Miguel Ángel Moreno Carretero, Cuando el paisaje se pone pintoresco. SALA DE eSTAR

Miguel Ángel Moreno

La felicidad es fruto de nuestra imaginación. La mayoría de las personas tendemos a buscarla en algún momento de nuestra vida, otras pasan el tiempo intentando conseguirla, y otras, simplemente venden productos propios de un marco de referencia desde el que tener la sensación de felicidad.

Evidentemente hay muchas otras actitudes ante la existencia y sus golosinas, pero en cualquier caso, les une que el carpe diem es un alcohol de romero que alivia desconsoladamente. Por tanto, es posible que haya destellos de felicidad en la existencia, aunque tan perecederos como una hoja de parra. La felicidad constante y eterna sólo se daría en un Elíseo, Edén o Paraíso. Lugar de mil nombres que ha sido pensado en casi todas las culturas habidas sobre La Tierra. Lo más característico de este lugar utópico sería su naturaleza inmutable: alfombras verdes de hierba siempre fresca; árboles henchidos con tanto espacio entre sí que asemejan hitos más que seres vivos; continua luz solar que no quema, templa e ilumina…

Actualmente el mercado global, tan desarrollado y diversificado, permite que una gran industria se dedique a la producción e instalación de jardines, alfombras naturales o artificiales para usos muy concretos -como el deportivo-, exóticas especies vegetales, etc. Ya sea una pradera de Cantabria la hierba que pisas; los 20 m2 de césped trasero en un adosado o, el agradable terreno que media entre complejos hoteleros de cualquier zona turística; lo cierto, es que “el verde” es el telón de fondo ante el que debe representarse la imagen de felicidad. Si esto no nos parece real, o necesario, sólo hay que buscar casa en cualquier medio. Pongamos por ejemplo la revista inmobiliaria Llave en Mano: disfrutarás con los trocitos de verde alrededor del adosado, la piscina y el coche en tu futura vida placentera: “sin césped no hay suelo que mantenga en pie a una familia decente y feliz”. Thomas Moore escribe en The Reenchantment of everyday Life -Trad. Alberto Coscarelli. Ediciones B, Barcelona. 1997. Pá'e1g.100- :

Cuando buscábamos modelos para nuestra casa, […] yo me preguntaba cómo podíamos incluir en nuestro nuevo hogar el grado de inclinación, la oxidación y el envejecimiento […]. El constructor dijo que el sistema consistía en evitar en lo posible el uso de la cinta métrica y la plomada y confiar en los ojos, que nunca son perfectos pero siempre son humanos.

Miguel Ángel Moreno

El bricolaje, además de la jardinería, es el artificio más exitoso de la felicidad en venta para personas anhelantes. Se trata de una actividad que podemos pagarnos y facilita que optimicemos nuestro espacio doméstico como auténticos aprendices de profesional. La oferta es rica en objetos y posibilidades materiales. Su cima como artificio es la construcción e instalación de casitas prefabricadas, las cuales deben ir debidamente acompañadas de mobiliario plástico o lígneo para exteriores.

En algunas obras de esta exposición lo pintoresco deviene en funcional y viceversa. Si tradicionalmente y, en pocas palabras, un lugar pintoresco era el susceptible de “ser pintado”, Miguel Moreno representa lugares mentales cuya existencia se debía a un uso aparentemente ajeno a la Estética -consideremos instalaciones deportivas- extrapolado ahora por la mirada de eculiar paisajista. Es posible que un “campo” no vuelva a ser Elíseo como antes. Actualmente “sobre” un campo se disputan encuentros banales entre gladiadores bien cubiertos por los medios de comunicación. Aquellos son héroes con quienes se identifica inconscientemente el público deportivo, escapando de la cotidianidad a través del ocio y dejando en manos del azar la victoria o la derrota (felicidad o angustia igualmente pasajeras). En la conferencia titulada Habitar el Jardín -Arte y Naturaleza. Actas III, El Jardí'edn como Arte. Huesca, 1997- Javier Maderuelo afirma lo siguiente:

Miguel Ángel Moreno

Los jardines responderán a esa fantasía hecha realidad, son un mundo cerrado _hortus conclusus- y ordenado que se rige por unas leyes distintas de las de fuera, un mundo en el que es posible la felicidad.

Pues bien, en el campo de batalla al que me he referido el juego se rige por las leyes de la interpretación a partir de sus líneas blancas, perfectamente trazadas, por un nuevo tipo de jardinero. Este nuevo lugar se ubica dentro de grandiosos contenedores, interpretados por M. Moreno como iconos llenos de significados.

Sobre un campo de hierba, bien cortada a máquina, los semidioses se disputan la corona deportivamediática, subvencionados por la plebe atenta. Esto, que parece la introducción de un guión a desarrollar, es lo que ocurre en un estadio de fútbol ante todo el mundo. Y como todo contexto tiene su trastienda, Miguel Moreno nos adentra en la del cortacésped.

Con los vídeos Elíseos I y II, tenemos la suerte de acompañar a un “desbotánico” en su paseo laboral. Este paseo es bien distinto a los que realizan Richard Long o Hamish Fulton, conscientes de ser espectados a través de las fotografías, vídeos y escritos que elaboran al respecto como parte del proceso creativo, en plena naturaleza. “Nuestro desbotánico” del estadio hace el mismo trabajo todas las tardes en solitario, sin que nadie lo reproduzca para el mundo artístico. Pero M. Moreno y él comulgaron para hacer poesía a través del vídeo; reflejar sin complicaciones la paciencia natural, el estado de reflexión sin agonías. El sereno cortacésped mantiene a raya la hierba (sólo rebelde al secarse), pinta rayas sobre el terreno característico del deporte inglés: dos tonos de verde y líneas blancas. Esta calma reina en un estadio durante el día y la noche, sólo alterada por los 90 min. de furia romana de un partido y sus consecuencias.

Estos podrían ser sólo algunos de los asuntos que el despintor -concepto tomado de Perejaume- Miguel Moreno desmenuza con intuición y, recoge en sus obras al reflexionar sobre el paisaje en el mundo actual, tan cargado de imágenes y representaciones. La pintura, la fotografía, el video o lo objetos pictóricos, son medios para relamer la figuración por la tangente, hasta llegar a la iconografía que palpita cuando nos venden plenitud en una naturaleza tecnificada. ¿O acaso no puedes ser feliz contemplando el Baptisterio de Pisa, desde la misma hierba fresca que te gusta para tus pic-nics de roulotte?

Texto_Antonio R. Sánchez 

Colaboran_Fundación Antonio Gala / Fundación Rafael Botí (Córdoba)

http://www.saladeestar.com

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