Pintura y soportes de la pintura. CRÍTICA por FRANCISCO RIVAS

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FRANCISCO RIVAS 26/05/1976. Exposición doble, la que celebra actualmente Gerardo Delgado en Sevilla en la Sala Damas y en la Galería Juana de Aizpuru, y que puede resultar significativa por varias razones. No sólo desde el punto de vista de una trayectoria y evolución personales, sino también por lo que esta trayectoria y evolución tienen de ejemplar y de reflejo de la situación por la que actualmente atraviesa la pintura. Quien haya seguido el desarrollo de la obra de este pintor y recuerde, por ejemplo, sus exposiciones anteriores (sobre todo la de la Galería Daniel, Madrid, 1971 y la de la Sala Damas, Sevilla, 1973) visitando ésta que ahora comentamos no podrá por menos que pensar en un giro brusco.Si entonces había que situar la producción de Gerardo Delgado dentro de los límites del racionalismo, de la pintura geométrica (participó en el Seminario de Generación Automática de Formas Plásticas, del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, cuyo objetivo fundamental era desarrollar las posibilidades de aplicación del ordenador electrónico al proceso creativo) ahora nos encontramos ante obras donde los elementos geométricos han desaparecido.

Esta prioridad del espacio-color le lleva a replantear la cuestión del soporte. La muestra consta de dibujos realizados sobre papel, obras sobre madera y otras sobre lona. Es a estas últimas a las que nos referimos. La relación entre el soporte y la superficie de la obra, la impugnación de los soportes tradicionales, ha sido considerada por algunos grupos de la vanguardia más reciente come, una cuestión fundamental. Naturalmente, no como un problema aislado, sino enmarcado en un conjunto bastante más amplio de preocupaciones, que resulta imposible detallar aquí. Este es el caso, por ejemplo, del grupo de artistas franceses que formaron Supports I Surfaces. Esta tendencia, en España ha encontrado en los dos últimos años diversos seguidores en distintos puntos del país. En algunos casos, como el del grupo zaragozano, o el de Carlos León, ha sido a partir de un proceso de asimilación de los presupuestos teóricos del grupo francés. En otros, como el de Jorge Teixidor y, aún más claramente, en el de Gerardo Delgado, a partir de una práctica propia e independiente que desde distintos puntos de partida les conduce a resultados paralelos.

Pues si a él o a Teixidor puede achacárseles, quizás una insuficiente ascesis teórica (que dirían los más ortodoxos representantes de la tendencia), también es verdad que esta situación que les permite no tener que deducir determinadas soluciones plásticas de discursos teóricos (que al margen de lo válidos que éstos puedan ser suele hacerse siempre en forma bastante mecánica) los sitúa, quizás mejor para desarrollar aquellos aspectos de la obra que, como dice Devade, «no se amoldan al código del lenguaje teórico, aquello que hace de la pintura otra cosa diferente de un conocimiento» (1). Pues nos encontramos ante una corriente que se caracteriza, no sólo por magnificar la importancia del discurso teórico en relación a la práctica pictórica, sino, y aunque parezca contradictorio, por magnificar aquellos aspectos de la pintura que menos relación tienen con el sentido y la significación (ritmo del gesto, tonalidades del color … ). Dicho de otra forma, por magnificar los aspectos más pulsionales de la práctica pictórica. Esto da lugar a obras, según Devade, en las que «el gesto del color juega un papel organizador que se enfrenta, desborda, a las reglas formales para instalar unas nuevas» (2). Y si esto es verdad será dificil encontrar una obra que haga esta definición tan suya como la que actualmente expone Gerardo Delgado en Sevilla.

FRANCISCO RIVAS 26/05/1976

extraido de www.elpais.com

(1) Marc Devade: « La materia del sujeto de la pintura »..Reproducido en Trama, número 0 Barcelona, abril de 1976. (2) Marc Devade: Idem.

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