FINAL ABIERTO. 3 comisarios, 6 artistas. Galería Mecánica

VICTOR M. FERNÁNDEZ

Un FINAL ABIERTO es aquel en que la historia que se ha contando no se cierra de manera certera, sino que intencionadamente se dejan cabos sin atar para que puedan fabularse alternativas sobre qué pasará con los hechos y sus protagonistas. Por ambigüedad e indefinición, en este tipo de narraciones es el lector (si hablamos de literatura) o el espectador (si nos referimos a cine) quien fantasea qué es lo que sucede a partir del punto de clausura que marca el autor. Evidentemente, esta idea se asocia con relatos inciertos que no se sustentan en certezas ni optan por tramas lineales donde los acontecimientos se resuelven de modo progresivo. Más bien todo lo contrario: se plantean como un cúmulo de percepciones deshilvanadas que se arremolinan como sensaciones en la mente del público, que se convierte así de manera indirecta en partícipe y debe aplicar la imaginación para resolver los misterios que quedan pendientes.

Esta muestra colectiva que organiza la galería MECÁNICA se plantea como un proyecto expansivo que procura presentar creadores ajenos al circuito local, buscando refrescar el panorama con nombres poco conocidos en el contexto sevillano. Pablo Barragán, director de la sala, ha invitado a tres comisarios (Jesús Reina Palazón, Iván de la Torre Amerighi y Sema D’Acosta) para que cada uno seleccione a dos artistas jóvenes que no hubiesen expuesto nunca antes en la ciudad, pretendiendo con la propuesta crear un diálogo entrecruzado entre diferentes tipos de expresión y modos de mirar.

El sugerente nombre del título, FINAL ABIERTO, deja entornadas muchas opciones teniendo en cuenta el juego de palabras y sus posibilidades, ya que la exposición es la última de la de temporada y los artistas elegidos son gente que acaba de empezar su trayectoria y apenas tiene una carrera incipiente. Asimismo, con esta colectiva se le ofrece al visitante la posibilidad de que sea él quien cierre el círculo y determine el sentido de lo que está contemplando, asumiendo que en cualquier planteamiento los finales abiertos son siempre los más enigmáticos y sugerentes.

Artistas seleccionados:

Miguel Scheroff (La Carolina, Jaén, 1988) por Iván de la Torre Amerighi.

Los postulados de Miguel Scheroff parten de la ruptura del paradigma fotográfico a partir de su codificación pictórica. Lejos de pretender, a través del género retratístico, volver a poner en valor categorías miméticas o hiperreales, su trabajo puede considerarse como un proceso triple centralizado en la hibridación sintética, la mirada contextual y la autocrítica socio-comunicativa. Los retratos de Scheroff son retratos híbridos, puesto que parten de una premisa real formal (la imagen del retratado) cuyos detalles (epidermis, capilares…) se añaden de modo exógeno, son encontrados, rescatados y recontextualizados mediante herramientas digitales, añadiendo un paso más a los experimentos en este sentido realizados por Chuck Close, Gottfried Helnwein o Hyung Koo Kang; los retratos de Scheroff parten de una mirada contextual puesto que se centran en la indagación sobre la imagen histórica que ha proyectado históricamente el creador, sin importar si éstos son autores clásicos (Bacon, Schiele, Duchamp, Van Gogh) o jóvenes artistas (Juan Francisco Casas, Germán Gómez, Santiago Ydáñez). Finalmente, los retratos de Scheroff, responden a un cuestionamiento crítico de nuestra sociedad de la imagen y a la vigencia del cartel publicitario como reclamo válido y llamada de atención hacia un espectador saturado y hastiado.

Beatriz Ros (Málaga, 1984) por Iván de la Torre Amerighi.

En todas las videocreaciones de Beatriz Ros, resulta evidente la emergencia de sus otros dos campos formativos, de los otros dos cauces expresivos de su expresividad formal: la música y la poesía. Para la artista andaluza el cuerpo femenino desnudo, su propio cuerpo, es el soporte de la intervención creadora, que siempre gira en torno a su condición de icono estético, de herramental plástico. Hay, en todas las obras, un anhelo de trascendencia, de belleza contenida y de tragedia presentida, que nunca llega a desarrollarse del todo y siempre permanece en eterno proceso. Para alcanzar estos niveles de sensibilidad epidérmica, Ros usa de la manipulación del tiempo, que no es lineal ni avanza en un único sentido, de la imagen pulcra y desprendida de anécdotas –que es tan ficticia como real- y se apoya en el sonido musical como efecto incidental que exalta la tensión trágica. –

Víctor M. Fernández (Madrid, 1978) por Sema D’Acosta.

