El «Grupo de Cuenca» despliega en Madrid su contemporaneidad

No image

Una exposición revisa la obra de Zóbel, Rueda, Torner y otros artistas de su generación.

MADRID.- El Museo de Arte Abstracto de Cuenca nació en la España franquista del desarrolismo hace más de 30 años. Los pintores Fernando Zóbel (1924-1984), Gerardo Rueda (1926-1996) y Gustavo Torner (1925) pusieron en pie, en medio de un paisaje donde el gris era el color dominante, una de las iniciativas culturales más importantes del país. Algunas de las obras más emblemáticas de estos tres artistas se pueden ver de forma permanente en una de las casas colgantes de Cuenca y provisionalmente, hasta finales del mes de abril, en la Sala de las Alhajas, donde hoy se inaugura, organizada por la Fundación Caja de Madrid, la exposición El Grupo de Cuenca.

Las obras de Zóbel, Torner y Rueda forman el núcleo principal de la muestra, que incluye también, aunque en menor medida, trabajos de José Guerrero, Antonio Lorenzo, Manuel H. Mompó y Eusebio Sempere.

«La principal aportación de esta exposición es estética, pues propone una visión y una forma de pensar. La visión y el pensamiento de eso que denominamos la estética de Cuenca, sí; pero, además, la de la realización histórica completa del arte español contemporáneo». Gustavo Torner, uno de los dos supervivientes del Grupo de Cuenca, leía ayer en voz alta, mientras paseaba por la Sala de la Alhajas, un fragmento del texto escrito para el catálogo de la muestra por el catedrático Francisco Calvo Serraller. «Ya es hora de que en España se dijeran cosas así», sentenciaba Torner con un tono completamente triunfalista.

PINTOR Y MECENAS.- La primera obra con la que se topa el espectador cuando accede a la exposición es con un enorme lienzo de Zóbel, un pintor de formación autodidacta que compatibilizó su trabajo como pintor con el mundo empresarial y el mecenazgo. Su colección es el núcleo principal del Museo de Arte Abstracto de Cuenca. A su lado, junto a las obras de Zóbel, se exhiben las de Torner y Rueda, quien deja constancia, a través de sus pinturas monocromas y sus formas geométricas, de su gran sensibilidad.

La obra de Rueda, que falleció el pasado año a consecuencia de un derrame cerebral, fue analizada en más de una ocasión por Zóbel: «El color de Rueda es tranquilamente emocional. Mientras sus formas juegan una matemática gama, fría y complicada, sus colores nos muestran la sobriedad, los campos asolanados y casas de la antigua Castilla». Junto a la obra de Rueda, la de Torner, un artista de corte renacentista al que Zóbel también dedicó su atención: «El mundo de Torner es un mundo equívoco y borgesiano. En él se confunden realidades y apariencias. Los opuestos se tocan; nada es realmente lo que parece ser, y cada cosa tiene algo de todo». Torner, que acaba de publicar sus Memorias en Pretextos, aseguraba ayer que la mejor obra suya y la de sus compañeros es haber puesto en pie el Museo de Cuenca.

La exposición, comisariada por Alfonso de la Torre, deja en evidencia lo mal representado que está en el Reina Sofía el Grupo de Cuenca. A pesar de su lenguaje internacional, a pesar de estar fuera de toda discusión, el Grupo de Cuenca todavía no ha encontrado el hueco que merece en las salas del viejo Hospital de San Carlos ni en algunas de las sesudas enciclopedias de arte contemporáneo.

RAFAEL SIERRA

www.elmundo.es

Deja una respuesta