José Freixanes, anotado en 1983, el muestrario recorre buena parte de
las vanguardias y sus principales representantes con cuadros de pequeño
formato, generalmente fruto de regalos a Mordó por parte de los
artistas y que, si bien no son obras centrales, sí son representativas
de autores, estilos, técnicas y temáticas.
La Escuela de
Vallecas, el grupo de El Paso y el de Cuenca son algunos de los
movimientos representados dentro de un repertorio que atesora un gran
valor documental y que rezuma una gran carga sentimental a través de
las dedicatorias que pueden leerse, también en libros y en las postales
que complementan los fondos exhibidos.
De buena amiga,
colaboradora y también de "propagandista", como escribe Gonzalo
Torrente Ballester en la dedicatoria manuscrita de "El joven Tobías",
calificaron esos creadores a Juana Mordó, judía de origen sefardí
nacida en Salónica (Griega) que recaló en España en su huida de la
Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
En la España franquista trabó
amistad con un grupo de intelectuales afines al dictador,
principalmente con el médico y escritor Pedro Laín Entralgo, y también
con el poeta Luis Felipe Vivanco, el novelista Camilo José Cela y el
ensayista Dionisio Ridruejo, quienes la introdujeron en las tertulias
del momento.
 Juana Mordó
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Con ese aval y con el paso del tiempo en las
galerías Biosca y en la que ella misma fundó en 1964, promocionó a
varias generaciones de grupos y artistas como Manuel Millares, Antonio
Saura, Rafael Canogar, Eduardo Arroyo, Lucio Muñoz y Martín Chirino,
representados en la exposición.
La nómina de escultores
participantes incluye entre otros a Pablo Serrano, Eusebio Sempere,
Teresa Eguíbar y Gerardo Rueda, quienes comparten un mismo espacio
expositivo junto a pintores, grabadistas y dibujantes como José
Caballero, Daniel Vázquez Díaz, José Vela Zanetti, Agustín Redondela,
Eduardo Vicente, Gregorio Prieto, Antonio López Torres, Menchu Gal,
Luis Saez y Álvaro Delgado.
extraido www.adn.es / EFE