La serie LAGER en la que se incluyen las 8 imágenes fotográficas seleccionadas para esta colectiva, forma parte de un proyecto amplio, en el que todavía sigue trabajando el artista, sobre los campos de concentración nazis y su reutilización como espacios provechosos y cotidianos. El autor ha recorrido en los últimos años distintos lugares de Alemania y Polonia para retratar la situación en la que se encuentran estas zonas que no hace mucho fueron enclaves señalados de muerte y exterminio. El reciclaje, reaprovechamiento o transformación de los vestigios arquitectónicos del pasado reciente sólo es posible si existe el suficiente alejamiento temporal, emocional o ético respecto a los restos que se van a reutilizar y los hechos que los estigmatizan, pero pueden generar un conflicto moral si ese distanciamiento no se cumple suficientemente o es ambiguo.

Clara González Ortega (Málaga, 1985) por Sema D’Acosta.

Clara González Ortega -al igual que Víctor M. Fernández-, maneja una idea muy subjetiva del paisaje. Si en el caso del primero su concepción puede entenderse de carácter emocional, en el de la malagueña es de un tono más estético-pictórico. Recurriendo a la carta genérica de colores Pantone, construye sutiles degradaciones naturales que se inspiran en la relación exacta que establecen los cromatismos de un mismo tono según su saturación, construyendo un mosaico exacto de imágenes abstractas de una sutil belleza y poesía. En su trabajo existe una preocupación constante por el transcurso del tiempo, un mecanismo inventado por el hombre para dar sentido a su propia existencia. La utilización numérica de ese tiempo en horas y minutos dentro de este proyecto es una forma de medir los momentos de cambio y poder compararlos con otros instantes de evolución, describiendo así un proceso completo extraído de la realidad que supera la instantaneidad o la casualidad. Las imágenes, que han sido seleccionadas tanto por su poética espacial como por su evocación a los sentimientos,  aluden a aquello que nos pasa desapercibido.

Rafael López Bosch (Madrid, 1980) por Jesús Reina Palazón.

La obra de Rafael López Bosch se alimenta, casi exclusivamente, de las ironías que nos rodean. Su trabajo se preocupa de convertir las mentiras y paradojas de nuestra época en obras cáusticas que buscan llamar la atención del espectador a través del sarcasmo, trabajos que intentan hacernos reflexionar sobre los tiempos que vivimos, una realidad artificial donde para cualquier ciudadano normal -bombardeado incesantemente con informaciones de todo tipo-, es imposible diferenciar lo real de lo verosímil. Algunas de sus esculturas se inspiran en las continuadas mentiras de los políticas o en mesiánicas pandemias mundiales que nunca llegan a ocurrir, situaciones aparentemente catastróficas (como el mal de las vacas locas, la fiebre aviar o la fiebre porcina) que el artista toma como recurso para confrontarlo con lo inocente o lo trivial. En estas misma línea también se encuentran sus collages y dibujos, inspirados en curiosidades encontradas en Internet, que luego manipula para crear confusión entre lo verdadero y lo simulado, evidenciando con este maridaje que lo vemos no es tan diferente de aquello que podamos entender como absurdo. La escultura que representa un cuervo que desciende del cielo con una hamburguesa en el pico es una reinterpretación personal del cuadro San Antonio Abad y San Pablo, primer ermitaño (Museo del Prado) pintado por Diego Velázquez en 1634, una visión actual de lo que podría denominarse con sorna… un milagro contemporáneo.

Manuel Antonio Domínguez (Huelva, 1976) por Jesús Reina Palazón.

El trabajo de M. A. Domínguez opta por el dibujo, el collage o incluso la fotografía intervenida para cuestionar en muchas de sus obras la construcción de lo masculino y los estereotipos que lo alimentan. Nuestra identidad sexual se modela desde pequeño y de modo determinista, ya que nos inculcan unos valores socialmente establecidos que son los que condicionarán en un futuro nuestra personalidad afectiva y emocional. Su obra reflexiona sobre la filiación existente entre la tácita asociación axiomática entre la heterosexualidad y determinados ámbitos varoniles como pueden ser los futbolísticos o militares. No se trata de cuestionar la masculinidad, sino de indagar en los clichés que sirven para confeccionar los modelos que rigen los comportamientos de los hombres con otros hombres. El artista dibuja una especie de ectoplasma rosa sobre las figuras o manipula viejas fotografías encontradas para denunciar así la invisibilidad de aquellos hombres que, forzados contra su voluntad y sensibilidad, han tenido que transigir con unas normas rígidas que los excluían por sus modos diferentes de pensar, expresarse o sentir.  

Galería MECÁNICA. Del 25 de mayo al 15 de julio

Jesús Reina Palazón:

Rafael López Bosch (Madrid, 1980)

Manuel Antonio Domínguez (Huelva, 1976)

Iván de la Torre Amerighi:

Beatriz Ros (Málaga, 1984)

Miguel Scheroff  (La Carolina, Jaén, 1988)

Sema D’Acosta:

Clara González Ortega (Málaga, 1985)

Víctor M. Fernández (Madrid, 1978)

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