Sevilla, Ozú que caló! – Galería Fúcares-Almagro

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EL TALENTO Y EL ACENTO
Es difícil sortear su presencia abrumadora; ignorar sus protagonismos, no claudicar ante sus ambiciones. El mediodía español, la escena artística al Sur de los grandes templos del arte contemporáneo, es enormemente amplia y enormemente plural, salpicada de nombres ya irreprochables, con sus perfiles menores de 40 años, y sería una irresponsabilidad histórica no reconocerlo. No todas las generaciones son tan brillantes ni tan fecundas como ésta; aunque tampoco tan dispar. Los igualan casi tantas cosas como los diferencian, pero ellos han elegido –unas veces ha funcionado el azar natalicio, otras la voluntad de crear y establecerse en este clima hostil- que sea Sevilla un nexo indisoluble de unión.

Unos tienen aquí sus estudios, comparten estrecheces en el alambicado centro de la ciudad; otros ya emigraron, pero se construyeron como artistas en Sevilla; la mayoría estudió entre los claustros jesuíticos de Laraña; y los menos optaron por irse, se dejaron seducir por la vocación experimental de Cuenca, pero igualmente regresaron.

Miki Leal, Mp&Mp Rosado, Juan del Junco, Rubén Guerrero, Gloria Martín, Manolo Bautista, Ramón David Morales, Magdalena Bachiller, Manolo Bautista, Jorge Yeregui y Jesús Palomino (el más veterano y, quizás, más alejado de las propuestas artísticas de sus compañeros) son algunos de esos nombres ya indiscutibles con los que uno se topa una y otra vez mientras pasea por el paisaje artístico nacional; y los que más dinamismo, entusiasmo y frescura han aportado al arte contemporáneo de los últimos años.

No ha seleccionado Jesús Reina, por tanto, al azar. Ni se presupone en esta exposición una voluntad de descubrir, sino más bien de manifestar y posicionarse; de reivindicar a estos jóvenes artistas –algunos insultantemente jóvenes- como la generación que más ha brillado en la Andalucía contemporánea (si me lo permite otro estupendo grupo de artistas, en los convulsos años 80, que se reunieron en torno a la mítica Máquina Española). Aunque tampoco es ésta una exposición complaciente, que se recree en lo que estos artistas tienen ya logrado, sino que los enfrenta y los compromete de cara al futuro. Respetando la singularidad de cada uno de sus trabajos, sus discursos personalísimos, sí podríamos decir, sin embargo, que hay en la mayoría de ellos una férrea voluntad de narrar, una defensa casi clásica de los formatos más tradicionales –la pintura por la pintura, la fotografía; la escultura y ciertas escenografías casi arquitectónicas-; y una simpatía por la pseudo-figuración y los paisajes domésticos.

Me gusta, por ejemplo, el interés de Gloria Martín por los espacios físicos y mentales en los que las personas desarrollan su existencia; el vacío inquietante de sus pinturas. Me sigue deslumbrando el dominio del pincel de Miki Leal, cómo engulle todas las tradiciones y luego las desembucha a su modo, con su estilo tan particular (y aquí conectan también los trabajos de Ramón David Morales y Rubén Guerrero). También me interesan los universos misteriosos de los gemelos Mp&Mp Rosado, su teatralidad y su gusto por el simulacro.

Manolo Bautista, Jorge Yeregui y Juan del Junco constituyen una misma generación y tres formas muy diferentes de entender la fotografía. Del Junco, con sus postulados muy cercanos a la pintura; Bautista con sus juegos digitales, por donde circula un arte libre y sin estrecheces; y Yeregui, con sus paisajes naturales como vanguardia arquitectónica.

Magdalena Bachiller dibuja escenarios metafóricos y silenciosos, casi metafísicos, y el espectador viaja a través de sus estructuras espaciales y volúmenes como quien camina por un túnel hacia la luz. Y la nómina de artistas mejor posicionados que ha dado Andalucía en el último lustro la cierra Jesús Palomino, con el discurso más conceptual de todos y sus profundas reflexiones en torno a las prácticas artísticas y su correlación social y política.

Fuera del tiesto de este discurso se encuentra un pintor-pintor, miembro de honor de otra generación igualmente andaluza, igualmente brillante y definitoria de una década: la de la colorida Sevilla de los 80. Es Patricio Cabrera (Gines, Sevilla – 1958), el pintor de la figuración desleída, de las estructuras ornamentales, de la explosión del cromatismo.

Así pues, Sevilla, Ozú, qué caló’ es un estupendo resumen de las aportaciones andaluzas al arte contemporáneo de la última década, una pequeña muestra de que, en este caso, el talento y el acento (andalú) van perfectamente unidos.

Amalia Bulnes. Sevilla, septiembre de 2010.
 

SEVILLA, OZÚ QUÉ CALÓ!
Comisario: Jesús Reina Palazón

Participan: Magdalena Bachiller, Manolo Bautista, Patricio Cabrera, Juan del Junco, Rubén Guerrero, Cristóbal Quintero, Miki Leal, Gloria Martín,
Ramón David Morales, Jesús Palomino, MP & MP Rosado y Jorge Yereguí. 

Inauguración: sábado 2 de octubre de 2010.
Exposición: del 2 de octubre al 11 de diciembre de 2010

 
Galería Fúcares.
C/San Francisco, 3
13270 ALMAGRO (Spain)
Tel.: (+34) 926 86 09 02
 

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